Pedro Duque | Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación

"Cada vez más mentiras nos irán ocultando la verdad"

  • El máximo responsable de la investigación en nuestro país habla sobre algunos de los principales proyectos andaluces, así como de los objetivos que le gustaría ver cumplidos

El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Pedro Duque.

El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Pedro Duque. / Fito Carreto

Su nombramiento, justo hace ahora un año, al frente del Ministerio de Ciencia vino a servir de bálsamo a la autoestima colectiva. Todo país en depresión anímica debería tener este tipo de compensaciones, de recordatorios amables:· “Tenemos a un astronauta como ministro, ¿quién más puede decir eso?”. Ingeniero aeronáutico y miembro del cuerpo de astronautas de la ESA (Agencia Espacial Europea), Pedro Duque (Madrid, 1963) visitó esta semana el Real Observatorio de la Armada en San Fernando y distintas instalaciones en Navantia y el Campus de Puerto Real de la Universidad de Cádiz.

–Más allá de las competencias, su nombramiento fue un gran acierto a nivel de imagen en la pasada legislatura. ¿Qué le llevó a aceptar? Todos conocemos eso de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

–Bueno, gracias. Acepté porque nos pasamos el tiempo hablando de cómo habría que hacer las cosas y dado que tenía ideas al respecto, y he hablado mucho sobre ello a quien me quisiera escuchar, me pareció que era el momento de aceptar responsabilidades. La opción era seguir diciendo lo que tenían que hacer los demás, o probar a hacerlo yo. Creo que era la opción lógica y necesaria. Realmente, pensé que podría contribuir.

 –¿Qué objetivo le gustaría ver terminado independientemente de su permanencia al frente de la cartera?

–Llevamos muy avanzado el proyecto marco de Ley de Universidades, así como la nueva Ley Orgánica, que considero fundamentales. Sea quien sea quien esté al frente de este ministerio, ya se han sentado las bases de un pacto con los distintos agentes a lo largo del último año. Al fin se ha establecido un consenso sobre lo que necesita el sistema universitario; yse ha superado el ambiente enrarecido que había en los últimos tiempos, que hacía muy difícil llegar a un pacto común por la inversión en ciencia. Digamos que ese mal clima ha bajado mucho de intensidad. Hemos visto que hay objetivos que están a nuestro alcance, y que existe un muy buen escenario, muy buena base sobre la que actuar.

–La rumurología. Por un lado, se dice que repetirá ministerio. Por otro, se habla de un perfil como el de Ángel Gabilondo.

–Sí.

–Imagino que le gustaría repetir:ha sido realmente poco tiempo.

–Yo estoy a disposición del presidente. Sí es cierto que este año escaso ha pasado muy rápido: casi no he tenido tiempo ni de meditar sobre lo que hemos hecho. Así que, si él quiere, seguiré al frente. Si no, seguiré contribuyendo como diputado. Más allá de eso, hay muchos proyectos que dejé parados con la excedencia, pero realmente creo que, en este cargo, puedo aportar una visión más global y más consciente.

–Vayamos a lo cercano. Hay tres empresas españolas interesadas en el proyecto del hyperloop. Dos de ellas, en Málaga y en Cádiz. ¿Cuál es, en su opinión, la viabilidad de la iniciativa a nivel de coste y seguridad?

–Son proyectos que acaban de echar a andar y a los que rodea la incertidumbre. Se necesita mucha investigación antes de saber siquiera si tienen sentido. Nosotros hemos tenido ya conversaciones con distintas agencias de innovación y estamos esperando que presenten los proyectos, a los que estamos completamente abiertos. ¿Qué ocurre?Que esto es más difícil, ya no son proyecciones:darle corporeidad a algo así lleva tiempo. Desde luego, estamos abiertos al diálogo y cualquier oferta viable tendrá respaldo.

"El año ha pasado muy rápido, casi sin tiempo para reflexionar. Yo estoy a disposición del presidente"

–Málaga proyecta una exposición sobre sostenibilidad y crecimiento para 2026, y le gustaría contar con el respaldo gubernamental ante la Oficina de Exposiciones Internacionales en París.

–Lo único que puedo decir al respecto es que este, el de ahora, es un gobierno muy centrado en la sostenibilidad y la protección del medio ambiente, con líneas de financiación sobre edificación sostenible, reducción de gastos energéticos, electrificación del transporte... A diferencia de otras legislaturas, las políticas no han sido estáticas ni compartimentadas. Este gobierno es diferente:los ministros hablamos los unos con otros. No tiene sentido que yo no tenga conocimiento de lo que hace el Ministerio de Transición Ecológica, o el de Trabajo, o los proyectos que compartimos con Defensa.

–Sevilla acaba proponer la creación de un centro de incubadoras de empresas para la ESA. Este año, además, la capital ostenta la presidencia de las ciudades Ariane. ¿Qué oportunidades podría tener la ciudad en el sector?

–De industria incipiente, la industria aeroespacial ha ido adquiriendo cada vez un mayor peso, incluyendo también todo lo que se desarrolla alrededor de Airbus. Se puede continuar en esa línea: Sevilla tiene además, como Cádiz, la ventaja de tener una universidad, de ofrecer un punto de retroalimentación. A nivel de creación de empresas en el sector, por ejemplo, en Holanda no dan abasto: se presentan de continuo muy buenos proyectos en un entorno muy competitivo;eso hay que tenerlo en cuenta. Sería estupendo, desde luego, que en la reunión ministerial en noviembre pudiéramos sacar pecho con algo así.

–Hoy día, Europa invierte en ciencia un 22% más que antes de la crisis; España, casi un 6% menos. ¿Por qué nos hacemos esto?Es nuestra oportunidad de ser algo más que un país de camareros.

–Durante justo los años de la crisis, el incremento de la media europea en inversión en ciencia y tecnología fue bastante considerable, incluyendo en esta línea a países como Portugal. Tuvieron muy pronto, muy rápido, esta visión de que era la forma de salir del hoyo, la salvación a medio-largo plazo. Los equipos científicos en este país son gente heroica que ha seguido trabajando en proyectos europeos: de hecho, somos el país líder en dirección de proyectos conjuntos dentro de la UE. La inversión en ciencia es la riqueza de las próximas generaciones: de hecho, yo creo que sólo existe un activo que tenga un valor constante, y es la inversión en conocimiento y desarrollo del talento. Creo que nosotros íbamos por buen camino hasta justo después de estallar la crisis. No sé por qué hemos tenido esa visión cortoplacista. Insisto en que este gobierno es distinto: la Ley de Universidades que hemos impulsado incluye desarrollar distintos pactos por la ciencia.

"Durante la crisis, muchos países tuvieron claro que la esperanza era invertir en ciencia"

–Una queja común en los investigadores es la desorbitada cantidad de presupuesto no ejecutado (en 2017, apenas se gastaron tres de cada diez euros computados).

–Pienso que es necesario diferenciar entre el presupuesto directo destinado a ciencia, que se ejecuta en un 100%, y el montante que podríamos decir que actúa como un sistema de crédito, ya que a la ciencia le queda mucho para ganar dinero. En este sentido, siempre he dicho que sería útil replantearse las reglas para que existiera una mayor participación de sindicatos y empresas en los consejos universitarios, que se fomentara la relación con el tejido empresarial.

–Bueno, del estancamiento a la hora de desarrollar proyectos se culpa, sobre todo, a una burocracia anquilosada.

–Sí, es cierto que se dan complicaciones administrativas, producto del celo en el control presupuestario que surgió como medida de reacción ante posibles abusos. En marzo de este año, hemos propuesto una serie de medidas que reducen la carga añadida a distintos organismos dentro de la administración, que es cierto que han visto complicarse mucho su día a día; y hemos cambiado la ley; los contratos del sistema de ciencias e innovación se rigen ahora por normas mucho más livianas que las de los demás contratos, algo que va a tener efectos muy positivos.

-¿Qué hemos hecho mal para que el simple concepto de terraplanismo tenga oxígeno?

–Forma parte de un fenómeno muy actual, muy de ahora, imposible de encajar en otra época. Quizá dimos por hechas muchas cosas:esperamos que las personas sepan distinguir verdad y mentira, pero lo cierto es que no es así; no existe una filtración exhaustiva, a ningún nivel, y las consecuencias las estamos viendo y padeciendo. El final último en el terraplanismo es, como siempre, el beneficio económico:hay mucha gente ganando dinero con ello. Si sigues los enlaces en cualquier texto de estos, al final es adonde llegas. Nada es gratis y, este tipo de engaños, menos todavía. Y bueno, al menos estos no causan daños mayores...

–Ahí tenemos a los antivacunas.

–Jugando directamente con la salud, y la gente se muere, puede morirse por eso. Al menos en temas de salud pública, debemos promover algún tipo de medida, campañas en todo el sistema nacional de salud que dejen claro lo que funciona, lo que de verdad sirve y quelo demás, todo lo que te digan y vendan, como mínimo, está por ver. Para ello, también, hay que conocer al enemigo y realizar un análisis pormenorizado de todas esas tendencias sospechosas y mentiras que te ofrezcan soluciones a enfermedades.

–¿Sabe qué llama la atención? La rapidez. La velocidad a la que se extienden las falsas creencias.

–Hay que actuar ya. Hemos de enseñarles a nuestros hijos que no se tienen que creer mucho de lo que les llega por las pantallas, que no tienen que tragarse de forma automática todo aquello a lo que acceden. Proponerlo no desde un espíritu prohibitivo, sino desde un afán de contraste. Y hay que planteárselo, este comportamiento, esta nueva educación, más allá del propósito, porque cada vez más mentiras nos van a ir ocultando la verdad.

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