Cádiz

El polígono exterior de la Zona Franca en Cádiz se detiene en el tiempo

  • Las dificultades para la transformación de esta zona complican una operación que suponía el 80% de la actuación del vigente PGOU

  • Las naves cada vez están más deterioradas y han quedado muy lejos de la modernidad

Imagen del polígono exterior de la Zona Franca de Cádiz.

Imagen del polígono exterior de la Zona Franca de Cádiz. / Julio González

La famosa serie ‘Cuéntame’ hubiera encontrado un gran escenario de fondo para grabar algunos capítulos centrados en los años 50 en el polígono exterior de la Zona Franca, que como muchas cosas que ocurren en Cádiz, curiosamente no es propiedad del Consorcio estatal. Estas naves se desarrollaron a mediados de siglo del año pasado para albergar a algunas de las industrias auxiliares que daban servicio a los pujantes Astilleros Españoles. Aquí no sólo se llevaba mano de obra para construir o reparar los barcos, sino que se fabricaban algunos componentes como las hélices en Navalips y otras empresas de cierto tamaño como Talleres Faro o Pastoriza.

El polígono exterior tenía un componente industrial puro y duro. Esa potencia hizo que poco a poco fuera diversificando su actividad y empezaran a ubicarse otras empresas menores de carpintería metálica, talleres de automóviles e, incluso, concesionarios de vehículos.

Pero en el polígono exterior de la Zona Franca el tiempo se paró en el momento en el que empezaron las reconversiones industriales que afectaron de lleno a Astilleros. Esas primeras empresas, que además contaban con naves con muchos metros, empezaron a caer una detrás de otra, sin que en muchos casos se volvieran a ocupar los espacios, como es el caso de las citadas Navalips o Talleres Faro a principios de los 90.

A pesar de ello, durante algunos años la actividad en el polígono exterior iba aguantando aunque se veía el deterioro de muchas naves que no aguantaban el paso del tiempo y que se iban alejando mucho de la modernidad. A ello se le unían unos viales e infraestructuras que dejaban mucho que desear. La situación se fue agravando hasta el extremo que empezó a recibir el apelativo de chabolismo industrial.

A ello no le ayudó el cierre de algunos concesionarios de vehículos que se movían a lugares más modernizados, que eran al menos unos buenos escaparates que daban otra imagen, el de Hiper Cádiz, el gigante de Altadis que movía todos los días a miles de personas e incluso Ibérica Aga. Había pequeños brotes verdes como algún edificio de oficinas como el Fenicia o naves mas modernizadas como la de Onda Cádiz y la contigua. Sin embargo, la imagen que daba el polígono, en una de las entradas de la ciudad, estaba divorciada con el siglo XXI y casada con la decadencia.

Vayamos al año 2011. En plena campaña para las elecciones municipales de aquel año, Cristóbal Montoro, entonces responsable de Economía de un Partido Popular en la oposición del Gobierno de Rodríguez Zapatero, dio una rueda de prensa junto a Teófila Martínez en la que anunció que si el PP llegaba al poder estatal, cosa que ocurrió meses después, ayudaría económicamente a la transformación de esta zona que se calculaba entonces que podría costar unos 600 millones de euros entre la inversión pública y la privada. De propina, que se podrían crear unos 5.000 puesto de trabajo.

El último Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) aprobado por el Ayuntamiento de Cádiz ponía casi todos los huevos en la cesta del polígono exterior, ya que prácticamente el 80% de las actuaciones que se tenían que hacer se centraban en esa zona.

El problema es que fue un Plan General que se diseñó con un entorno anterior a la crisis económica de 2008 que hizo estallar la burbuja inmobiliaria.

Una de las actuaciones que aparecía es la que tendría que ser uno de los grandes escaparates para el posterior desarrollo del resto. Esta se situaba en el frontal de Híper Cádiz y un antiguo concesionario contiguo. En toda esa unidad de ejecución estaba previsto un gran centro comercial de varias plantas y una gran torre que tendría un uso hotelero. Hoy en día un proyecto como ese no ha salido adelante, entre otras razones, por que ha quedado obsoleto para lo que se estila hoy en día, donde se buscan centros comerciales más amplios pero de una sola planta.

Otro de los problemas es el de la multipropiedad, que es el que afecta a una buena parte de las unidades de ejecución del polígono exterior, lo que hace que cada uno de los proyectos tengan una gran dificultad para salir adelante.

Pese a que se crea que es la Zona Franca la responsable de ejecutar toda esta transformación, es clave en todo ello la iniciativa privada también.

Hay tres maneras de desarrollar cada una de las parcelas, aunque la que más polvareda ha creado es la de la expropiación que sugirió en su día el entonces delegado del Estado, Alfonso Pozuelo, y el actual, Fran González. En ambos casos ponían encima esta figura que establece la Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía como amenaza ante lo que creían que se estaba produciendo una especulación por parte de los propietarios privados de las naves.

Sin embargo, la figura urbanística mayoritaria en el PGOU para la Zona Franca es el de la cooperación. Sólo en una se refleja como modelo la compensación.

En la cooperación los propietarios de los terrenos aportan la totalidad de los terrenos, abonan los gastos de urbanización y es la administración, en este caso el Ayuntamiento, quien asume el desarrollo de la actuación mediante la ejecución directa o indirecta, encargándoselo a un agente urbanizador. Los propietarios que incumplan sus deberes, pasarían a reparcelación forzosa, cobrándoles posteriormente los gastos de ese suelo o la edificabilidad.

La cooperación se diferencia de la compensación que en el caso de la segunda los propietarios aportan el suelo para su desarrollo, ceden los terrenos obligatorios y realizan a su costa la urbanización.

Además de ese centro comercial, había otros hitos en la actuación del desarrollo del polígono exterior de la Zona Franca. Entre ellos se encuentran una serie de edificios de viviendas que iría desde la Glorieta de la zona Franca hacia Loreto pero que sólo ha salido adelante la del edificio Torre D’Arenas. Otro de ellos era el que se llamó en un primer momento como la plaza de toros multiusos y posteriormente se transformó en Centro Metropolitano de Espectáculos en los terrenos de Navalips, que actualmente pertenecen a la Sepi.En un primer momento se actuó desde esa oficina llegando a acuerdos con diversos propietarios que fueron dejando sus emplazamientos en el polígono exterior para pasar al recinto interior en el edificio Europa, donde fueron realojados.

Cuando Montoro hizo aquel anuncio, al frente de la Zona Franca estaba el socialista José de Mier. Este puso en marcha con la entonces alcaldesa Teófila Martínez la Opex, una especie de oficina de captación de inversiones pero que realmente lo que hizo fue realizar un diagnóstico hasta el máximo detalle de cómo era el panorama urbanístico y las propiedades que había en cada unidad de ejecución.

Ahí ya se pudo ver que las dificultades iban a ser enormes. Lo que se llama como Zona Franca Exterior tiene una superficie total de 514.670 metros cuadrados distribuidos en cinco áreas de reparto, que a su vez se divide 15 unidades de ejecución.

Si se compara con el recinto fiscal, es decir, el interior tiene un total de 442.123 metros cuadrados una vez que se les ha sumado todos los terrenos de la antigua Altadis.

El Consorcio de la Zona Franca ha ido adquiriendo propiedades en el en el polígono exterior en todos estos años. Así se ha ido haciendo con naves como las que ocupaban Supercádiz, Ibérica Aga, Pastoriza, Talleres Faro o Mecaprec entre otras muchas. Todo eso suma 38.269 metros cuadrados propiedad del Consorcio de la Zona Franca lo que supone un 7,43% de la totalidad del suelo.

Esos porcentajes son muy importantes porque ahora mismo donde tenga mayoría la Zona Franca, como así ha ocurrido en Ibérica Aga, tiene más posibilidades de desarrollo. En algunas de las unidades de ejecución no tiene absolutamente ni una propiedad.

La que sí se está poniendo en marcha es la de Ibérica Aga, donde la Zona Franca sí tiene la mayoría y va a poner en marcha el proyecto IncubaAzul, con contenedores reciclados y donde se van a poder ubicar empresas relacionadas con la economía azul.

Con esta lentitud y con la dificultades para sacar adelante un plan de transformación como este ya surgieron en el pasado algunas voces que hablaban de replantearse el proyecto. Uno de ellos fue Alfonso Pozuelo, que en su breve período al frente de la Zona Franca, llegó a proponer que se celebraran unas jornadas a modo de tormenta de ideas con multitud de agentes que pusieran encima de la mesa otra idea para el desarrollo de este área de la ciudad.

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