entrevista | javier lópez menacho

"Bajo su promesa de innovación, las startups esconden una cara oculta de precariado"

  • El autor ofrece hoy una clase abierta, dentro del Masterup de la UCA, en la que hablará de 'La farsa de las startups' y de posibles opciones al modelo 

El escritor y social media manager, Javier López Menacho.

El escritor y social media manager, Javier López Menacho. / Ana Portnoy

Describió cómo era la realidad laboral en lo más crudo de la crisis con Yo, precario, donde mostraba el rosario de trabajos de toda índole que había ido acumulando. Especializado en marketing digital, López Menacho (Jerez, 1982) es autor también de SOS. 25 casos para superar una crisis digital. Acude a la Universidad de Cádiz para analizar los nuevos modelos de emprendimiento.

-Para ilustrar La farsa de las startups cuenta cómo paso del precariaje al precariaje VIP. ¿Cuándo se dio cuenta del no soy yo, sos vos?

-Con la experiencia, como todo. Las startups, las nuevas empresas tecnológicas dicen que venden innovación, y lo que venden es un bien común: el poner a disposición de la gente los nuevos conocimientos en torno a las nuevas tecnologías. Pero tienen esta cara oculta de precariado: las nuevas formas de subordinación de los trabajadores, de la poca interconexión entre ellos y el nulo sindicalismo, de "colaboradores" que no son más que falsos autónomos o pura clase precaria, como los riders o los copy que cobran a dos o tres euros el artículo... En España, además, todo está revestido de una promesa de innovación y de culto a las nuevas tecnologías cuando nunca hemos ido mucho más allá de copipegar lo que se hacía en Silicon Valley.

-Los datos son tremendos. Nueve de cada diez startups se estrellan, y sólo un 5% entran en fase sostenible. 

-En torno a esta idea de empresas innovadoras está acudiendo un sistema especulativo empresarial que concentra la riqueza en pocas manos, tiene poco beneficio común y genera muy poco tejido laboral: es un sistema con claros beneficios para el CEO y los inversores y con mucha mano de obra barata seducida por los cantos de sirena de la innovación y de iconos como Zuckerberg, Elon Musk o Steve Jobs.

-Si, contra todo, la startup funciona, su objetivo es el exit: que la compren. ¿Qué pasa entonces con los trabajadores?

-Normalmente, los empresarios que han conseguido un exit son unos yonquis del éxito y van a por otro. Con los trabajadores... pues en general, no hay mucho que hacer. Cuando La nevera roja vendió, por ejemplo, la mayoría acabó en el paro. El dinero que generó se repartió entre muy pocas manos.

-No se nos ve con mucha capacidad de reacción...

-Hace falta con urgencia una carta de mínimos a nivel europeo para actualizar el derecho laboral a nivel europeo. Ocurre que en el mundo digital todo va muy rápido. No hay que dejar pasar de lado, tampoco, el papel que juegan los gobiernos y las grandes entidades de crédito: los gobiernos postcrisis se dieron cuenta de lo jugosa que era la idea de innovación; había que fingir la idea de ser un país innovador cuando, realmente, no suponía crecimiento cualitativo ni cuantitativo del trabajo. También bastante responsabilidad recae en los medios: muchos periodistas de economía me han reconocido haber sido muy paternalistas con todo esto porque consideraban que, tras el desbroce de la crisis, había que alentar a la gente vistiendo casos excepcionales como norma. Además, si una startup levanta treinta millones no quiere decir ni que tenga rentabilidad, ni que genere empleo de calidad ni que esté bien dirigida: sólo que tiene ese cheque. Por ejemplo, Wallapop tienen un valor altísimo por los datos que maneja, pero no aún es rentable. O JobandTalent consiguió una millonada para terminar siendo una ETT online.

-Un papel no menor lo juega la neolengua: economía colaborativa, esfuerzo (explotación), flexibilidad laboral... ¿Por qué ha calado tanto ese discurso del culto al éxito, de que cada uno tiene lo que se merece? 

-Hay partidos políticos que se benefician de este discurso: Ciudadanos el más claro, con su rollo de Startup Nation. En las escuelas de negocios importantes de España les interesa esa reconcentración de la riqueza. Algún profesor universitario me ha llegado a decir que en España no existe la precariedad, cuando tenemos indicadores bochornosos. Tienes a los bancos, a los partidos y a enseñanza pública fomentado la meritocracia: es muy difícil que se hable del bien común, de la desaceleración o de sistemas alternativos de emprendimiento que no tengan que ver con estos códigos neoliberales.

-España está en alerta, dice: tiene unos 50.000 autónomos por encima de los 56 años y no hay relevo generacional.

-Las startups no tienen un volumen suficiente para ello. Existe una burbuja, sí, pero si se fueran al garete, la economía española se podría sostener -aunque la máquina propagandística te haga pensar lo contrario-.

- Me ha llamado mucho la atención ese Movimiento Cebra dentro de Silicon Valley: "Las cebras pueden arreglar lo que los unicornios estropean".

-Es un movimiento contrahegemónico creado por mujeres en un entorno heteropatriarcal. Dicen cosas como que cuando se otorga más valor al tiempo que se pasa en una web que a la calidad de los contenidos, la sociedad en conjunto se resiente. Una de las luces a las que se agarra hoy la sociedad es el movimiento feminista, que es transversal y que es capaz de llevar en las espaldas muchas luchas. Existen otros movimientos similares, como las "Desaceleradoras de Startups", que me parece un concepto muy lógico.

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