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Enrique García-Máiquez | Escritor y articulista

“En los artículos más cotidianos pretendo muchas veces hacer un poema en verso”

  • El autor agrupa una parte de sus artículos costumbristas aparecidos en el Grupo Joly en el libro ‘El burro flautista’, publicado en la colección La Veleta de la editorial Comares

El escritor Enrique García-Maiquez con un ejemplar de su libro 'El burro flautista'.

El escritor Enrique García-Maiquez con un ejemplar de su libro 'El burro flautista'. / Julio González

El escritor portuense Enrique García-Máiquez ha reunido en un libro, de título El burro flautista, una selección de sus artículos publicados en el Grupo Joly, a los que añade otros aparecidos en una revista. La editorial Comares, en la colección La Veleta que dirige con criterio y exquisitez Andrés Trapiello, firma una publicación que García-Máiquez dedica a sus lectores: “Los que me leen cada mañana esperando que suene la flauta.”

–¿Qué criterio ha seguido en la selección de los artículos?

–Otras veces he buscado un criterio temático, pero esta vez ha sido con los artículos que funcionan literariamente. Entonces, me descarto de todos los artículos políticos, porque aunque en el periódico tienen su papel no tiene ningún interés que pervivan, y también me descarto de los artículos que no funcionan tan bien..., donde fui más burro que flautista, que también pasa. Ha sido un criterio puramente estético y literario.

–Está dedicado sus lectores.

–El libro no deja de ser un homenaje a ese lector que te lee a las duras y a las maduras, y cuando los seleccionaba, leía algunos artículos que no estaban a la altura del hombre o la señora que me regala cinco minutos todas las mañanas. El libro quiere dar ese homenaje.

–No me vaya a decir que se ha arrepentido de algunos artículos que ha escrito.

–Bueno..., que los hubiese escrito mejor, sí; haberlos hecho de otra forma. En algún artículo ves que vaticinaba algo que luego no ocurrió, y entonces gana uno en humildad.

–Como articulista comparte con el periodista algunas de las presiones de este oficio: escribir diariamente, con una hora de entrega, un espacio determinado.

–Sí, hay un prólogo graciosísimo a otro libro de artículos que no es mío, que el prólogo lo escribe el editor de la revista en la que han salido algunos de mis artículos, y se pasa el prólogo entero diciendo que qué puntual es el autor en la entrega... (ríe). Yo, a esas cosas que son muy molestas como el espacio y el tiempo del articulismo, le estoy muy agradecido porque tener que condensar hace que tenga que quitar muchos adjetivos inútiles; y la cosa ha llegado a tal extremo que en libros de ensayo que escribo con extensión libre, me pongo una extensión tan cuadrada como la del diario para forzarme a la presión de ver de qué frase me descarto, porque en ese descartarte y preservar se corrige muy bien. Es ya un instrumento de mejora.

–El ejercicio diario se ha convertido, pues, en costumbre.

–Claro, es que cuando te pones a escribir se te cuelan frases redundantes, adjetivos inútiles y todas esas cosas. Y luego, tener que escribir todos los días hace que muchos días, que no tenía ganas de escribir, me hayan salido los artículos que luego han sido los que se han salvado porque eran los más literarios, los más costumbristas y los más cotidianos también, que luego son los que se quedan. Así que estoy muy agradecido a que el diario me constriña y me flagele tanto (ríe).

–¿Los artículos más pegados a la actualidad, como los políticos, son los menos literarios?

–Con la actualidad pasa lo que decía Oscar Wilde, que la moda es lo que pasa de moda, pues la actualidad es lo que pasa de actualidad. Sin embargo, esos artículos más atemporales se leen igual de bien siempre. Felipe Benítez Reyes tiene una frase, que me da muchísima envidia que no sea mía porque es fantástica, que dice que cuando uno publica un artículo de estos costumbristas, el único día en el que ese artículo no pega es en el que se publica, pero a partir del día siguiente el artículo está más fresco que si hubiese sido de política.

–Los otros son efímeros como la propia actualidad.

–Claro, lo que pasa es que también tengo amigos literatos que me afean que le dedique tanto tiempo a la actualidad. Pero ese es el terreno de juego del periódico, y los artículos literarios tienen que ser la excepción en el columnismo aunque luego sean los que queden.

–En uno de sus últimos artículos abogaba por firmar los artículos junto al lector: ¿siente que los artículos están hechos a medias?

–Muchas veces hay gente que hace un comentario del artículo con el que yo contaba. Pienso que el lector tiene que hacer bastante trabajo, y que un artículo es mejor cuanto más trabajo le deja hacer al lector, que saque sus propias conclusiones.

–Como en una novela imaginarse los personajes, como escribe en ese artículo.

–Efectivamente, incluso no estar de acuerdo con lo que yo digo con indulgencia, esa indulgencia es parte del trabajo del lector.

–Hay comentarios en la edición digital de sus artículos, pero también en sus redes sociales donde está presente. ¿Cómo es la comunicación con el lector?

–En mi caso da un poco de vértigo porque como cuento muchas cosas de mi vida cotidiana, me encuentro con perfectos desconocidos que lo saben todo de mí. Una maravilla de escribir en el diario es que te encuentras con los lectores por la calle, y eso es estupendo.

–¿A qué aspira García-Máiquez cuando escribe un artículo?

–Depende mucho del tipo de artículo. Está claro que en el artículo político pretendo, en la medida de mis posibilidades, crear opinión o muchas veces que la gente sea más receptiva a la gente que tiene mi opinión, o crear opinión o dejar hueco a mi opinión. Sin embargo, en los artículos más cotidianos te confieso que pretendo hacer muchas veces un poema en prosa, o por lo menos generar una emoción que se parezca a la del poema.

–Cuentan que Manuel Vicent se obliga a construir al menos una metáfora en cada artículo.

–¡Que maravilla! Me parece fantástico. Es buenísimo, es obligarte al estilo y eso está fenomenal.

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