Entrevista al periodista y escritor Jorge Decarlini

“Apelando a las emociones se puede convencer a mucha gente”

  • El autor portuense acaba de publicar el libro ‘¡Milagro! Éxtasis y sombras en El Palmar de Troya’, que narra la historia del Papa Clemente y su congregación

El portuense Jorde Decarlini, con un ejemplar de su primer libro.

El portuense Jorde Decarlini, con un ejemplar de su primer libro.

El periodista portuense Jorge Decarlini acaba de publicar su primer libro, ¡Milagro! Éxtasis y sombras en El Palmar de Troya, editado por Libros del K.O.

–Su libro narra la historia real del auge y caída de la iglesia palmariana, que desafió al mismísimo Papa de Roma. ¿Cómo una persona tan joven como usted -33 años- se interesó por este asunto?

–Fue un poco por casualidad y por curiosidad. Todos hemos pasado alguna vez por delante de esa basílica y nos hemos preguntado qué es. Yo me pregunté quiénes eran estos señores y qué clase de organización había detrás, y sobre todo por qué triunfó y sigue en pie medio siglo después. Para escribir hay que tener curiosidad y después trasladársela al lector en cada página. La historia tiene muchas capas y ramificaciones que tuve que ir hilando, es una historia impresionante y que no se había contado todavía completa y como se merece.

–Básicamente es la historia de unos aprovechados que ven un filón de oro en la ignorancia de la gente. ¿Por qué somos, en general, tan crédulos?

–El éxito de Manuel y Clemente fue contarle a la gente lo que querían escuchar en el momento preciso. Hablamos de la época del Concilio Vaticano II y había un porcentaje remarcable de católicos que consideraban que la iglesia de Roma no era la que creían que era y no les representaba. Estos dos personajes desde un pueblecito como El Palmar supieron ver ese nicho y apelaron a las emociones y a la fe. Con eso consiguieron convencer a mucha gente, sobre todo a muchos extranjeros.

"Clemente era un gran relaciones públicas pero el cerebro era Manuel Alonso Corral”

–¿Cómo pudo una persona tan grotesca como Clemente Domínguez, con unos antecedentes más que dudosos, convertirse en el líder de tantos fieles?

–Para empezar, asociándose con una persona mucho más inteligente que él como fue Manuel Alonso Corral . Clemente era un relaciones públicas pero el cerebro era Manolo, que decía los pasos que había que dar en cada momento. Uno estaba en el despacho y el otro daba la cara. Fue el éxito de dos personas.

–¿Cree que una historia así hubiera sido posible fuera de Andalucía?

–Creo que sí, porque en esa época hubo muchas apariciones marianas. En este caso hay una lucha por hacerse con el control de la finca y Manolo y Clemente intentaron ganar. Convencieron a mucha gente de fuera de Andalucía, su éxito es en realidad haber convencido a personas de un alto poder económico de todo el mundo. Andalucía fue más bien el escenario.

–¿Y cree que algo así se podría repetir en los tiempos que corren?

–Lo veo complicado. Hoy se podrían extrapolar sus discursos a otros ámbitos, pero el peso religioso ya no es tanto.

–Estamos hablando de un movimiento que recaudó en sus buenos tiempos muchos millones de pesetas. ¿Queda algo de aquel imperio?

–Sí, de eso viven. Van vendiendo su patrimonio inmobiliario poco a poco. Sus tentáculos llegaron a todos los continentes y van desprendiendose de sus bienes, pero siguen generando muchos ingresos porque un fiel palmariano está casi obligado a cederles su casa una vez que fallezcan, entonces esos bienes se venden y siguen generando ingresos. También piden diezmos a sus fieles y aunque no son ni la sombra de lo que fueron, siguen teniendo un patrimonio importante, y por supuesto la finca de 11 hectáreas. Todavía hay fondos.

–Para escribir el libro ha consultado muchas fuentes, incluyendo testigos de los hechos, pero no ha podido hablar con los responsables actuales de El Palmar. ¿Le queda esa espinita?

–Sí, claro, me hubiese encantado, pero ya sabía que eso ocurriría porque llevan sin hablar con la prensa desde 1977. Lo he intentado y me han dicho que no. –¿Cuánto tiempo le ha llevado esa investigación?

–En total unos dos años, desde que empecé a escribir, aunque hubo también un importante parón por culpa del coronavirus y entre tanto he seguido entrevistando a gente.

"Su existencia es una huida hacia adelante, pero tienen cantera, animan a sus fieles a tener muchos hijos”

–Quizás las generaciones más jóvenes no saben quién fue el Papa Clemente ni qué pasó en El Palmar de Troya. Aún así la iglesia palmariana sigue operativa. ¿Cree que seguirán adelante a pesar de todo?

–Yo creo que sí, su existencia hace tiempo que es una huida hacia delante y cada vez se les augura menos futuro, pero con augurios de una desaparición próxima llevan 30 años, aguantan lo que les echen. Ahora han tenido un brote muy importante de coronavirus y han fallecido algunos miembros, aunque ya lo han superado y siguen adelante. Además tienen cantera, motivan a la congregación para tener muchos hijos. Yo estuve allí en su Semana Santa y me sorprendió la cantidad de niños que había, muchos de ellos hablando en alemán.

–Es una secta, en realidad.

–Esa es la gran palabra. Yo he querido contar los hechos de la forma más amena posible y confío en que la inteligencia del lector haga el resto. Me he limitado a consultar a personas que saben más que yo.

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