Patrimonio religioso

Una restauración histórica en la Catedral de Cádiz

  • La Capilla del Sagrado Corazón, que está presidida por una escultura de Benlliure, fue la que resultó más dañada en el incendio que tuvo lugar en 1832

  • Se han hecho trabajos de limpieza, consolidación y reconstrucción

Imagen de la capilla restaurada con el monumento de Benlliure en primer término.

Imagen de la capilla restaurada con el monumento de Benlliure en primer término. / Jesús Marín

La capilla del Sagrado Corazón en la Catedral de Cádiz luce reluciente, nada que ver con lo que había antes del mes de mayo, cuando el cabildo del primer templo de la Diócesis de Cádiz, con el ecónomo Balbino Reguera como punta de lanza, encargó los trabajos para que fuera restaurada.

De este modo, entre los meses de mayo y agosto la empresa Canteros Almenara S.L., con Ildefonso Ramos a la cabeza, ha ejecutado este minucioso trabajo bajo la dirección de los arquitectos Venancio González y Francisco Ladrón de Guevara, de los estudios de arquitectura La Consulta Arquitectos y Arquitectura de Guardia, y la coordinación de Ars Nova restauraciones, que tiene como gerente a Fabián Pérez.

Un equipo de cuatro restauradores junto con profesionales canteros han realizado importantes trabajos de limpieza, consolidación y reconstrucción para devolver a la capilla un buen aspecto frente al estado muy degradado que mostraba al iniciarse los trabajos.

Y es que esta capilla, que cuenta con una imponente obra de Mariano Benlliure, tiene una historia muy curiosa detrás que se inicia con un incendio en este mismo emplazamiento el 6 de enero de 1832, cuando la Catedral estaba inacabada con las obras suspendidas desde 1796 por falta de fondos, aunque ya estaba muy avanzada.

Uno de los restauradores trabaja con los ángeles del monumento de Benlliure. Uno de los restauradores trabaja con los ángeles del monumento de Benlliure.

Uno de los restauradores trabaja con los ángeles del monumento de Benlliure. / Jesús Marín

Mientras que las obras estaban paralizadas, a las distintas dependencias se le dieron usos totalmente ajenos al religioso y, en concreto, aquí había un almacén de madera. Esto provocó que el incendio fuera muy virulento y ocasionara graves daños.

Precisamente este incendio fue lo que hizo que el obispo Silos Moreno impulsara de nuevo las obras, que finalizaron de la mano del arquitecto Juan Daura sólo seis años después del siniestro.

El hecho del incendio es importante porque provocó desperfectos en los elementos de piedra de la capilla, que ya estaba construida y cubierta por la bóveda.

Así que cuando tuvo lugar el fuego se tuvo que hacer una labor de reconstrucción para subsanar los desperfectos.Los que han intervenido en esta restauración destacan que la técnica que se utilizó fue muy singular. En este sentido no fue realizado en cantería, sino que se observan importantes trabajos mediante modelado, moldes y vaciados en mortero.

La restauración se ha hecho hasta el mínimo detalle. La restauración se ha hecho hasta el mínimo detalle.

La restauración se ha hecho hasta el mínimo detalle. / Jesús Marín

Este mortero, analizado durante los trabajos de restauración, han sido identificados como un mortero hidráulico, enriquecido, como una arcilla cementosa muy dura.

De hecho, algunos de los desperfectos que se observaban al iniciarse la restauración era de aquellos trabajos de reconstrucción. Los ejecutores de la obra que ahora se ha realizado entienden que son en realidad la restauración de una restauración histórica.

En principio los trabajos encargados iban a abarcar hasta los capiteles, pero después, cuando se hizo el estudio previo, se pudo ver que hacía falta subir más arriba para poder llevar una restauración más amplia.Atendiendo a su estructura e incluso material constructivo, la capilla se puede dividir en cinco bloques diferenciados: zócalo y basas de columnas con jaspes policromos , cuerpo de columnas con fustes y capiteles blancos de mármol blanco de Mijas, entablamento y bóveda construidos en piedra caliza y, finalmente, el conjunto escultórico en bronce de Sagrado Corazón de Benlliure.

La bóveda de la capilla y la amplia cornisa mostraban importantes desperfectos volumétricos con pérdidas en su dibujo constructivo, lo que le confería un aspecto ruinoso al conjunto, de manera que las pérdidas de líneas de cornisa y otros elementos seriados han sido reconstruidos, mientras que los de la labra escultórica dañados no lo han sido, porque entendían que quedaban difuminados en el conjunto arquitectónico general de la capilla.

La suciedad era generalizada y, por ello, han sido realizados trabajos de limpieza en toda la superficie. Dependiendo del material constructivo que se tratara, su naturaleza y porosidad, se han tenido que hacer trabajos diferenciados.

En el cuerpo de columnas, los trabajos de reconstrucción de aquel incendio mostraban un intenso virado de color a un gris oscuro, que afectaba en lo visual y al conjunto. Estos morteros ocupaban amplias zonas del mármol original. Durante los trabajos de limpieza , esta superficie ha sido reducida y acotada dejando a la vista el material marmóreo original y los morteros han requerido una reintegración cromática.

Las esculturas de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier también han sido restauradas. Las esculturas de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier también han sido restauradas.

Las esculturas de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier también han sido restauradas. / Jesús Marín

Pero si hay algo que destaca en esta capilla es el monumento en bronce de Benlliure, que data del año 1935 y que en principio se había ideado como monumento urbano y, por lo tanto, era curvo.

Sin embargo, en unos años convulsos se determinó que no se dejaría en la calle una obra así y se trasladó a la llamada capilla de San Firmo en la Catedral, la cual pasó a denominarse por este monumento del Sagrado Corazón.

El proyecto original era la figura del Sagrado Corazón sobre un pedestal del mundo soportado por tres angelotes. El escultor lo tuvo que adaptar para su nuevo uso en la capilla con las siluetas en relieve de las dos mujeres orantes que lo flanquean y la gran cruz que le sirve de telón de fondo al conjunto.

Una de las curiosidades es que Benlliure determinó su acabado mediante la aplicación de una pintura metalizada que le daba una pátina sobredorada al conjunto.

Antes de que se llevara a cabo esta restauración, había una gruesa capa grasa de negra verdosa que ha tenido que ser retirada, bajo la cual ha acabado esta técnica de dorado sobre el material de bronce.Los relieves de las mujeres y la cruz aparecía, al iniciarse lo trabajos encastrados en el muro, lo que traía consigo intensos deterioros por sales de cloruros en el bronce. Por ello, durante los trabajos fue necesario desmontar tanto la gran cruz como las orantes para su restauración integral y mejorar su montaje con una separación del muro trasero.

En la capilla también se han restaurado dos pequeñas esculturas en mármol blanco de la Virgen del Rosario y a San Francisco. Se ha hecho lo propio con tres cuadros que forman parte del conjunto de la capilla, a los cuales se les han hecho trabajos de limpieza.

En las hornacina laterales irán las esculturas de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, los dos santos más emblemáticos de la Compañía de Jesús, que han sido restauradas pro José Manuel Ramírez Bonassi. Estas obras procedía de la capilla de los vizcaínos en la Catedral Vieja y son obra de Gaetano Patalano en 1694. A las dos esculturas se les ha devuelto la vida ya que estaban ennegrecidas con el paso del tiempo y entre muchas de las tareas que se han tenido que llevar a cabo, se encuentra el relleno de cada uno de los pequeños agujeros que había creado la carcoma.

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