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Cultura

El 'Hombre de Vitruvio' y el canon que se repite a lo largo de la historia

  • Luis Castaño, filólogo e investigador por afición, asegura haber descubierto un 'canon original'

Un dedo, una palma, un pie y un codo. Desde los sumerios hasta los romanos, estas eran las unidades con las que las civilizaciones, a lo largo de toda la Edad Antigua, construían sus pirámides, coliseos y panteones. Cada cultura poseía sus propios sistemas de medición y aunque las unidades fueran las mismas o parecidas (codo, pie, etc.), las medidas cambiaban en cada una de ellas: desde el Codo de Nippur (siglo XXVII a. C.) hasta el pie romano, pasando por el Codo Real Egipcio.

En 2011, Luis Castaño, filólogo de profesión, sintió curiosidad por El Hombre de Vitruvio, el archiconocido dibujo de Leonardo Da Vinci. En él, el pintor florentino recupera las escalas que siglos atrás dejó en sus manuscritos el arquitecto romano Marco Vitruvio y que hablan de la proporción y la simetría del cuerpo humano.

Luis Castaño imprimió una copia a escala real del documento primigenio de Leonardo y, siguiendo una regla de medidas que el autor dejó en el manuscrito (en la fotografía de la derecha, sobre las palabras de Leonardo), dibujó una cuadrícula en la cuadratura del Hombre de Vitruvio. Por curiosidad y de casualidad, Castaño se encontró con algo que le llamó la atención.

"Decidí entonces medir el dibujo y me encontré con que el lado del cuadrado medía exactamente 18 centímetros", afirma Luis Castaño. "Me resultó curioso que, en pleno Renacimiento, cuando aún no existía el sistema métrico que usamos ahora, el cuadrado que dibuja Leonardo mida exactamente 18 cm, que extrapolado a escala real sería un hombre de 1,80 metros".

Por lo visto "nadie había reparado en ese dato, nadie había medido el cuadrado central a escala porque 'no tenía sentido hacerlo', según me explicó la responsable del documento en Venecia, con la que hablé personalmente", afirma Luis Castaño. "Gracias a esos 18 cm, todos los cálculos nos dan la equivalencia exacta de cuánto medían estas unidades en la antigüedad".

"Hasta ahora no teníamos una equivalencia exacta, pero con esta cuadrícula sí". El siguiente paso a seguir era comprobar desde cuándo este canon venía repitiéndose, de cultura en cultura, de siglo en siglo. La primera parada de su investigación tras Da Vinci: Vitruvio. "Este autor explica que el hombre se puede encajar dentro de un cuadrado y a la vez dentro de un círculo, pero gráficamente no existía ese documento hasta que lo dibuja Leonardo", dice Luis Castaño. "Vitruvio afirma en sus libros que "los antiguos" fijaron este modelo. Es decir, no lo inventaron en Roma, sino que ese modelo era anterior a él", argumenta. Retrocediendo en el tiempo el siguiente paso lógico era Grecia. "El modelo de medición griego se basaba en el canon de ocho cabezas (estatura de un hombre). Aplicando la cuadrícula de Leonardo, la cabeza son tres palmas. Esas tres palmas, multiplicadas por las ocho cabezas del modelo griego dan un total de 24 cuadrículas, que la altura del dibujo de Da Vinci. La cuadrícula tiene su equivalencia también en este sistema". Y así, según su investigación, hasta Sumeria (siglo XXVII a. C.), lugar donde documentalmente se pierde el rastro. El modelo antopocentrista de Luis Castaño se vendría repitiendo durante toda la historia y la escala utilizada estaría basada en el hombre de 1,80 metros como unidad básica y universal. Luis Castaño lo llama el Canon Original. "Lo dejó claro el autor griego Protágoras: El hombre es la medida de todas las cosas".

El problema de este filólogo es simple: no consigue hacer llegar este "descubrimiento" a los expertos. Nadie abre su puerta ni está dispuesto a reunirse con él, dado que "no pertenece a ninguna universidad ni a ningún centro de investigación". Ha intentado contactar "con el Louvre, con el Instituto Español de Arqueología, con la Real Academia de la Historia y la Real Academia de las Bellas Artes... y ninguno se interesa en mi investigación dado que no tengo detrás a ninguna universidad", explica. "Lo hablé con el profesor de la Escuela de Arte de Cádiz y me dijo que registrara mi investigación de inmediato, que es algo que no había visto nunca y que era correcto", cuenta Luis Castaño. "He llamado a revistas especializadas y todos me dicen que es muy interesante pero ninguno lo publica".

El objetivo de este filólogo interesado en las medidas antiguas no es más que hacer llegar a los expertos que esta cuadrícula existe y es aplicable a lo largo de la historia. "No quiero ninguna medalla, ni reconocimiento, solo quiero que se sepa que llevan años interpretando mal los sistemas de medición antiguos por un claro problema de lenguaje", argumenta. "Ningún pie mide 30 cm como decían los romanos. El problema es que la nomenclatura a veces nos ciega y no nos deja ver lo que desde siempre ha estado ahí ", explica.

"Llaman 'codo' a una medida que es imposible que pertenezca a ningún codo y el error está en que no han tenido en cuenta otras piezas del puzzle", argumenta. "Hay un autor, llamado Miguel de Mayora (Cosmómetro o tratado de las medidas de la naturaleza, 1855), que explica que en Egipto y Sumeria había dos medidas más pequeñas que el dedo: el grano de cebada y el pelo de camello" explica. "Si no se tienen en cuenta estas piezas del puzzle, lo lógico es que no encaje".

Tras dos años intentando hacer llegar este hallazgo a las instituciones pertinentes, Luis Castaño sigue llamando a todas las puertas que encuentra, con la esperanza de que alguien le escuche y se siente con él a hablar sin prejuicios. "Seguiré investigando y enviando estos documentos a todo el mundo para dar a conocer algo que, se supone, nadie se ha planteado y yo encontré de forma casual".

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