Caimanes, pirañas, serpientes, sapos... Los incendios en el Pantanal han transformado grandes áreas del mayor humedal del planeta en una tumba a cielo abierto donde la Policía Ambiental de Brasil busca ahora señales de vida animal. Después de sufrir los peores incendios para el mes de noviembre, con casi 4.000 fuegos, récord histórico en ese periodo, las lluvias intermitentes del último día han dado una tregua al bioma, pero han dejado al descubierto la magnitud del desastre. Los campos de ceniza se extienden en muchas zonas hasta donde alcanza la vista. El suelo es una alfombra negra y gris que cruje con cada paso. Las hojas de las palmeras están marchitas y las pozas antes inundadas, tan características de este ecosistema pantanoso, son cementerios de peces carbonizados. La patrulla del capitán Jorge Martins Júnior, de la Policía Militar Ambiental de Mato Grosso do Sul, está tristemente sorprendida con la dimensión del estrago: "Está todo quemado". En lo que va de año se han quemado más de un millón de hectáreas de Pantanal brasileño, aunque el ecosistema también se extiende a Paraguay y Bolivia y está considerado el mayor refugio de jaguares del mundo. Buena parte de esa superficie se ha consumido apenas este mes. Australia devuelve la selva tropical más antigua del mundo a los aborígenes.