Entrevista al pregonero de la Feria de Primavera

Pepe Mendoza: “En la Feria de El Puerto, los días de fino y de rosas devuelven la confianza en la vida”

El pregonero de la Feria portuense, Pepe Mendoza, posando en el claustro del instituto Santo Domingo.

El pregonero de la Feria portuense, Pepe Mendoza, posando en el claustro del instituto Santo Domingo. / D.C.

-El próximo lunes 3 de junio tenemos una cita con usted en la caseta de Helo-Libo. ¿Está nervioso?

-Más que nervioso, pesa sobre mí una especie de maldición bíblica desde que me eligieron para dar el pregón: que no se me venga el tiempo encima, que no me traicione la memoria, que no se me olvide guardar la última versión del texto… Y sobre todo, de no pecar contra el primer mandamiento del que hablaba el escritor Manuel Alcántara: no aburrir ni a Dios sobre todas las cosas.

-No es su primer pregón, ya que exaltó la Fiesta de los Patios en 2011, pero no es un pregonero al uso. ¿Qué podemos esperar de su Pregón de la Feria?

-Aunque suene a tópico, a lugar común, creo que será un pregón muy portuense. Pero también me he esforzado para que las personas que puedan acudir de otras localidades no les sea ajeno. Lo que sucede en el pueblo de uno, si está bien contado, si conecta con las emociones de los que vienen de afuera, se hace inmediatamente global. Lo universal no es otra cosa que lo local sin tabiques.

-Supongo que se rodeará de amigos y colaboradores, como ya hizo en aquella experiencia de los patios.

-Sí, por supuesto. Durante estos tres meses, a algunos amigos a los que he dejado en paz esta vez les he tenido que decir por whatsapp que me cogieran el teléfono, que quería hablar con ellos de otras cosas, que los había liberado, que no les iba a endilgar un nuevo marrón.

-Pese a no ser un pregón oficial, esta cita tiene mucho caché y solera. ¿Da un poco de respeto asomarse a ese atril?

-Por supuesto. ¿Qué dice uno después de que hayan estado detrás de ese mismo atril vecinos del prestigio social de Antonio Muñoz Cuenca, de Juan Villarreal, de Joaquín Perles, de Enrique Miranda, de Francis Gallardo, de Javier Maldonado, de Rafa Navas o de usted misma, entre otros? Tengo el síndrome del impostor. Espero que no me descubran antes del 3 de junio y terminen echándome por la borda.

-¿Es usted muy feriante?

-Lo he sido y mucho. Durante la juventud, yo era de los que entraba el día de la velada y salía el lunes, mucho después de los cohetes, cuando ya habían desmontado la mayoría de las tómbolas, de las casetas y de los cacharros. Ahora digamos que soy un feriante cualitativo, que disfruta plenamente de los dos o tres ratos que voy.

-¿Es más de fino o de rebujito?

-Siento no ser respetuoso con el fruto de la vid y del trabajo del hombre, pero en la feria, y solo en la feria, rebujito.

-¿Feria de día o de noche?

-De día. Y si se está a gusto y en buena compañía, seguir celebrando juntos la llegada de la noche.

-¿Cómo es para usted un día perfecto de Feria en El Puerto?

-Pues un día en el que te encuentras a amigos a los que aprecias y a los que hace mucho que no ves. Un día en el que todo fluye en armonía, sin malos rollos. Un día en el que has hablado, comido, bebido y bailado en condiciones. Quien lo probó lo sabe.

-¿En qué necesitaría mejorar la fiesta, o está bien como está?

-Bueno yo todos los años echo de menos unos servicios públicos municipales bien equipados y limpios. Aunque igual están y yo no los veo. Serán cosas de la edad, de la próstata y de las dioptrías. De todas formas, también los ciudadanos tenemos la obligación de mejorar la fiesta con nuestro comportamiento. Lo nuestro, decía Agustín Merello, necesita de nosotros.

-¿Qué tres cosas imprescindibles cree que hay que llevar a la Feria, como kit del perfecto feriante?

-Ganas de divertirse, un calzado lo más cómodo posible y toneladas de paciencia.

-Una vez escribió usted en una columna en este periódico que la playa nos igualaba a todos cuando nos vemos allí en bañador, sea cual sea nuestro rol en la vida. ¿Pasa lo mismo con la Feria?

-Yo creo que sí. Yo creo que la Feria nos socializa, en el mejor sentido de la palabra. La Feria es un descanso en los afanes diarios en la que caben todas nuestras ganas de celebrar, nuestras alegrías, nuestros anhelos, nuestra necesidad de buscarnos y encontrarnos entre los otros. Y creo también que esos días de fino y de rosas devuelven siempre la confianza en la vida.

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