Retrocarnaval

El Ronco: "Los chavales de ahora son unos fenómenos, pero el Carnaval no lo han inventado ellos"

Manuel Cabanas ‘El Ronco’ en su domicilio de la calle Matrona Modesta Calvo.

Manuel Cabanas ‘El Ronco’ en su domicilio de la calle Matrona Modesta Calvo. / Lourdes de Vicente

Manuel Cabanas ‘El Ronco’, que con su voz de segunda nato no hace falta preguntarle por el origen de su apodo, debe su afición al Tito, Antonio Carrión, chirigotero de antaño y padre de El Cabra, chirigotero de antaño. “Él me llamó para salir en ‘Los brujos’, del Chimenea, en 1970. Ya estaban ensayando y faltaba un guitarra. Ese fue mi debut, con un tercer premio. Iba gente muy de Carnaval como Manolito Alba, que luego salió con la peña Nuestra Andalucía, y Paquito de Los Beatles de director”.

En 1971 no salió cantando, pero sí fue el autor de la música de una comparsa que vino desde Barcelona, ‘Los añorantes de su Cai’, formada por trabajadores gaditanos en la Ciudad Condal. “Me cogió allí trabajando y el Chimenea, que era el letrista junto a Manolo Rafoso, me pidió que le echara un cable. Esa comparsa se formó en la Casa de Cádiz en Barcelona, cerca de mi casa, en La Barceloneta. Yo iba todas las noches a los ensayos”.

De vuelta en Cádiz comenzó a ensayar, en 1972, con ‘Los pitirolos’ del Chimenea y Antonio Torres. “Tuve un problema en esa agrupación, cosas que pasan. Y me fui faltando dos meses. Vino mi tío Tito y me dijo que me fuera con él, que salía con Juan Poce en ‘Los tontos de las bolas’. Fuimos tercer premio y ganaron ‘Los pitirolos’”. Con Poce se mantuvo para salir en 1973 en ‘Los empapeladores’, que ensayaba en la calle Vea Murguía. ¿Cómo era Juan Poce? “Uffff. Más bueno y más noble... Un caballero. Y honrado. Todo lo que te diga es poco. Si en el 71 no hubiera estado yo en Barcelona hubiera salido con él en ‘Los ligones’”, señala.

Volvió con el Chimenea para salir en ‘Los bardos’ en 1974 y repitió con este autor en 1975, alcanzando el primer premio con ‘Los cocineros del pan rallao’. En esos años estuvo con dos de los grandes autores, pero le faltó Fletilla. “Me hubiera gustado, la verdad, pero nunca se dio”, evoca.

Del parón en su currículum carnavalesco en 1976 y 1977 tuvo buena culpa el recordado representante Manolo Portela, que había creado el cuarteto humorístico y musical denominado Los mendas. “Yo estaba trabajando en la basura, en Focsa, y vinieron a buscarme El Pepón y Paco el Nevara a la esquina de la venta El Pozo en la avenida Marconi, donde esperábamos al camión que venía a las diez de la noche de la Zona Franca. Me ofrecieron irme con ellos, porque se les había ido El Masa. Al poco de yo entrar se fue también El Joti. Y yo les di el nombre de uno, Eduardo Leal, que luego se convirtió en solitario en ‘El Sardinita’. Debuté en Los Canasteros, en Madrid, el tablao de Manolo Caracol”.

El Ronco estuvo dos años con Los mendas, grabando discos, “donde tocaba la guitarra Paco Cepero”, y actuando por toda España. “Ahí nos buscamos bien la vida”, reconoce.

"Vinieron a buscarme el Catalán Grande yEl Habichuela para salir en ‘Los golfos’. Un conjuntazo. Pero yo había dado mi palabra a Juan Poce y era incapaz de darle ese disgusto"

Acabada su etapa en Los mendas, el Ronco fue reclutado de nuevo por Juan Poce para salir en 1978 en ‘Los pornográficos’. “Hicimos la reunión en el bar 606, de la calle La Rosa. Allí nos comprometimos y para adelante. Eso fue un viernes. Y al día siguiente me vinieron a buscar el Catalán Grande y ‘mi hermano’ El Habichuela para salir en ‘Los golfos’. Un conjuntazo. Los Catalanes, los Ávila… Pero yo había dado mi palabra a Juan Poce y era incapaz de darle ese disgusto. El Catalán, en primer lugar, me dio la mano por ser un hombre de palabra. Y luego me dijo que al año siguiente contaría conmigo”.

Y así fue. Ronco llegó en 1979 a la comparsa ‘Húngaros gitanos’, tercer premio, escrita por un chaval de 16 años llamado Luis Galán, que al año siguiente fue ‘Luceros del alba’.

Con el Catalán Chico de director

De un Catalán a otro. Del grande al chico en 1981. Perico iba a dirigir ‘Salado, dulce y amargo’, de Luis Ripoll y Felipe Campuzano. “No veas el personal que iba allí. ¡La humareda que salía del local de ensayo enfrente de la peña Nueva Gades! Tenían que cerrar hasta la puerta de la peña del pestazo”, cuenta entre risas. Dice que a Catalán Chico “había que verlo en estado puro y tirando siempre para adelante con todo. Con un temperamento fuerte, pero un corazón grandísimo. Después de la tormenta se venía abajo”.

El mítico comparsista no iba a salir en 1982, según explica El Ronco. “A mí me llamaron para ‘Los pimpis de Cai’ de Antonio Bustos. Le dije a Manolo Moreno, el director, que fuera a buscar al Catalán Chico, que estaba libre. Y este, cuando vio quiénes estábamos en el grupo, no se lo pensó. Se incorporó cuando llevábamos 20 o 30 días ensayando”. A esta comparsa le dieron el segundo premio. Del autor, Bustos, dice el Ronco que es “otro tío para comérselo, extraordinario, y tocando la guitarra que no veas. Cogía las canciones de Serrat y las cantaba de maravilla”.

De la comparsa al cuarteto en 1983. ‘Margarita Gutiérrez y los del pañolito verde’, una sátira sobre aquella supuesta lectora de Diario de Cádiz que en una carta al director no escribió precisamente bien sobre la ciudad. “No iba a salir ese año, pero entré en el cuarteto a última hora. Para hacer cuatro cositas con la guitarra en el estribillo, y poco más. Yo no me sabía ni el repertorio. Con Alfredo el Cubano, otro personaje. Aquello pasó sin pena ni gloria”, recuerda.

Volvió a la chirigota en 1984 para salir en ‘Pulpo a la gallega’, de Antonio Martín y El Pellejo. “Ahí venían el May, el Lupi hermano de la Petróleo, el Meléndez, Manolete… en la final hubo problemas, porque la gente se quejó de que Antonio Martín había metido a tres grupos. El ambiente no era el mejor. En la presentación poníamos un audio con una muñeira. La cinta se atascó y no veas”. Eran veteranos chirigoteros capaces de beberse una arroba de vino, 16 litros, en tres noches de ensayo. “Pero hay quienes con tres vasos se ponían tontitos y otros que con una botella ni se enteraban. Y en la final algunos de los de los tres vasitos no controlaron bien y se notó en el cante”.

En 1985 volvió a la comparsa con Luis Ripoll y Emilio Álvarez: ‘Viajeros del tiempo’. Y en 1986, otra chirigota. ‘Despacito y buena letra’, de José Manuel Prada y El Pellejo. En 1987 iba a salir con la comparsa de la peña Nuestra Andalucía, ‘Contra viento y marea’, pero finalmente no ensayó para ir al Falla. “Lo que pasa es que el Tano se fue a la mili acabando el Carnaval y el hermano de Jesús Monzón, Antonio, me dejó el disfraz y ya hice con ellos el verano”, explica.

Un primero con la peña Nuestra Andalucía

Ya se quedó para participar en 1988 en el regreso a la cúspide del grupo de Nuestra Andalucía, con una comparsa llamada ‘Al compás de mi cepillo’, de Prada. “Yo cuando pasaba por la puerta de la peña siempre daba la carga. ¿Qué?, ¿otro cajonazo no? Porque llevaban varios años de capa caída. Y yo les decía que hasta que no saliera yo con ellos no se iban a llevar el primer premio. Y así fue, jajajaja”.

‘Al compás de mi cepillo’, en ese año 88 en el que faltó la mayoría de los grandes autores, se impuso a la comparsa revelación: ‘España la Nueva’. “Todavía están los de esa comparsa dando por c… en el Facebook por haber perdido (risas). Era muy bonita, pero la nuestra era comparsa de Cádiz”.

“Todavía están los de 'España la Nueva' dando por c… en el Facebook por haber perdido contra nosotros, 'Al compás de mi cepillo'"

El Ronco se fue en 1989 con Pedro Romero. La comparsa se llamó ‘De la mar al río’, pero no llegó a la final. Fue un paréntesis antes de, con buena parte del grupo de Nuestra Andalucía, salir dos años con Joaquín Quiñones y Pepito Martínez en ‘Mississippi Club’ (1990) y ‘Anónimo gaditano’ (1991). “De esas dos comparsas, todo lo que te diga es poco. Eran preciosas. Y tuve la oportunidad de hacer una buena amistad con Quiñones, otro señor del Carnaval. Una excelente persona igual que su familia”, apostilla.

En los años 92 y 93 se ausentó del Concurso. “Yo estaba muy liado en la peña Los Pitirolos, de la que fui socio fundador y uno de los propietarios del local hasta que lo vendimos hace un año. La obra la hice yo con mi suegro y colaboraron otros compañeros”.

Para 1994 fueron a buscarle a la peña “Pepe el Caja, Catalino y Quique Mayones, creo, y alguno más, pero les dije que no podía salir con el trabajazo que teníamos en la peña. Pero el compañero José Manuel Fernández se ofreció a hacerme la cobertura en la peña, haciendo la barra, para que yo pudiera salir. Y así es como entré en la comparsa ‘Güenagente’. Qué comparsa más bonita hicieron Pedro Romero y Prada”.

Después de participar en comparsas con menos éxito como ‘Mamarrachos’ (1996), ‘Arrieritos semos’ (1998) y ‘Los derrotaos’ (2006), El Ronco probó suerte en la modalidad del tango, la única que le faltaba por tocar. Lo hizo en el coro ‘Los proscritos de la Viña’ (2008) y siguió varios años. Antonio Procopio fue el que lo fichó. “A Antonio Procopio le debo mucho, porque yo por entonces estaba con depresión por algunos males y me invitó a ir al coro para recuperarme. Se portó conmigo que no veas. Me recogía y me traía a casa en el coche. También salí con Juan Antonio Lamas, Antonio Martín, Leonardo Calle, Longobardo, Cárdenas y Peñalver… Fueron buenos años”, expone.

Aunque participó en grandes agrupaciones, este Antifaz de Oro, galardón que obtuvo en 2015, admite que le quedó la espinita de no haber salido con Antonio Martín en comparsas. Sí tuvo el honor de cantar varios años en la Antología de Paco Alba. Termina diciendo, sobre el Carnaval actual, que “esto ha cambiado mucho y hay una cosa muy mala, que los chavales de ahora son unos fenómenos, pero el Carnaval no lo han inventado ellos. Los punteados son los mismos todos los años, una ‘jartá de largos. Y los coros que no me vengan con tantas trompetitas, vestuarios y maquillajes. Esto es más sencillo”.

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