ENTREVISTA A ALBERTO ROMERO PALACIOS. COORDINADOR DE LA UNIDAD DE ENFERMEDADES DE INFECCIOSAOS DEL HOSPITAL CLÍNICO UNIVERSITARIO DE PUERTO REAL

“La pandemia del coronavirus ha tapado el brote de Virus del Nilo”

  • El Virus del Nilo Occidental se transmite por la picadura de un mosquito y nunca entre humanos. No es una enfermedad nueva, pero nunca había tenido tanta incidencia en Cádiz.

  • "La probabilidad de desarrollar la enfermedad es baja y el 80% de los casos son asintomáticos”

Alberto Romero Palacios. Coordinador de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario de Puerto Real

Alberto Romero Palacios. Coordinador de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario de Puerto Real / C.P. (Puerto Real)

Cuando estábamos aprendiendo a vivir con el coronavirus aparece en la provincia un brote de la Fiebre del Virus del Nilo Occidental (VNO). ¿De qué estamos hablando?

–El Virus del Nilo Occidental lleva mucho tiempo en España. Los primeros casos en la península se diagnosticaron en 2004, pero es verdad que fueron casos muy esporádicos y con una evolución que, generalmente, fue benigna.

 –¿Qué ha pasado ahora?

–Pues que este año ha habido un cambio importante en dos aspectos. Uno es que se han producido casos en mayor cuantía y otro que han sido de mayor gravedad. Realmente ha tenido un impacto en la población que no habíamos visto en esta zona. El porcentaje de pacientes que ha desarrollado encefalitis en el Hospital de Puerto Real ha sido alto y la tasa de mortalidad en ellos también. Es verdad que la mayoría de los afectados eran mayores, que son, por presentar enfermedades de base, los que presentan un mayor riesgo de mala evolución clínica.

 –¿Hay preocupación por el virus?

–La probabilidad de que una persona infectada desarrolle la enfermedad del VNO es muy baja. La mayoría (80%) la pasa de forma asintomática y tan sólo una de cada 150 personas contagiadas desarrolla una infección grave. Pero quien desarrolla esa forma clínica grave, puede padecer una inflamación severa del sistema nervioso central, con las complicaciones que esto trae. Si se te inflama el tobillo te duele al caminar, si se inflama el pulmón te cuesta respirar, pero si se te inflama el cerebro lo que falla es el nivel sensorial y cognitivo: marcha inadecuada, movimientos involuntarios, alteración de la conducta… Eso impresiona mucho, porque una persona con una clínica así impacta. Pero, además, como sabemos que es una patología grave, a nivel medico también nos preocupa.

 –¿Ha sido un virus más mediático que otra cosa?

–Yo diría que no. Es más, creo que la pandemia del coronavirus ha tapado en parte el brote de West Nile en la provincia. Si hubiera ocurrido en otro momento, sin una pandemia del calibre de la que vivimos, probablemente se le hubiese dado una relevancia mucho mayor.

  –¿Cómo se producen las infecciones?

–Siempre mediante la picadura de un mosquito. Las zonas de propagación del virus suelen ser zonas pantanosas donde las aves, en su trayecto migratorio procedente de África (donde la infección tiene carácter endémico) actúan como portadoras del virus. Cuando las aves hacen sus paradas en estos hábitats, son picadas por un mosquito que adquieren el virus y que, al picar a otra ave, diseminan la infección entre ellas. En ocasiones, el mosquito que porta al virus, no pica a otra ave, sino que lo hace a un roedor, un caballo o una persona, quienes se comportan como huéspedes incidentales, en los que el ciclo vital del virus termina. En ninguna de estas tres especies, el virus puede replicarse lo suficiente como para que, si un mosquito los pica, este adquiera el virus. Esto es lo que hace que no sea posible en ningún caso la transmisión de la infección entre personas, o de un caballo a una persona.

 –Contagiarse por una picadura de mosquito parece muy fácil…

–El paso fundamental para erradicar la infección es eliminar el vector que la trasmite. Es totalmente distinto al coronavirus. En este caso es necesario que haya un vector entre un ave y una persona, lo que lo hace aún más difícil la infección. El ave debe estar infectado con niveles altos de viremia, ser picado por un mosquito y ese mismo mosquito picar a una persona, y sabemos que los mosquitos no tienen una vida larga (apenas una semana). Es verdad que se deben dar muchos factores a la vez, pero en este brote se han dado. De hecho, si hay un paciente que ha ingresado con una encefalitis hay otros 150 que han pasado la enfermedad de una forma asintomática o muy poco sintomática (unas 24-48 horas de fiebre y dolores musculares, por ejemplo). Si hiciésemos un estudio de seroprevalencia, como se ha hecho con el coronavirus, probablemente nos sorprendería encontrar anticuerpos frente al VNO (indicativo de que se ha pasado la infección) en más individuos de lo que pensamos.

 –A ese pequeño porcentaje al que sí les afecta de forma grave, ¿Qué les pasa?

–El sistema inmunitario juega un papel fundamental. Una vez que el virus entra en el organismo, la diferencia entre pasar el virus de forma asintomática o desarrollar una encefalitis está en la capacidad de atravesar la barrera hematoencefálica. Esto es una “muralla de seguridad” que protege al sistema nervioso central del resto del organismo. Esa muralla esta reforzada por el sistema inmunitario. Por lo tanto, la capacidad del virus para pasar dependerá de lo integra que esté esa muralla. Si el sistema inmunitario del paciente está deprimido la capacidad del virus para pasar será más fácil.

 –¿Debemos suponer que afecta a personas de avanzada edad?

–El sistema inmunitario envejece por lo que esa “muralla” es más débil, sí. Pero también podría afectar a las personas que tienen enfermedades con inmunodepresión, como puede ser un cáncer o la diabetes mal controlada. No es solo una cuestión de edad, pero no deja de ser un factor importante.

–¿De qué patologías estamos hablando?

–Principalmente hay tres formas en las que el virus puede afectar al sistema nervioso central. En el 50% o 60% de los casos se produce una meningitis que puede presentar un cuadro de cefalea intensa, fiebre o rigidez de nuca, pero no produce alteraciones del comportamiento. En ocasiones ni tan siquiera requiere un ingreso hospitalario. Alrededor del 30% desarrollan la encefalitis, que es más grave puesto que ya implica alteraciones en el funcionamiento del sistema nervioso central que se refleja con anomalías en comportamiento, en la marcha… A veces, se deteriora de forma intensa el nivel de conciencia del paciente. Estos últimos son los casos más graves, y en los que es necesario asegurar la vía aérea mediante una intubación, cuya finalidad es separar la vía aérea de la vía deglutoria y evitar que los pulmones se llenen de secreciones orofaríngeas que el paciente, por su bajo nivel de conciencia, no es capaz de deglutir. Después hay un porcentaje más pequeño, en torno a un 10%, que desarrollan una parálisis flácida: una hipotonía de toda la musculatura, que puede llegar a producir una parálisis respiratoria. Esta es una manifestación de extrema gravedad, pero afortunadamente es de las menos frecuentes.

 –¿Qué tratamientos hay?

–En los casos asintomáticos el paciente ni siquiera demanda atención médica. Cuando los síntomas son leves (fiebre, cansancio, dolores musculares…) se recomienda reposo, paracetamol y vigilancia de síntomas. Las que realmente nos preocupan son las infecciones del sistema nervioso central: ninguna de las formas que antes mencionamos (meningitis, encefalitis y parálisis fláccida) tiene un tratamiento específico frente al virus, y únicamente nos podemos limitar al tratamiento de soporte (hidratación, antiinflamatorios y soporte ventilatorio si precisara) hasta que la inflamación que produce la infección en el sistema nervioso vaya remitiendo y el paciente recupere entonces el nivel de conciencia.  De hecho, son pocas infecciones víricas que seamos capaces de tratar y eliminar del organismo, y el coronavirus es un ejemplo más de ello.

 –¿Ha sido una sorpresa enfrentarse a este virus ahora? ¿Estábamos preparados?

–Los primeros casos que se dieron en el Hospital de Puerto Real fueron en 2010, cuando hubo dos pacientes. Antes, frente un paciente con un cuadro de meningitis vírica, no nos planteábamos la posibilidad de que la causa fuera el VNO. Ahora sí lo tenemos presente y cada vez que tenemos un paciente con meningitis vírica o linfocitaria, existe un protocolo destinado al despistaje de esta infección.

–¿Cómo han evolucionado los casos desde hace una década?

–Pues apenas se han detectado casos en el Hospital de Puerto Real, y eso es significativo, pero a tenor de los datos de prevalencia en el ganado (donde sí se declaran casos todos los años), siempre lo tenemos presente y finalmente este año ha repuntado. Es una enfermedad infecciosa de la que vemos únicamente la punta del iceberg ya que probablemente tenga debajo un porcentaje importante de población asintomática. Quizás de aquí a unos años termine considerándose una enfermedad a tener muy en cuenta en nuestro medio por su creciente prevalencia.

 –¿Porque ahora tras una década de ausencia?

–Yo no le veo una explicación exacta, pero la fumigación es clave. Quizás durante el confinamiento se hayan dejado de fumigar algunas zonas. Sí realmente ha habido una disminución, esto influye en la proliferación de mosquitos y han terminado produciéndose más casos en humanos.

–¿Existen vacunas frente al Virus del Nilo?

–Sólo desarrollada para animales. Existen campañas vacunales para el ganado equino, pero para las personas no hay ninguna medida de prevención más allá de evitar la proliferación de los mosquitos y poner barreras a su picadurano le veo una explicación exacta, pero la fumigación es clave.

 

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