“Investigo la vegetación, el mar, la naturaleza con el microcospio del arte”
Emilia Sánchez de Ibargüen, maestra de pintores, inaugura en Aponiente el 13 de agosto una exposición de tesoros de la marisma
El estudio de Emilia Sánchez de Ibargüen se encuentra en un laberinto de oficinas en un polígono de El Puerto y es por ello que el impacto es aún mayor cuando se abren sus puertas y la frialdad del exterior se transforma en calidez y te envuelves en algas y el aroma salino de decenas de obras que son el resultado de una década observando fijamente la vegetación y la fauna de la marisma. “Investigo la vegetación, el mar, la naturaleza... pero no lo hago como una bióloga, lo hago con el microscopio del arte”.
Sánchez de Ibargüen es doctora en Bellas Artes por Sevilla y durante años ha sido profesora de decenas de artistas. Su obra, exhibida en decenas de exposiciones, está marcada por la naturaleza, si bien, pese a haber estado siempre vinculada a la provincia, y más en concreto a Jerez, la mayor parte de su vida la pasó en Madrid. Y de ella, otra buena parte cartografiando con su mirada artística la sierra de Guadarrama. Cuando se vino a vivir a la provincia exploró otros paisajes. “Empecé a pintar Los Toruños”.
En su estudio, entre óleos, dibujos a tinta y metacrilatos, Sánchez de Ibargüen narra su experiencia:“Pensaba que sería mucho más árido y me sorprendió la increíble variedad de su paisaje, de los pinares a las jaras. Yo no conocía la marisma en absoluto. Las salinas me sorprendieron. De ese acercarme a la vegetación surgió la primera exposición, que la hicimos precisamente en Los Toruños, y quise seguir ahondando. De verdad, me habría metido a bucear y la de algas que me habré comido... El contraste de la cultura madrileña con todo lo que veía a mi alrededor me hizo valorar la enorme riqueza de estos paisajes. Porque yo pensaba que la Sierra de Madrid era muy divertida por su enorme variedad, pero claro, si te fijas aquí esa variedad es incluso mayor”.
Pero su obsesión era plasmar los movimientos. Así nacen sus transparencias. “En el mar no ves una sola cosa, sino muchas a su alrededor, no puedes fijar la mirada en una sola cosa. No es una pecera. Eso es lo que quería plasmar”.
Ese trabajo es el que ha llevado a una conjunción natural. A partir del próximo 13 de agosto, esta introspección, o más bien inmersión, en el paisaje de la marisma podrá verse en el restaurante de El Puerto Aponiente del chef del mar, el jerezano Ángel León, situado en el Molino de Mareas, donde se exhibe otra exploración del mar, la gastronómica.
Sánchez de Ibargüen considera que es una combinación ideal. Lo que propone Sánchez de Ibargüen es que el visitante realice el mismo camino que ha realizado ella, de la superficie a las profundidades. Para ello utiliza variadas técnicas según quiere alcanzar el resultado sobre un “mar de pinos esponjoso” o una flor a gran formato que mezcla el pincel con el carboncillo. Es su visión exterior del “afuera”, donde es fácilmente reconocible el paisaje de Los Toruños, que quizá nos es tan familiar que no reparamos en su singularidad. Esta exposición lo hace.
Aunque quizá lo más espectacular llega cuando se adentra en el mar y el resultado que ver con su estudio de las algas, para lo que ha empleado visiones marinas trabajado sobre metacrilatos que situados unos tras otros simulan los fondos. “He experimentado con estas técnicas para desarrollar el secreto y el enigma que guardan las transparencias del agua”.
Todo ello con un único objetivo, sentir que la naturaleza está presente, que encapsula vida con su mirada personal, pero además tiene la técnica para que lo abstracto sea real. “La edad te da más sensores, pero la inseguridad nunca se te va”. Y la inseguridad es un arma infalible.
En el arte existe conexión sin internet
Emilia Sánchez de Ibargüen lleva décadas en el mundo del arte. Aunque tiene una enorme actividad docente, su faceta creativa no ha dejado nunca de estar presente. Domina técnicas muy variadas, pero un sexto sentido le dice qué es lo que se está haciendo en el mundo. “Con el tiempo te das cuenta de que en el arte existe una conexión en internet. Puedes estar haciendo cosas muy parecidas que las que hace un artista en África y del que no tienes noticia. Es como una corriente que fluye en el que se investiga en el mismo sentido, del mismo modo que sucede en la ciencia. La globalización, por supuesto, ayuda, pero las inquietudes que existen en nuestro tiempo, y la ecología, sin duda, es una de ellas, las abordamos aquí o a miles de kilómetros de aquí”. Y su esperada exposición es buen ejemplo de ello.
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