Almudena de Arteaga. Escritora

"Procuro que el lector se traslade, que huela, toque y conozca a los personajes"

  • La escritora madrileña, especializada en la novela histórica, presenta el próximo miércoles en la Facultad de Filosofía y Letras de Cádiz 'Capricho', un libro ambientado en 1812 y con el que ganó el Premio Azorín

Residente en Cádiz desde hace tres meses, Almudena de Arteaga (Madrid, 1967) abandonó hace ya algunos años la abogacía para entregarse por entero a la literatura, después del éxito obtenido con su libro La princesa de Éboli. La escritora, entregada plenamentea la novela histórica, presenta este miércoles en Cádiz -a las 13.00 horas en Filosofía y Letras- su novela Capricho, ambientada en el asedio gaditano de 1812 y con la que este año ha ganado el Premio Azorín.

-¿Es Capricho una historia de mujeres?

-Bueno, cuento la historia de España a través de mujeres importantísimas que, al mismo tiempo, eran musas de Goya, con lo que meto a un artista en la novela. Fueron musas porque las pintó en muchas ocasiones. Hablo de la duquesa de Osuna, que era una de las intelectuales más importantes de la época, que acabó viviendo en Cádiz y que casó a una hija durante el asedio; a la condesa de Chinchón, que era la mujer de Godoy, que quiso quedarse en España pese a que el marido se había ido a Francia y nos había abandonado, y que también estuvo viviendo en Cádiz, y a la duquesa de Alba, Cayetana, aunque se muere en 1802, diez años antes. Creo que para Goya una era la dulzura y la ternura, la condesa de Chinchón; otra era la inteligencia, que era la de Osuna, y la seducción, el poder de la seducción, era, indudablemente, Cayetana de Alba. Y el hilo de la novela se puede resumir con varias preguntas: ¿Quién es de verdad la maja desnuda? ¿Dónde se pinta, que los estudiosos dicen que fue en la provincia de Cádiz? ¿Pertenece la cabeza al cuerpo, son dos mujeres diferentes? Ese cuadro estuvo perdido durante este tiempo, aunque se sabía en la corte que existía. Y esa intriga es un poco el hilo conductor de la novela.

-¿Usted tiene pasión u obsesión por la novela histórica?

-Creo que las dos cosas. Soy tremendamente apasionada a la hora de escribir. Huyo del ensayo histórico, procuro que el lector se traslade a los lugares, huela, toque y conozca a los personajes, y para eso se necesita mucha pasión, y la pasión hay que transmitirla.

-¿Por qué esa entrega y dedicación a la novela histórica?

-Yo soy abogada de carrera, pero tengo ya dieciséis libros publicados y lo dejé después de varios éxitos. El primero fue La princesa de Éboli. En el tercero intenté una novela de ficción, pero creo que los escritores nos debemos también a los lectores: no tuvo el éxito esperado y decidí ser fiel a mis lectores, que me querían en la novela histórica.

-¿Cómo es el proceso creativo de Almudena de Arteaga?

-Dentro de las novelas, dejo lugar a la ficción en las cosas tremendamente cotidianas pero sin cometer anacronismos. Me documento para no cometer anacronismos. Pero el fondo y lo importante, siempre, es real. Yo procuro ser fiel a la realidad. La historia de España es tan rica que como intentemos inventar algo, vamos a fallar. En este caso, yo creo que la realidad supera la ficción. Lo que sí hago es hacerlo muy cotidiano, muy cuento, de forma que estás leyendo datos históricos reales pero no te estás dando cuenta. Creo que es la manera de enseñar un poquito de historia a través de la novela.

-¿Por qué la historia que novela no es contemporánea?

-No, no me quiero acercar demasiado a la realidad. Primero, los archivos notariales, que son los que cuentan lo más íntimo de una persona, no son públicos hasta cien años después de muerto el personaje, con lo cual es imposible, las cosas más novelescas de su vida no puedes contarlas. Y luego, por respeto. A mí no me gustaría hablar de una persona que murió hace diez años, que muchas veces tienes que contar cosas que no van a hacer gracia a sus hijos y a sus nietos, y entonces prefiero no hacerlo.

-Prefiere entonces un distanciamiento de siglos.

-Sí, además es apasionante. A mí me gusta mucho la historia y abarco en mis novelas desde el siglo XIII hasta el XIX. Incluso Eugenia de Montijo, que fue una de mis protagonistas, muere en 1820. Es lo más contemporáneo que tengo. Yo creo que no hace falta hablar del hoy en día, eso ya lo tenemos en los diarios.

-¿El salto de la abogacía a la literatura fue soñado, buscado o fortuito?

-No, escribir era una afición que nunca pensé que se iba a convertir en profesión. Pero me encantaba. Me hicieron una propuesta, que fue escribir sobre la princesa de Éboli, y resulta que lo que era el texto de una escritora novel, se convirtió en un best seller, y decidí dejar de redactar demandas y escribir novelas que es más divertido.

-¿Cuál es el siguiente proyecto?

-Pues será el siglo XIX, y me voy a meter de lleno en la Guerra de África, que me apetece mucho. A mis lectores igual les rechina un poco, pero va a haber mujeres y Cádiz aparece de nuevo.

-Una curiosidad: ¿es usted marquesa?

-Sí, es cierto.

-¿Y cambia mucho la vida ser una marquesa en el siglo XXI?

-No, no, me recorro Cádiz en bicicleta todos los días, me pueden ver en bici (ríe). No, no, hoy en día somos como otro cualquiera y lo único que le debemos es un respeto a nuestros antepasados y a nuestro nombre.

-Imagino que con lo que le gusta la historia habrá investigado a algún antepasado

-Sí, siempre están ahí en mis novelas, entremetidos, pero yo no digo quiénes son.

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