Cádiz creer crear

El cóctel perfecto

Cierto es que la provincia de Cádiz ha tenido una tradición industrial muy notable y en muchos momentos ese brillo ha sido percibido con más claridad fuera de nuestras fronteras que aquí mismo. Nadie es profeta en su tierra reza el dicho. Pero en cuanto el brillo se va tiznando, comienza a desgranarse un puzzle de formas difícilmente reconvertibles. El modelo ha cambiado tras estallar la burbuja en la que vivimos durante muchos años y la reinvención profesional a todos los niveles es un hecho.

¿Quién se ha llevado mi queso?; como decía este libro, tienes dos maneras de afrontar una realidad cambiante: atendiendo directamente a los hechos y actuando con rapidez (recordando al bueno de Darwin y a su teoría evolutiva) o esperando a que vuelva a pasar el tren -incluso cuando te han quitado hasta la estación-. Los límites de la paciencia humana de quienes esperan y no actúan los marca principalmente la falta de recursos y el acuciante sinsabor de la necesidad.

Siempre he pensado que nuestra provincia tiene un potencial industrial muy grande, a la historia reciente me remito, pero a la vez la sensación de que el vaso siempre está medio vacío es cada vez más palpable. Tenemos todos los ingredientes para estar al máximo nivel: el polo industrial del Campo de Gibraltar como referente nacional en el sector petroquímico y de la gran industria, astilleros de construcción naval que tanto prestigio han cosechado a través de su historia, el sector aeronáutico con gran implantación y un futuro halagüeño, el sector de la piel con su gran tradición y reconocimiento, la industria del vino de la comarca de Jerez, por no hablar de aquellos que estuvieron y un día se fueron -quizás para no volver- del sector automovilístico, entre otros. Paralelamente tenemos dos canteras de talento importantes para dicha industria en las Escuelas de Ingeniería de la provincia que bien podrían alimentar y potenciar nuestro tejido industrial con ingenieros que por motivos del guión son demandados y deseados fuera de nuestras fronteras.

Este apetecible cóctel teórico, digno del más selecto paladar, finalmente no está bien mezclado y puede resultar hasta indigesto una vez vista la cruda realidad.

En esta provincia siempre se ha llevado por bandera el arte y el ingenio, ya se sabe lo que decía la coplilla popular de lo que se hacían con las bombas que tiran los fanfarrones… pero en la incesante carrera evolutiva y con el devenir de las crisis y otras hierbas, al igual que pasó con los dinosaurios y las grandes y poderosas especies con mucha fuerza pero poca cintura, aquellos que no han sabido darse cuenta de la actual realidad de que o eres barato o tu calidad es excelente, se encontraron con un rotundo "no te compro". Un amigo asturiano ya vaticinaba hace cierto tiempo que en una escala sobre diez, los 1 a 4 son los baratos y tienen su hueco de mercado por precio, los 8 a 10 por su gran calidad y justo el grueso, es decir los 5 a 7 quedan fuera de mercado.

Continuando con el símil de la evolución de las especies, y tal y como le pasó al pequeño roedor en tiempos de grandes dinosaurios, el empresario gaditano ávido y grácil, es el pleno superviviente y mejor garante de la prosperidad. En este momento todo futuro pasa directamente por el emprendimiento en su máxima expresión, íntimamente ligado a la búsqueda de la máxima calidad, habida cuenta de que el mercado barato (1 a 3) se encuentra en otras latitudes distintas a la nuestra con las cuales no podemos competir.

El tejido empresarial industrial gaditano, a falta de los grandes contratos que puedan alimentar a los grandes centros anteriormente comentados, pasa necesariamente por la PYME -que como el pequeño roedor- tiene la capacidad de adaptarse rápidamente a las exigencias del mercado cambiante. Para que esto se pueda producir y los empresarios podamos hacer aquello que más nos gusta, que no es otra cosa que generar oportunidades y puestos de trabajo en aras de una sociedad más próspera, necesitamos un terreno de juego bien abonado. Si hacemos las mismas cosas, es previsible que obtengamos los mismos resultados.

Ese abono al que me refiero pasa del recorte a la inversión, del miedo a la apuesta decidida por el valor seguro y ampliamente demostrado del trabajo bien hecho, del impulso en forma de flujo de crédito YA, de pasar de repartir una pequeña porción de pescado a enseñar a pescar, de medidas reducción de la presión fiscal a aquellos que pueden generar ese empleo, del fomento de la investigación en aspectos que generarán ahorro, de la reconversión de aquello que queda obsoleto, de tener en cuenta a los verdaderos PROFESIONALES en las distintas materias antes que al educado orador que nunca se topó con la cruda realidad de la calle.

Para ello es condición necesaria -aunque no suficiente- que aquellos que manejan el barco miren en la misma dirección y sentido, por encima de toda la amplia y extensa gama de colores políticos. Esa es la única manera de sumar y avanzar. Necesitamos encontrar el rumbo.

La sociedad gaditana, la industria y el talento no pueden esperar mucho más tiempo a ese consenso de voluntades. Como dije antes, la paciencia del que espera la agota la necesidad. Empecemos a ver el vaso medio lleno, que ya es hora y ese cóctel gaditano volverá a ser manjar de dioses.

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