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la resaca de la llegada del ‘Juan sebastián Elcano’ a Cádiz

“¡Mucho cuidado, que el Elcano tiene 93 años!”

Ala izquierda, el Rey Felipe VI. Al otro lado, a la derecha, el práctico del puerto Rafael Ponce, minutos antes de terminar su labor a bordo del buque-escuela ‘Juan Sebastián Elcano’

Ala izquierda, el Rey Felipe VI. Al otro lado, a la derecha, el práctico del puerto Rafael Ponce, minutos antes de terminar su labor a bordo del buque-escuela ‘Juan Sebastián Elcano’ / Julio González (Cádiz)

Estaba de vacaciones. Pero eso da igual. No es motivo suficiente para que Rafael Ponce falte a su ya habitual cita con el Elcano. Se ha convertido casi de manera oficial en el práctico del Elcano. “Es algo que siempre que agradeceré a mis compañeros que tienen la gentileza de cederme este privilegio de convertirme durante un rato en uno más de la dotación del buque-escuela.

Como es habitual, el práctico acceder a la nave antes de entrar por la bocana del puerto. A él le corresponde la labor de asesorar al comandante en las labores de entrada y atraque del Elcano al puerto de Cádiz.

El ‘Elcano’, a su entrada en la dársena comercial del puerto de Cádiz. El ‘Elcano’, a su entrada en la dársena comercial del puerto de Cádiz.

El ‘Elcano’, a su entrada en la dársena comercial del puerto de Cádiz. / Julio González (Cádiz)

En otro tipo de embarcaciones se llega a hacer con los mandos del buque, pero el Elcano es algo especial tanto para Cádiz como para Rafael Ponce. “Lo más complicado es dirigir a los remolcadores para que hagan un trabajo fino y lo más sutil posible porque estamos hablando de mover un barco que tiene unos años y el comandante lo decía:Mucho cuidado que tenemos 93 años”. Ponce cuenta que siempre se trabaja con la mínima potencia posible para no hacerle daño al buque durante las maniobras.

Él realmente no toca los mandos sino que su papel es “asesorar” (incide en el término) al comandante o bien directamente al marinero.

Para Rafael Ponce este día lo tiene siempre marcado en el almanaque en rojo porque para este gaditano guarda una gran carga emocional. “Siento un gran orgullo y respeto por este barco así como luego, del resultado. Cuando acabo mi tarea, me despido y bajo por la escala del barco mientras interpretan los sones del himno nacional”.

Su tarea es pasar desapercibido. De hecho insiste en que “nuestra labor es callada y cuanto más callada, mejor. Piense que si sale a relucir la figura del práctico es porque ha habido algún tipo de incidencia”. Los prácticos de Cádiz suelen hacer al año unas 4.000 maniobras y siempre intentan que el nombre del práctico suene cuanto menos mejor y casi nunca se sabe ni su nombre ni sus apellidos:“Es señal de que hemos hecho bien las cosas”.

Una vez dentro del buque, Ponce se mimetiza con la dotación de la Armada:“Me siento muy orgulloso del equipo humano con el que cuenta el Elcano y, este año, más aún. Casi un año sin pisar tierra es una gesta histórica que revela el valor humano de su tripulación”.

Cuenta Ponce que al acceder al buque se encontró con un ambiente “muy relajado”. Pero había un elemento que hacía aún más especial esta llegada a Cádiz. La presencia del Rey le daba a todo un color especial. Sobre Felipe VI, Rafael Ponce cuenta que “ se nota que es un gran profesional y que es marino. Sabe que no puede estar por medio y no interfiere en los momentos más delicados. Se va a la otra punta del puente para que podamos hacer nuestro trabajo de manera cómoda. Lo tenía a pocos metros pero no se notaba su presencia”.

De todas maneras, el Rey dedicó un tiempo a saludar a Rafael Ponce. “Me quedé de piedra porque se me acercó y se puso firme y me saludó . Le correspondí con el consiguiente cabezazo y firme”. Y ya, una vez superado el protocolo, “estuvimos charlando y le conté la anécdota de un familiar mío que fue oficial del Elcano que tuvo con él a un guardiamarina muy especial:don Juan Carlos de Borbón. Desconocía la anécdota”.

“Me demostró tener una gran memoria porque le hablé de un amigo común, Javier Vallejo, más conocido como el Maziger y se acordaba perfectamente de él”.

Ponce confiesa que al Rey se le notó feliz al ver el recibimiento que le estaba dando la ciudad de Cádiz. Este experimentado práctico se encargó de trasladarle lo que el Elcano significa para los gaditanos. Y más un recibimiento en un año tan especial como éste, “tan difícil para todos los miembros de la dotación”.

Faltaban pocos metros y todos deseaban ya salir pitando y abrazar a sus familiares y amigos. “Cuando nos acercamos escuché:Ahora sí, ahora sí estamos en casa”.

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