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La campaña de aceituna salva los muebles en el campo gaditano

Miguel Mellado, padre, en el campo de Aceites Adriana en Puerto Serrano.

Miguel Mellado, padre, en el campo de Aceites Adriana en Puerto Serrano. / D.C.

La campaña de aceituna de este 2023 afronta su recta final con unos resultados justos, pero que parecían algo imposible hace unos meses, cuando la cosecha se las prometía tan catastrófica como la del año anterior, que arrojó en algunas zonas más con hasta un 45% de recolección.

En el campo gaditano, las lluvias de otoño han bastado para que el olivar hinchara la aceituna hasta hacer que el cómputo de kilos recogidos ronde unos números decentes: “A nivel de kilos –comenta Juan Herrera, de la Cooperativa Nuestra Señora del Rosario en Algodonales–, la cosecha es buena, pero no tanto en lo que se refiere a rendimiento, que está muy a la baja. Pero claro, como le digo a la gente, todo no puede ser. En Jaén yo imagino que habrá sido más o menos igual, con un rendimiento bajo”.

El rendimiento es la cantidad de aceite que se obtiene por cantidad de aceituna recogida: tras un periodo de sequía muy serio, ante el agua caída, el olivo se ha chupado todo lo que ha podido, pero a la aceituna no le ha dado tiempo de ir perdiendo hidratación para que la fuera tomando el árbol. La aceituna de esta cosecha por tanto, es menos grasa: hay que coger más para obtener un aceite de la misma calidad.

“Nosotros, por ejemplo –continúa Juan Herrera– aquí hemos tenido una cosecha relativamente buena, con unos seis millones de kilos. Pero el rendimiento es bajo, como si hubiera sido una cosecha de cuatro millones y medio, entre 800 y 900 mil litros”.

De la misma situación habla Miguel Ángel Mellado, de Aceites Adriana, en Puerto Serrano: “Si en general salían, 22, 23,hasta 26 litros por cada 100 kilos, ahora estamos produciendo catorce o quince”.

Pero, comparando con el año pasado, hablando de kilos de aceituna y litros de aceite, de una cosecha que suele recoger entre 80 y 110 mil kilos, el año pasado recogieron 40. Este año van por 68 y calculan que rondarán los 90: una cantidad normal en kilos, pero en aceite solemos sacar 17.000 litros y ahora mismo tenemos trece”.

Así que, sí, mucha aceituna pero menos rendimiento y, dice Mellado, dependiendo de la zona: “En el área de Cazorla, por ejemplo, lo mismo te encontrabas a uno con buena cosecha que a otro que no. Aun así, hemos tenido mucha suerte, porque cuando ha tenido que cuajar, no ha hecho mucha calor”, indica.

La sequía prolongada y el calor excesivo, que han machado hasta a los alcornocales, han tenido un efecto positivo al menos en el tema de la mosca del olivo, “que no pica con un calor exagerado y luego, en cuanto se pone morada la aceituna, pues tampoco”, añade Juan Herrera.

Falta de mano de obra en el olivar

Salvado el tema de la cosecha, el problema que está encontrando la campaña de aceituna en Algodonales es la mano de obra: una hemorragia que se ha ido dando año tras año y que, según Juan Herrera,va asociado a la tendencia natural del campo: “Hay muy poca gente, cada vez más mayor, los jóvenes están a otras cosas. Es muy difícil encontrar mano de obra sobre todo, para un tipo de olivar como es este, donde la maquinaria es muy difícil”, comenta.

Respecto a las ayudas por sequía, comenta desde Algodonales que “ni se han tramitado” por las complicaciones que supone luego “si te viene una cosecha decente”. Miguel Ángel Mellado lamenta, en este sentido, que el PAC cada año lo ponga “más difícil, porque no puedes hacer muchas de las tareas que se hacen normalmente en el olivar tradicional”.

“Otro de los problemas que hemos tenido –continúa Mellado– es que, a la hora de la venta, el que te compraba seis, ahora te compra tres y medio o cuatro”.

“Las bodegas de las cooperativas –continúa– no tienen aceite. Yo he solicitado para un cliente de conservera, que necesita aceite del año anterior para que el sabor no sea muy fuerte, y no hay: esto es algo excepcional, porque las bodegas siempre se quedaba con aceite de reserva”.

Pero no es, desde luego, sólo el tema de la oferta lo que dispara el precio del aceite en los lineales de los supermercados. “Las grandes marcas deciden abaratar, compran, suministran y después lo suben”, indica Mellado.

Aun así, no se cree que el precio del litro de aceite vaya a bajar mucho a medio plazo para los consumidores: lo que hará, como mucho, será estabilizarse.

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