El gusto de los de arriba

Pepe Mata

03 de febrero 2024 - 06:00

Con este eufemismo solemos los carnavaleros referirnos a la opinión del jurado, ya que es habitual comentar en los mentideros carnavalescos que es el gusto de los miembros de este, el que determina el pase de las agrupaciones a la siguiente fase, así como los premios que se otorgan. Bajo mi punto de vista, esto no debe ser así, el jurado no está para valorar a las agrupaciones según sus gustos, ese criterio es tan subjetivo que podría desembocar en decisiones injustas. Incidiendo en este debate y aplicándose ese razonamiento, puede darse la circunstancia de que un autor escriba una letra con la que el jurado discrepe, bien por su tendencia política, por su inclinación cultural religiosa, agnóstica o por cualquier otra situación personal. Llegados a ese contexto, los encargados de puntuar las coplas deben inhibirse de “sus gustos o de su opinión respecto a un mensaje lanzado”. Un ejemplo recurrente puede ser el hecho de que un vocal sea simpatizante e incluso militante de un partido político y se encuentre en la tesitura de tener que puntuar una crítica con la que disienta totalmente, por razones obvias.

Si se es coherente a la hora de impartir justicia carnavalesca, el jurado debe de inhibirse de su inclinación, de su tendencia y sus prejuicios y dedicarse a valorar cómo está escrita esa letra, si está bien o mal construida, si lo que pretende el autor ha quedado claro en el mensaje y todo aquello que pueda ser susceptible de puntuarse, sin entrar a valorar cuestiones subjetivas que contribuyan a esa desafuero y arbitrariedad que a veces se produce.

Todo esto es aplicable también a los diferentes estilos de cada modalidad. Hay agrupaciones clásicas, modernas, transgresoras…, pero por encima de ello, lo que hay son agrupaciones muy buenas, buenas o regulares, independientemente del gusto y del estilo musical preferido por cada miembro del jurado. Se trata de valorar las virtudes de cada puesta en escena, letra, música y afinación y olvidarse de ese tan repetido “gusto de los de arriba”. Dicho esto, por más ecuánime que se sea, es imposible contentar a todo el mundo, doy fe, el éxito simplemente radica en equivocarse lo menos posible.

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