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Rafael Marín | Ora Pro Nobis

"El fascismo es también un proceso de vampirización"

  • Arcángeles actuales como agentes divinos protagonizan las historias del último título del autor, que propone la existencia de un Mal tan ortodoxo como cotidiano

El escritor gaditano Rafael Marín.

El escritor gaditano Rafael Marín. / Jesús Marín (Cádiz)

Tras vivir mucho tiempo entre los resortes del siglo XVI, a Rafael Marín le apetecía, no sólo cambiar de registro, sino también desintoxicarse de época: “Al fin y al cabo –dice–, una de las cosas que más nos divierten escribiendo es experimentar”. Una buena excusa se la procuró el universo de Ora pro nobis, que había empezado a idear hace años. Así, la primera de las historias que encontramos en el título que publica Apache Libros fue escrita en torno al año 2002;la segunda, hace cinco años y, la tercera, el año pasado. La historia supone una actualización del mito de los arcángeles, eso ángeles principales, primigenios, que al principio de los tiempos parecían ser, ante todo, terribles. Criaturas bellas –se supone, por su proximidad a Dios y a lo celeste–, pero alejadas por complejo de lo querubínico. Los arcángeles, propone Marín en estas historias, existen, existen en carne y hueso:son mortales escogidos como brazo armado de Dios.Como su ejército o, más bien, como su cuerpo de seguridad de confianza. Ora pro nobis nos presenta a Esaú Falconi, Ismael Nero y Ángela de Ory: los últimos elegidos de una tríada que se va renovando a lo largo de los siglos y que sigue órdenes directas del Vaticano cuando los casos van un “paso más allá del exorcismo convencional:tenía claro que tenían que ser hombres y mujeres de acción, y que no fueran infalibles, que pudieran morir”.

La tríada de arcángeles es implacable, lleva pistolas y viste de negro. Lucha contra espíritus malignos, vampiros y gorgonas. Contra aquello que no vemos. Un Matrix en Roma. “¿Por qué dices lo de Matrix? Tienen que ir de negro porque son dos sacerdotes y una monja”, protesta Marín. Pero lo cierto es que Ora pro nobis no sólo tiene carga iconográfica, sino también audiovisual. Se lee como se ven los capítulos de una serie, un formato que parece latir en el fondo de su estructura: “Hubo algún momento en el que incluso se consideró la posibilidad de desarrollar la historia en formato cómic”, comenta Marín, con la opción de sentar las bases que crearan un mundo por sí mismo, “algo que a mí no me hubiera importado en absoluto, que otro pudiera continuar con la saga”.

Una saga que tenía los rostros, confiesa su autor, de la “Michelle Pfeiffer, el Sean Connery y el Keanu Reeves de hace diez años”. Hace quince años, aún se vivía el súmmum del mundo de la moda como referente constante, con Cindy Crawford o Naomi Campbell como símbolos de una época. El mundo de la moda “antes de que se pasara de moda” es el escenario de la primera historia, pues el universo de los arcángeles es también, inevitablemente, el universo de los escenarios propicios para el Mal: “Aunque yo creo que en el libro se distingue bien que una cosa es el Mal y, otra muy distinta, el pecador, a través de cuyas debilidades lo oscuro se hace fuerte”, comenta Rafael Marín. El segundo escenario, con forma de relato, retoma en versión macabra la canción Fiesta de Serrat. Y, el tercero, ese gran clásico que es el rockandroll “satánico”, en una historia que juega con el punto de vista de distintos personajes y con las bondades de un simulador de tuits. Es importante señalar que la historia de lucha entre “el bien y el mal” se presenta aquí en coordenadas clásicas, a través de las mitologías –ortodoxas y heterodoxas– de la Iglesia Católica. Mal y bien son dogmáticos y, el imaginario, católico:“Un imaginario que tenemos tan asimilado que, muchas veces, no nos damos cuenta del gran potencial que nos presenta a nivel narrativo, ni de la crudeza de lo que vemos:con sólo describirlas, podemos comprobar que la imaginería católica tiene escenas de gore absoluto”.

“Pienso que esta es, sobre todo, una novela de personajes, y por eso mismo podría tener aliento”, continúa. Los tres protagonistas –la modelo reconvertida a monja; el antiguo soldado; el muchacho entregado en “pago” por la mafia– ofrecen suficiente material para ello. Entre las posibles continuaciones, Marín contempla una historia que tuviera como marco el mundo de las snuff movies, u otra que desarrollara al personaje de Don Gentile, tomado por las sombras; o un salto al pasado en el que vemos cómo el padre de Ismael Nero se enfrenta a los Camisas Negras, “y en el que el vampirismo se mezcla con el fascismo.De alguna manera –prosigue–, el fascismo también te quita la libertad, también te vampiriza. Y podrían desarrollarse, claro, ramificaciones con los casos que estamos viendo ahora”. O ampliar la historia con una precuela:por ejemplo,¿qué era el Club Pendragón, quiénes eran sus miembros, qué ocurrió con ellos exactamente?

Ora pro nobis no sólo sirve de puente a futuras tramas, sino que se conecta con otras obras de Rafael Marín. El mismo concepto de los arcángeles es una constante:“Aparecen en Juglar. Aparecen incluso en Don Juan. Aparecen en un relato de La sed de las panteras: todo termina conectándose”.

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