Cultura

Verdad del cante y el compás flamenco

  • Fernanda de Utrera, fallecida en 2006, fue la señora de la soleá, un cante que dominó por completo en una carrera que coronó con numerosos reconocimientos

Fernanda Jiménez Peña nació en Utrera, provincia de Sevilla, el día 9 de febrero del año 1923. Hija de José Jiménez Fernández e Inés Peña Vargas y nieta del enigmático cantaor Fernando Peña Soto 'Pinini', nació en el seno de una familia gitana, flamenca y cantaora; desde muy pequeña empezó a destacar en las fiestas familiares y ya era el comentario de parte de Andalucía la baja hasta tal punto de que, en muchas ocasiones, cantaores amigos de su padre -como Manolo Caracol y Antonio Mairena- acudían a su casa para escucharla cantar porque no se explicaban que siendo tan pequeña cantara de esa forma, con ese sello, con tanta maestría, duende y compás. A veces la levantaba de la cama para que les cantara a esos grandes patriarcas del cante.

En 1946 debutó en el cine con la película Duende y misterio del flamenco, grabada en el Cortijo del torero Juan Belmonte.

En 1955 actuó en los Festivales de Sevilla. Debuta en 1957 en los tablaos madrileños Zambra y El Corral de la Morería. En 1959 Fernanda obtuvo el primer premio de soleares y bulerías en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba. En 1962 fue contratada por el tablao madrileño Las Brujas, donde permaneció durante dos años consecutivos. A continuación viaja a Nueva York, donde estuvo actuando durante seis meses en el Pabellón Español de la Feria Mundial. Seguidamente recorre diversos países de Europa y África con el espectáculo de la gran bailaora Manuela Vargas. En 1966 le conceden en su tierra natal, Utrera, la dedicación del XII Potaje Gitano de su hermandad morena, de cuyo Cristo de la Buena Muerte es camarera.

En 1967 vuelve otra vez al Tablao madrileño Zambra, actúa en Túnez y, a continuación, forma parte del tablao Villa Rosa, también madrileño. Ese mismo año se le concede el Premio Nacional de Cante de la Cátedra de Flamencología de Jerez. Durante más de 40 años actúa como primera figura en los Festivales de España.

Poseedora de una gracia racial, de las que por mis vivencias con ella, podría contar cientos, a cual con más gracia.

Su discográfica ofrece una muestra de la alta categoría cantaora y sus ritmos vertiginosos, sobre todo en soleá y bulerías.

Destaca en la Cumbre Flamenca de Madrid, en el Teatro Español, en el Homenaje a Federico García Lorca. Además le concedieron los siguientes galardones: Medalla de Oro de la Junta de Andalucía; Hija Predilecta de la ciudad de Nimes (Francia); Disco de Oro de la ciudad de París; Hija Predilecta de la Provincia de Sevilla; La V Palma de Plata de la ciudad de Algeciras y numerosos homenajes en Peñas y Sociedades. En 1990 rotulan en su Utrera natal una avenida con su nombre y el de su hermana: 'Avenida de Fernanda y Bernarda'.

En 1966 obtiene el primer premio del Concurso de Mairena del Alcor (Sevilla), el Premio Compás del Cante, la Medalla al Mérito en el Trabajo y, posteriormente, la medalla de las Bellas Artes.

Para poder analizar y valorar la categoría cantaora de Fernanda de Utrera, sirva de ejemplo la opinión de los más significativos y críticos flamencólogos.

Ricardo Molina: "Acaso sólo la poesía puede expresar algo del cante de Fernanda. Las soleares de Fernanda se resisten al análisis. Son magia pura y abismática. En soleares no se puede llegar más allá de donde llega Fernanda, porque más allá está el reino de lo inefable y lo místico, de lo que no puede decir humana voz y humana música".

Manuel Ríos Ruiz: "Sencillamente es estremecedor el grito desgarrado de Fernanda, como jería en las salías por una trifulca interior que se desmanda y se sangorotina a la sangre. Y es un asombro, una sensación que no se puede explicar con palabras, que no cabe en el papel".

Félix Grande: "La Fernanda es un ciclón de pena, quizá la solearera más grande de la historia del cante, la voz de mujer más tierna y ronca, desesperada y delicada de cuantas honran el desconsuelo piadoso del flamenco".

Anselmo González Climent: "Después de oír a Fernanda de Utrera, cualquier otro cante nos suena a charla vacía. Ella es una emboscada terminal. Es demasiada Fernanda como para mantener frescos nuestros resortes de transición y captación de ofertas distintas a las suyas. Agota sensitivamente como una buena tarde de toros".

Manolo Bohórquez: "Fernanda de Utrera la más grande cantaora de soleares de la historia, la reina de la tribu de los Pinini. La seguimos adorando porque estamos plenamente convencidos de que es de las pocas verdades que le quedan al cante gitano. Cantar como Fernanda de Utrera es ya imposible; su eco de voz, esa fuerza sobrenatural que emerge del fondo de la tierra y la emoción de su rostro, se irán con ella y no volverán jamás".

Félix Rodríguez: "El cante de Fernanda de Utrera es la representación del cante gitano en la cumbre de su pureza. Para poder valorar mínimamente su cante es imprescindible sentirlo y entenderlo; de lo contrario, no se puede describir".

Fernanda representa en el cante flamenco el duende, el misterio, el compás, la esencia y la magia. Fernanda, señora del cante, es una verdadera fuente donde deben beber actuales y futuras generaciones de cantaores.

En su Utrera natal, en una plaza de la avenida que lleva su nombre, se instaló un monumento en reconocimiento de la categoría cantaora de ambas, cuya inauguración fue en mayo de 2005, siendo la madrina del acto la duquesa de Alba, con la asistencia de la consejera de cultura Rosa Torres, el alcalde de Utrera, así como los artistas Fosforito, Enrique Morente, Estrella Morente, y su marido el torero Javier Conde, Aurora Vargas, Pansequito, María Jiménez o Gracia Montes, así como representantes de peñas flamencas y amigos de Fernanda y Bernarda. Y, posteriormente, se celebró una cena en un prestigioso restaurante de Utrera y la fiesta duró hasta el amanecer.

Fernanda falleció el día 24 de agosto de 2006 a los 83 años. Ahora cumpliría 90 años. Se nos fue la reina de la soleá, su cante gitano y profundo ha sido el más puro y sincero del último siglo.

Tú, pureza, duende y compás

Eres eco, alegría y lamento

De una raza especial.

Reliquia y bandera eres tú

Para los cabales flamencos

Del pueblo Andaluz.

¿Qué será de la soleá

Cuando no la cantes tú

Sin tu eco y sin tu igual…?

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