“Cádiz no puede ser una ciudad de camareros y camareras, de atrezo para los turistas”
Turismo y derecho a la vivienda
Jesús Ruiz López denuncia en ‘Guía básica de supervivencia a la turistificación’ un modelo invasivo que expulsa a los vecinos y acaba con las identidades locales
Este miembro de Calle Viva propone medidas como la ecotasa o la subida del IBI a las viviendas con fines turísticos y un modelo sostenible en la línea del green new deal europeo
Cádiz/Cuando María y Rafa vieron que eran los últimos inquilinos antiguos de una finca del casco histórico de Cádiz se dieron cuenta de que tendrían que ponerse urgentemente a buscar otro piso donde vivir. Y de que no iba a ser en el centro donde lo encontrarían. Ni siquiera en la misma ciudad, donde el precio de los alquileres se disparó a la misma velocidad que las viviendas con fines turísticos. Un día, llegó el desahucio.
Jesús Ruiz López es miembro de Calle Viva, un colectivo que desde 2018 viene alertando de los efectos de la turistificación y proponiendo medidas para un turismo más sostenible que no acabe expulsando a los gaditanos de su ciudad. Camarero de profesión, Jesús también tuvo que dejar su casa después de acabar cercado de segundas residencias y de que un fondo buitre comprase la finca donde vivía. La casualidad y varios aplazamientos han querido que su Guía básica de superviviencia a la turistificación (Editorial Atrapasueños) se presentase ayer sábado, sólo un día después de que el Pleno del Ayuntamiento de Cádiz aprobase una modificación del PGOU que suspende durante un año la concesión de licencias para VFT en zonas saturadas como el centro histórico. Hablamos con él antes, pero no quiso pronunciarse hasta no conocer al detalle el resultado.
“La idea del libro surgió al hilo de la multitud de reuniones, asambleas y debates que hemos tenido en Calle Viva”, cuenta a Diario de Cádiz. “Estamos abocados a un turismo masivo como el que hemos vivido este verano pasado aquí y en otras ciudades de España. Y hay otras alternativas de turismo sostenible que son compatibles con el derecho de los vecinos y vecinas a su ciudad. Se ha apostado tanto por salvar el turismo al precio que sea que se ha perdido la diversificación económica. Y eso está en el trasfondo de esta guerra del metal que hemos vivido”, sostiene. “La industria está desapareciendo y la apuesta sólo por un sector económico está llevando a la muerte de la ciudad”, afirma el autor.
La guía nace como una reflexión y debate a raíz del caso gaditano, pero se abre a un análisis global del impacto del turismo sobre la vida y el medio ambiente en las ciudades. “No estamos en contra del turismo. El problema no es el turista. El problema estriba en que a raíz del crecimiento masivo y descontrolado de esta actividad se ha empezado a crear toda una infraestructura para cuatro o cinco agentes económicos que está provocando que se pierda el norte de lo que es el turismo en sí. Un claro ejemplo es lo que se ha visto en Venecia: en pocos años se ha perdido la población autóctona y se ha convertido en un parque temático. Se ha perdido la identidad de la ciudad. Y ese síndrome de Venecia es lo que se está sufriendo hoy en muchas ciudades de España. Es lo que se ha vivido en Barcelona, en Madrid, un frenesí que lleva a la pérdida de la identidad de las ciudades. Incluso en la gastronomía, por la estandarización de la oferta. Se está perdiendo hasta la identidad en los mercados de abastos, donde los puestos se montan, no ya para satisfacer las necesidades alimentarias de los vecinos, sino para los turistas. Y eso se ha copiado también aquí. Los vecinos y vecinas sólo somos un atrezo para los turistas. La turistificación ha venido de la mano de un modelo invasivo que tiene un lado muy oscuro porque llega a expulsar al ciudadano de su territorio. Y Cádiz no puede ser una ciudad sólo de camareros y camareras, de atrezo para los turistas”.
“Esta industria se ha expandido tanto que se ha ido comiendo parte de las ciudades. Yo también he sido víctima de este tipo de desahucios. En Cádiz hemos perdido el norte: ya hay más de 1.900 viviendas con fines turísticos, que son casi 2.000 casas perdidas para los ciudadanos”, lamenta el autor.
“No estamos en contra del turismo ni del turista –insiste Jesús Ruiz– sino de este modelo masivo e invasivo que se ha ido incentivando desde diferentes agentes políticos y económicos, que han ido alentando a comprar, a adquirir viviendas para acoger a los turistas. Todo eso, sin pensar en que eso conllevaba un factor negativo para la ciudad, que eso era exiliar a vecino de sus barrios, que era explotar una ciudad sólo en beneficio económico de unos pocos tenedores. No estamos en contra el turismo –remacha–, pero tanto yo como mi colectivo defendemos el uso social de la vivienda, que es para vivir, como su propio nombre indica. Y todo esto ha ido creciendo hasta tal punto que se ha tenido que hacer una Ley de Vivienda, para mi gusto un poco laxa, con el fin de imponer un poco de cordura en medio de este frenesí”.
“Proponemos un modelo de ciudad creado por y para los vecinos y vecinas. Queremos un turismo sostenible y ciudades no explotadas por este sector. Queremos una diversificación económica hacia otros sectores industriales. Porque vivir sólo del turismo, como se ha visto en la pandemia, ha sido un gran error, una monumental equivocación apostarlo todo a un mismo número”, afirma el activista.
“En la guía hago una análisis de lo que ha ocurrido hasta ahora bajo este modelo inducido y de cómo en la pandemia se vio que este motor económico no era el ideal y por eso hemos sufrido otra crisis y un colapso. Analizo lo que se ha vivido en otras ciudades de España y pongo sobre la mesa algunas de las medidas que tanto personas a título individual como colectivos pueden proponer a las entidades municipales, autonómicas o gubernamentales para paliar este sinsentido. Saco a debate cómo se puede combatir la turistificación y cómo podemos salir indemnes y sobrevivir en una sociedad ya turistificada. Doy pequeños consejos y expongo medidas como la ecotasa, ya implantada en otros municipios; o la subida del IBI a las VFT, puesto que son viviendas con las que se están lucrando como si fueran pequeños hoteles, pero que no están dadas de alta como negocios. Y propongo pasos hacia un turismo sostenible, en la línea del green new deal de Europa, y cómo preservar la identidad de las ciudades para que no se conviertan en parques temáticos”.
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