Semana Santa

La Isla revive su tarde más clásica, señera y solemne

  • Los aniverarios de Soledad y Desamparados y los cambios del Santo Entierro centraron la jornada

FÚNEBRE, solemne, protolocaria, elegante, romántica, apacible, refinada... El empaque de la jornada del Viernes Santo presidió la última gran tarde de cofradías en la calle. Fueron horas en las que de nuevo una notoria afluencia de público se dio cita en el centro para arropar a las cofradías del día y apurar los últimos minutos de una Semana Santa que consiguió recuperar el esplendor de sus primeros días una vez que aflojó el viento de levante.

La tarde se repartió entre la Iglesia Mayor -con la antigua hermandad de la Soledad- y el Carmen, con el Santo Entierro y su nutrido cortejo de representaciones y autoridades civiles y militares que tanto gusta ver a los isleños por la calle Real. Aunque entre un extremo y otro del Viernes Santo plantó también su arbórea cruz de guía la hermandad de los Desamparados que a las seis -media hora más tarde que otros años- apareció en la plaza de San José.

Fue la primera en salir a la calle -y en ofrecer también las primeras estampas del Viernes Santo más clásico- al subir la calle para asomarse a Real, donde el impresionante crucificado del Santísimo Cristo de la Sangre, que excepcionalmente salió a los sones de la marcha Cristo de la Sangre, empezó a marcar la pauta de la jornada más fúnebre. Recordaba así la cofradía el 25 aniversario de la bendición de esta portentosa talla de Alfonso Berraquero que ha encajado a la perfección en esta última tarde de la Semana Santa isleña. El palio de los Desamparados -de nuevo acompañado por la banda del Nazareno- mostró también completos los faroles entrevarales de orfebrería que ha realizado Miguel Ángel Cuadros Belizón y que se iniciaron ya el año pasado.

Así comenzó un Viernes Santo de no pocas novedades, quizá la jornada que más cambios ha introducido este año de la mano, sobre todo, de la hermandad del Santo Entierro, que salió a la siete de la tarde de la iglesia conventual del Carmen para buscar su entrada en la Carrera Oficial a través de la plaza de San José y de la calle Benito Pérez Galdós, por la trasera de la Iglesia Mayor.

Fue raro no ver a este cortejo tan de la calle Real, tan protocolario, con tantas autoridades civiles y militares, con la Corporación Municipal presente -a la sazón, el Ayuntamiento es Hermano Protector de Honor de la hermandad desde el año pasado- no pasar por el centro más centro, por la plaza del Rey, por delante del Palacio Consistorial... Aunque es cierto que la cofradía se evitó los rincones más bulliciosos de la tarde y ganó en agilidad. La pregunta que ahora queda sobre la mesa es si la alternativa de la calle Pérez Galdós -que también asumió Vera Cruz en la tarde del Miércoles- será adoptada en años venideros por otras cofradías y por otras jornadas de la Semana Santa.

La hermandad del Santo Entierro fue además la segunda en pasar por la Carrera Oficial antes de emprender su regreso al Carmen en lugar de cerrar la jornada como hasta ahora había venido haciendo. Fue otro de los cambios de la tarde. Se estrenó también bajo la urna del Santísimo Cristo Yacente y bajo el palio de María Santísima del Mayor Dolor en su Soledad la cuadrilla de cargadores de José González García, la misma que el Lunes se encarga de portar el misterio de los Afligidos.

El cortejo fúnebre que acompañó a la urna volvió además a contar con una nutrida escolta militar hasta la Carrera Oficial.

Soledad, por su parte, fue la encargada de abrir esta otra gran jornada de la Semana Santa de San Fernando en la Carrera Oficial tras salir de la Iglesia Mayor Parroquial a las siete y media de la tarde. La hermandad en la calle -con toda su impronta y su característico sello personal- regaló a los isleños la imagen de su Viernes Santo más típico, una tarde en la que tuvo un especial protagonismo también el misterio del Santísimo Cristo de la Redención, que cumplía cincuenta años de su primera salida y de su incorporación a la Semana Santa y a una de las hermandades de penitencia más marianas que tiene San Fernando.

La cofradía, además, refrendó sus vínculos históricos con la familia Varela, que por la mañana visitó el templo para hacer entrega de las dos laureadas de San Fernando a la Virgen de la Soledad, con las que procesiona cada Viernes Santo. Acudieron el actual marqués de Varela, José Enrique, además de Casilda Varela y sus hijos Curro y Lucía, que ofrecieron a la Virgen del Viernes Santo isleño el Goya con el que ha sido premiado el documental que han realizado sobre la vida de su padre: Paco de Lucía, la búsqueda. Fue una imagen insólita la que se vio en la Iglesia Mayor al ver a la familia depositar delante del paso el gran premio de la Academia de Cine: un Goya para la Virgen de la Soledad, el broche de oro de la Semana Santa isleña.

La jornada se completó con la austera salida de la hermandad de penitencia de Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos, que a las once y media de la noche salió de la Iglesia Mayor Parroquial -su sede canónica desde hace ya dos años- seguida de una numerosa penitencia en busca del Parque y del cementerio, a cuyas puertas rezó el responso.

La dolorosa, portada en sus sencillas parihuelas, recorrió las calles con su sencillez habitual y según su particular forma de entender la Semana Santa. Todo un testimonio con el que La Isla abrió también la puerta al gran final: el Domingo de Pascua y la procesión de la Sagrada Resurrección, que hoy saldrá de la iglesia de San José Artesano a primeras horas de la mañana.

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