Gregorio Peces-Barba, uno de los siete padres de la Constitución de 1978, presidente del Congreso de los Diputados durante la primera legislatura socialista (1982-86) y luego retirado voluntariamente de la política de primera línea, estuvo ayer en Cádiz inaugurando un curso sobre La libertad de expresión y las transformaciones de la democracia, organizado por el Consorcio para la Conmemoración del Bicentenario de la Constitución de 1812 y la Universidad de Cádiz.

-¿Qué piensa sobre la polémica en torno a la próxima sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto catalán?

-Yo ya he dicho que a mi juicio había algunos temas en el Estatut que sobrepasaban la Constitución. Sobre el fondo no procede decir nada más, y sí criticar y descalificar las malas formas de algunos que dicen que el Tribunal no es competente, y que afirman cosas insólitas como si se hubieran vuelto locos.

-¿Un padre de la Constitución admite que se hable de reformarla para dar cabida al Estatut?

-Yo creo que el camino era el contrario. Tenía que haber sido reformada la ley electoral primero, luego la Constitución y después los Estatutos. Y dejando bien claro que la reforma de la Constitución desde luego no iba a ampliar los horizontes a los Estatutos.

-¿Cuál es su receta entonces?

-La receta es respeto a la Constitución y fuera las alegrías y los 'vivas cartagenas'.

-¿Cree que está aumentando la crispación entre algunos pueblos de España?

-Yo creo que no. A lo mejor aumenta la crispación entre algunos políticos, pero desde luego que los ciudadanos son muchísimo más sensatos y saben muy bien cuál es su posición y cuál debe ser su sitio.

-Algunos han llegado a comparar la situación con el franquismo.

-No tiene nada que ver. Estamos viviendo en una democracia. A lo mejor los que quieren comparar son los que tienen añoranza del pasado.

-Ha sido el propio Jordi Pujol el que lo ha dicho

-Bueno... Jordi Pujol también está a mi juicio muy... digamos, sobrepasado por este tema y es una comparación que me parece muy poco feliz.

-Usted es de los socialistas históricos ¿Piensa que hay división con los que gobiernan ahora?

-El partido socialista es único, puede tener corrientes, pero es un partido muy libre, donde se puede opinar totalmente con claridad, incluso discrepando de lo que la dirección establece. Yo lo he hecho algunas veces y aquí estoy, todavía soy militante y nadie me ha dicho nunca nada.

-Quizá se ha prescindido de antiguos dirigentes válidos en el actual gobierno.

-Bueno. Yo estoy en contra de ese juvenilismo que algunos defienden. pero de todas formas se han mantenido algunos antiguos dirigentes enormes, entre los que yo destacaría sobre todos a Rubalcaba. Me parece que tiene una categoría excepcional.

-¿Es difícil diferenciar la política económica del PSOE de la que haría la derecha?

-No crea usted ¿Usted distingue bien a Rajoy de Zapatero? Pues ya está. Está claro que no tiene nada que ver una cosa con la otra. Si yo tuviera que hacerle algún reproche al Gobierno actual no sería en la línea de la política social.

-¿Cuál sería ese reproche?

-Hombre, creía que me iba a evitar usted la pregunta. Fue muy ligera la posición del presidente del Gobierno cuando dijo que 'lo que aprobéis aquí (en el Parlamento catalán) lo aprobaremos en las Cortes Generales sin problemas'. Pecó de ingenuidad y de no darse cuenta de que hay gente que son como buitres y que van hasta el final, luego ha rectificado y dicho que el Tribunal Constitucional tiene la última palabra.

-¿Y esos buitres quiénes son?

-Pues hombre, los nacionalistas, obviamente. Los nacionalistas, que tienen ese planteamiento a veces insolidario, pequeño, de sociedad cerrada, un planteamiento que se ha transmitido a algunos sectores de los socialistas catalanes, lo cual a mí me parece increíble. Pero desde luego si el PSOE da la voz de 'a mí el PSOE' en Cataluña se vería lo minoritarios que son esos sectores que están un poco infectados por el nacionalismo.