Tribuna

Fotógrafos y revolucionarios. Cádiz 1868-69

  • Destacados miembros de los incipientes gabinetes fotográficos que funcionaban en Cádiz fueron activos miembros de la Revolución de 1868

Muerte del diputado Rafael Guillén. (La Ilustración Republicana Federal. Octubre 1871)

Muerte del diputado Rafael Guillén. (La Ilustración Republicana Federal. Octubre 1871)

Desde 1858 el gaditano Enrique Bartorelo Quintana, con formación pictórica en la Academia y miembro de la Sociedad Protectora de las Nobles Artes, figura como Retratista al daguerrotipo en la relación de comercios e industrias de Cádiz de las Guías Rosetty, con estudio en la calle Sacramento, nº 33; aunque su vivienda, según la relación del vecindario de la propia Guía, estaba en la calle San José, nº 16.

A partir de 1861 Enrique Bartorelo aparece en la relación de Gabinetes fotográficos, según la novedosa terminología que empezó a utilizarse en las Guías. Ese mismo año, 1861, su hermano José, con otros jóvenes doctores, abrió un dispensario con la práctica médica de moda: la homeopatía.

En un momento histórico de crisis del modelo de capitalismo salvaje, sin que se terminara de superar en España el absolutismo monárquico y en una ciudad que entraba en franca decadencia (sobre todo por el declive de la actividad portuaria y su repercusión en el comercio del que Cádiz dependía) arraigaban en los jóvenes burgueses las teorías democráticas y los ideales revolucionarios venidos del extranjero, creando sociedades, círculos y tertulias.

Los hermanos Bartorelo, entre otros, eran seguidores de Charles Fourier, líder teórico francés, radical anticapitalista, ateo, padre del cooperativismo y de lo que posteriormente vino en llamarse socialismo utópico o anarquismo libertario.

Anuncio del Gabinete Fotográfico de E. Bartorelo.1864 Anuncio del Gabinete Fotográfico de E. Bartorelo.1864

Anuncio del Gabinete Fotográfico de E. Bartorelo.1864

Tras la disolución decretada en 1862 por el gobernador de la provincia de un círculo de demócratas libertarios que se reunían en el Círculo Filarmónico del Laurel, varios grupos dispersaron sus tertulias por la ciudad, según amistades, líderes y tendencias: uno, que se reunía en casa de Julián Díaz, estaba en la línea que el gaditano Emilio Castelar, desde la cátedra madrileña, marcaba con sus artículos en el periódico La Democracia; otro grupo, que se reunía en un taller de carpintería, tenía como mentor a Fernando Garrido y, finalmente, en el gabinete de fotografía de Enrique Bartorelo se reunían los seguidores del libertario Fourier.

Este fue el Cádiz que se encontró a su regreso, tras la estancia durante cinco años en Inglaterra, el joven Fermín Salvochea, que se incorporó al círculo del gabinete fotográfico, al que también asistían hombres como Ramón de Cala, Pedro Bohórquez o Fernando Garrido (que más adelante tendrían, por la vinculación de este círculo con el almirante Topete y general Prim, un papel protagonista en los acontecimientos revolucionarios de 1868).

Pero también a este círculo de socialistas utópicos se incorporó el estudiante de medicina Rafael Guillén Martínez, que, por la falta de recursos tras el fallecimiento de su padre (prestigioso abogado), entró a trabajar en el gabinete fotográfico de Bartorelo. Curiosamente, en la publicidad de 1864 de este gabinete se dice pertenecer a “Bartorelo y compañía”, pero el hecho de no aparecer la constitución de dicha compañía en los registros notariales y las pequeñas dimensiones tipográficas del término “compañía” en dicho anuncio, nos hace pensar que era más una “deferencia ideológica” de Bartorelo hacía Guillén que una verdadera compañía mercantil. Un fotógrafo ayudante seguramente más ocupado en el activismo revolucionario que en las placas, los revelados y las copias de los retratos.

Siendo miembro del comité demócrata de Cádiz e implicado en actividades revolucionarias, Rafael Guillén fue deportado a Ceuta en 1867, donde participó en una conspiración antimonárquica con el capitán Carmona y otros oficiales. De regreso en Cádiz, además de mantener los contactos con la guarnición de Ceuta, junto con José Paúl, Fermín Salvochea, Gumersindo de la Rosa y otros demócratas, organizó el apoyo civil al pronunciamiento revolucionario de la escuadra del almirante Topete surta en la bahía, la toma incruenta del poder en Cádiz y el desembarco de la flota en la ciudad.

El 19 de septiembre de 1868 todos los generales revolucionarios firmaron el manifiesto “España con honra” que comenzaba diciendo: “Españoles: la ciudad de Cádiz puesta en armas con toda su provincia [...] niega su obediencia al gobierno que reside en Madrid, segura de que es leal intérprete de los ciudadanos”. Isabel II, ante la triunfante expansión de la ola revolucionaria, partió para el exilio. Circunstancias que no impidieron que, entre el 5 y el 8 de diciembre de 1868, en Cádiz la conflictividad social terminara en duros enfrentamientos armados entre los batallones de voluntarios y las fuerzas gubernamentales, con un saldo de 56 muertos, 156 heridos y el encarcelamiento de Fermín Salvochea.

Rafael Guillén dejó el gabinete de fotografía para proseguir una carrera política y revolucionaria con cargos orgánicos e institucionales, siendo elegido concejal del Ayuntamiento de Cádiz (tras las elecciones municipales del 3 de enero de 1869) solo dos semanas antes de salir elegido diputado a Cortes constituyentes, en las que trabajó por el triunfo de una España republicana y federal. Pero cuando aquellas Cortes aprobaron que la forma de gobierno fuese una monarquía (no plenamente parlamentaria) concretada en la persona de Amadeo de Saboya, Guillén regresó a Cádiz y, con otros correligionarios, marchó a la serranía de Ronda por donde sus amigos Salvochea y Paúl ya capitaneaban partidas revolucionarias armadas. Tras enfrentamientos con las fuerzas gubernamentales, Salvochea y Paúl lograron escapar y refugiarse en Gibraltar, pero Guillén cayó herido y cruelmente rematado a bayonetazos. Era el 15 de octubre de 1869 y Rafael Guillén tenía 40 años.

El fotógrafo Enrique Bartorelo, por su parte, también se presentó a las elecciones municipales de 1869 por el bando republicano, siendo el concejal que obtuvo más votos en la ciudad, y más adelante, durante la insurrección cantonal de 1873, perteneció al Comité de Salud Pública (órgano político presidido por Salvochea). Aunque nunca dejó su dedicación a la fotografía seguramente se quedaría sin clientes, ya que los gabinetes fotográficos de la ciudad, de 1872 a 1874, pasaron de doce a siete. En la Guía Rosetty de 1873 Bartorelo ya aparece como “profesor de pintura” en la calle Santa Inés, número 2. Tras su fallecimiento, el 17 de octubre de 1892, con 63 años, el Diario de Cádiz informó que hacía muchos años que ya no intervenía en la actividad política y que solía concurrir de noche al Ateneo donde se hacía notar por su incisiva y amena locuacidad.

Diferente fue el caso de Francisco de la Viesca y de la Sierra (1838-1911), personaje de gran cultura y solvencia económica, fotógrafo amateur desde 1862, que en marzo de 1863, junto con otros fotógrafos amateurs y profesionales, fundó la Sociedad Fotográfica de Cádiz (primera de España en su género). También de ideología progresista, en 1873 compartió con Salvochea la aventura revolucionaria y cantonal como Primer Teniente de Alcalde del Ayuntamiento y (como Bartolero) formando parte del Comité de Salud Pública para la salvación de la República Federal. De tan efímera como exaltada existencia.Entre las fotografías legadas por Francisco de la Viesca está el histórico retrato del equipo de gobierno municipal republicano resultante de las elecciones municipales de marzo de 1873, que posteriormente positivó como medallón sobre una placa cerámica.

Durante estos años convulsos y revolucionarios la técnica fotográfica de la época, el colodión húmedo, por su complejidad y lentitud en el registro de las imágenes era incapaz de obtener con nitidez “fotografías animadas”, con personas en movimiento. Para superar esta limitación, muy excepcionalmente, el gabinete de Nal y Chicano (C/ Ancha, 12) manipuló un negativo de la plaza de San Juan de Dios dibujando en la placa de cristal barricadas, soldados, explosiones y muertos. Paradójicamente, manipulaciones para que la imagen fotográfica se acercase a la verdad de los hechos ocurridos Cádiz en diciembre de 1868. Imagen de la que posteriormente se realizaron grabados para su impresión.

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