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Entrevista De Cerca | Antonio Cabrera, ex jefe de Gabinete con Carlos Díaz y Rafael Román

“Carlos Díaz era una persona recta que jamás hablaba mal de nadie”

  • Ha sido protagonista de la primera organización del Carnaval, capitaneó la Gran Regata del 92 y vivió con el único alcalde socialista de la ciudad sus últimos años al frente de la misma

Antonio Cabrera posa en la plaza de la Catedral.

Antonio Cabrera posa en la plaza de la Catedral. / Lourdes de Vicente

Encarna en su persona parte de la esencia de Cádiz. Desde que ingresara en el Ayuntamiento de Cádiz en septiembre de 1983, puso las bases para la organización municipal hacia el Carnaval con la creación de la fundación y le tocó organizar la primera Gran Regata, la del año 92. Hoy vive su jubilación con unos años marcados por los problemas de salud hasta que en 2020 recibió un trasplante.

–¿Marca un antes y un después en su manera de sentir la vida cuando uno recibe un trasplante de riñón como es su caso?

–Yo no he pertenecido a ninguna asociación de trasplantes ni nada, pero yo me he pasado siete años desde que detectan que está mal el riñón hasta que me trasplantan. En diálisis cinco años y eso es un día sí y otro no, sí o sí. Estoy muy agradecido a todo el equipo que hay allí trabajando con los enfermos renales porque es una dedicación exclusiva. Todas las profesiones son dignas de admirar pero si encima te tratan con ese cariño y constancia, pues aún más. Ahora con la pandemia muchos han visto ese filón pero nosotros habíamos visto esa luz antes.

–¿Y cómo es el proceso cuando a uno le dicen que va a recibir un riñón?

–Pues cuando ya te ven que estás preparado para recibir un riñón, te pasan a una lista de espera y te empiezan a programar de que te pueden llamar en cualquier momento, que no significa que te vayan a trasplantar porque yo tuve cinco alarmas y a la quinta me trasplantaron. Me llamaron cinco veces porque tenía las condiciones pero al final no me tocaba.

–Usted siendo estudiante de Ciencias Químicas, empezó a trabajar para la Administración central cuando todavía estaba la dictadura.

–Efectivamente, empecé a trabajar en Vicepresidencia del Gobierno en el Instituto Nacional de Estadística aquí en Cádiz. Ahí con 18 años es cuando tengo por primera vez una visión de la provincia de verdad. Era una administración franquista y aún estaba vivo Carrero Blanco. Me tocó Rota y Sanlúcar y me di cuenta de que lo que decían las crónicas no tenían nada que ver con lo que me encontré. Donde me doy cuenta de cómo está realmente la situación es cuando me mandan a La Línea de la Concepción. Voy a la Atunara para hacer una inspección sobre los censos porque había un problema y es que desde el INE en Madrid ven que no cuadran los datos que están sobre la mesa. Estamos en un momento en el que la frontera con Gibraltar estaba cerrada y había emigrado muchísima gente. Cuando yo voy, veo la frontera cerrada y un señor que iba con un 4L que repartía los megáfonos para que la gente pudiera hablar con sus padres que estaban al otro lado de la frontera o que los entierros pasaran por delante de la verja para despedirte de tu familiar. Yo venía destrozado porque veíamos lo malo que eran los alemanes con el muro de Berlín pero es que lo de Gibraltar era parecido.

–Pues una vez abierta la verja, tengo entendido que una entrada en Gibraltar por poco acaba en incidente diplomático.

–Fue con el escritor Álvaro Mutis. Cuando visitó Cádiz quiso entrar en Gibraltar y no podía hacerlo con su pasaporte. Entonces se le hizo un salvoconducto en el que el responsable de Álvaro Mutis en Gibraltar era Antonio Cabrera. Era domingo y cuando visitamos la parte de arriba, ya en el centro, empezó a decir lo de “Gibraltar español” y viendo cómo se estaba poniendo la cosa, nos fuimos de allí. El papel lo tenía yo.

–El Carnaval es ahora un gigante pero usted fue una de las personas que contribuyó a mejorar su organización porque fue el primer gerente de la Fundación Gaditana del Carnaval.

–Para ello se empezó a trabajar con los mimbres de dos elementos muy importantes de lo que había en ese tiempo. Con los estatutos de la Casa de la Misericordia de Pamplona y con una fiesta que estaba perfectamente organizada de manera interna, como eran las Fallas. Así llegamos a formar lo que es la Fundación Gaditana del Carnaval. Yo fui el primer gerente. El estatuto era perfectamente donde tenía cabida todo, desde un artesano, integrantes de una agrupación, una peña, etcétera. El Ayuntamiento no puede organizar el carnaval porque eso es un disparate pero sí hay que poner los mimbres para ayudar a que eso se haga. Para que se divierta una ciudad tiene que haber una serie de personas sacrificadas.Una cosa muy importante y es que a partir de tener la Fundación ya no se colapsaba el Ayuntamiento cuando llegaba el Carnaval.

–¿Qué diferencia hay entre ese Carnaval que gestionó usted con el que hay en la actualidad y que tiene ese crecimiento desmesurado?

–La Fundación tenía varios pilares donde se apoyaba. El Concurso, la calle, la máscara, los otros concursos, los bailes, la cabalgata.. pero desmesuradamente no es el COAC. Este es muy importante pero es una cosa. Para cantar a la fiesta y hacer la crítica no hace falta ir al concurso, ahí están las callejeras. Se ha apoyado mucho en eso. No es que lo demás no valga y vale también el Concurso. La calle hay que apoyarla porque sin la calle no hay Carnaval. El Carnaval es una fiesta urbana, que no tiene un recinto porque éste es la propia calle, a diferencia de la mayoría de las ciudades que nos rodean.

"Los gaditanos participaron mucho en la Regata del año 92. Se veía que la gente estaba muy ilusionada”

–Usted ha tenido la fortuna de organizar otro evento histórico, como fue la inolvidable Gran Regata del 92. Pero para el éxito que tuvo, fue una carrera contrarreloj.

–Efectivamente. Por una serie de cosas, aquello lo tenía encomendado la Diputación pero no podía hacerlo y lo tuvo que hacer el Ayuntamiento. Una tarde nos llamaron a Germán Molina, Jesús Oliden y a mí y nos dijeron que no había nada preparado y que había que hacer la Gran Regata. Estamos hablando de febrero y los barcos venían en mayo. Así que hubo que ponerse en marcha y entonces se decidió que yo llevara este evento en el apartado técnico.

–Imagino que por muchos preparativos que hicieran, nunca llegaron a pensar lo que iba a ser el evento. ¿Le impactó cuando vio el muelle cómo estaba?

–La noche anterior a la llegada de los barcos nos quedamos en el Palillero y sabíamos que la oficina pasaba al muelle a partir de ese momento. Estuvimos hasta las siete de la mañana en el Palillero y nos fuimos al muelle y ya veíamos en la Bahía a los barcos esperando para entrar. Yo no salía del muelle pero un día tuve que ir a los juzgados por un problema que tuvimos en la cabalgata de Reyes. Cuando salí de la Audiencia miré para la derecha y vi el muelle. Aquello la verdad es que impresionaba. Esto era la vista de los grabados holandeses y lo que habías visto en libros antiguos. Preparar aquello fue muy bonito porque muchos ciudadanos dieron ideas y muchas se pudieron llevar a cabo. Yo vi que la gente participaba y estaba ilusionada, como los que van a circo o al cine por primera vez. Vi a mucha gente mayor que se llevaba la ropa de los marineros a lavar.

–Y después de la Gran Regata pasó a ser jefe de gabinete o secretario personal del alcalde Carlos Díaz en sus últimos años como alcalde. ¿La ciudad ha sido justa con él?

– La historia hace justicia al cabo de muchos años y se verá entonces lo que cada uno ha hecho. Yo tengo, por ejemplo, un recuerdo del barrio de Santa María que yo pasaba cuatro veces todos los días para el Columela y estaba lleno de boquetes y aquello se adoquinó, se restauró el Falla, etcétera. Cádiz, a la que queremos mucho, es una ciudad antigua.

–Pero su partido sí que no fue justo con él cuando no le dejó repetir y presentarse de nuevo para la Alcaldía en el año 95.

–Eso depende del cristal con el que se mire. No son las mismas épocas ni los mismo tiempos. ¿Que Carlos debería haber seguido? No lo sé, eso es política ficción. Él pertenece a una organización, que es el Partido Socialista, y aquí no estamos la gente para toda la vida, y el partido tiene que jugar con sus intereses y ver que a lo mejor ha venido el tiempo del relevo. ¿Acertado o no acertado? Eso ahora es fácil decirlo pero en ese tiempo no se sabía. Vivimos en un país en el que todo el mundo tenemos en el bolsillo la selección de fútbol que nos gusta. Si uno pertenece a una organización, ésta tiene que poner de su parte. La gente no puede ser perenne.

–¿Cómo era Carlos Díaz como alcalde y como persona en las distancias cortas?

–La palabra que lo define muy bien es que era una persona recta a la que jamás escuché hablar mal de nadie. Eso jamás, ni tampoco hacer una crítica destructiva a nada.

"Siempre he sido fiel y no voy a escribir un libro con cosas chungas. No soy el mayordomo de Lady Di”

–En su época los únicos asesores eran usted como jefe de gabinete de Carlos Díaz y estaba Pepe Lodeiro como jefe de prensa. ¿Qué piensa cuando ve ahora las estructuras de asesores que hay para llevar una administración como un ayuntamiento?

–Que harán falta, digo yo, porque si no, para qué están allí. Siempre pongo que si yo voy a hacer una gran obra en mi ciudad, lo mismo aparte de los que tengo hay que reforzar. Nosotros éramos dos asesores y, además, yo ya era funcionario y no venía de la calle.

–¿Las inquietudes políticas le vinieron con ese episodio tan duro que vivió en La Línea?

–En la propia facultad yo ya pertenecía a un partido político que era la Democracia Cristiana. Cuando ésta se desarma, yo me quedé sin militar en nada. Al cabo de los años, en 1987, es cuando me afilio al PSOE porque yo cuando entré en el ayuntamiento no tenía militancia ninguna. Tenía apetencias políticas pero no militancia. Posteriormente fui concejal entre 1995 y 1999, en la oposición, con Fermín del Moral y con un grupo municipal que se fue desmembrando.

–Y ahí simultanea con su labor como jefe de gabinete de Rafael Román durante sus ocho años como presidente de la Diputación. ¿Eran muy diferentes Carlos Díaz y Rafael Román?

–En parte no. Eran dos personas muy trabajadoras, lo que pasa es quizás Rafael tenía más inquietudes, entre otras cosas porque el territorio a ocupar era más amplio. Rafael le da un cambio a la provincia pero hay que ver también que lo que no se hacía en la ciudad, lo hacía él. Nada más que hay que recordar cómo le dio vida al Palacio provincial con todo el tema de las exposiciones, conferencias, etcétera. La vida social que tiene en 1995 no lo había tenido antes y eclipsa la vida cultural municipal. Eran dos personas socialistas, decentes, organizadas y que trabajaron en el sistema muy bien.

–Ya son 26 años de travesía en el desierto del PSOE en esta ciudad. ¿Por qué cree que no se confía en el proyecto de este partido?

–Tiene que venir una ola que le guste a la gente. Esa ola no ha venido pero vendrá seguramente. Tiene que ser algo que le encante a la gente. A lo mejor lo que hay que decirles cuáles son los proyectos, explicárselos un poco mejor.

–¿Qué significa para usted ser del Nazareno de Santa María?

–Para mi familia mucho y para el barrio también. Nací un Miércoles de Ceniza y cuando se me bautizó lo primero que se hizo fue apuntarme al Nazareno. Llevo 68 años de hermano y 34 en el partido. Nunca he tenido cargos en el Nazareno. Soy hermano y punto. Soy de control y no de papeleta de sitio.

–¿Usted es la clásica persona de que vale más por lo que calla que por lo que cuenta?

–Para nada. Si hay que definirme de alguna manera es que yo soy fiel y a estas alturas de la vida no voy a ganar nada no siéndolo. He sido fiel a mis amigos y a mi trabajo. Aunque haya terminado mi trabajo, no voy a escribir un libro contando las cosas chungas. Yo no soy el mayordomo de Lady Di.

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