Con la cineasta Anna Biller y su desconcertante The Love Witch, el Festival de Cine Fantástico de Sitges experimentó ayer un intento de reivindicar el el género desde una óptica feminista: "Me interesaba hablar de la experiencia femenina diaria, pero en un entorno más mitológico y fantástico; quería que se viera como un cuento de hadas en ese ambiente de realismo psicológico", ha declarado la directora, que es además productora y guionista del a cinta. Biller confiesa que su trabajo parte del ensayo Placer visual y cine narrativo, de Laura Mulvey, que denunciaba que "el cine está hecho desde una mirada masculina". El referente estético de The Love Witch es el cine clásico de Hollywood y el cine europeo, en particular Hitchcock, del que la cineasta ha estudiado su iluminación, puesta en escena, elaboración del guión y de la música.

También dentro de la competición oficial, el director canario Mateo Gil presentó Proyecto Lázaro: una película que surgió a partir de su "propio miedo a la muerte" y que se nutre de numerosas referencias, como Frankenstein o Lovecraft. Guionista habitual de Amenábar, Mateo Gil propone aquí una historia que se mueve entre nuestro presente y 2084, cuando un grupo de científicos criogénicos celebran haber conseguido resucitar por primera vez a una persona.