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El espíritu de este 28 de Febrero se veía venir, lo iba pregonando la campaña institucional de la Junta en los días previos. Los andaluces "somos líderes en ponerle el alma a todo", contaba el eslogan. "En el arte de sentir", seguía. En dar la bienvenida, en entendernos, en escuchar a los demás. En definitiva, y tal como lo expresó el presidente Juanma Moreno desde las tablas del teatro de la Maestranza: "Somos líderes en alegría". Somos, somos y somos, el Gobierno andaluz ha encontrado una mina en la exaltación de un orgullo identitario que venía acariciando desde hace unos años y que ha alcanzado su máxima expresión en la gala de entrega de las Medallas de Andalucía, un derroche de emocionalidad a la manera de los grandes pregones de esta tierra.
Entre el teatro de la Maestranza y el palacio de San Telmo hay poca distancia, lo hacen a pie quienes después de la entrega de medallas van a la sede de la Presidencia de la Junta a tomar una cerveza o una manzanilla. Tan poca distancia que la factoría de San Telmo, los chicos de Juanma Moreno, se han debido licenciar en artes escénicas. Lo hacen bien. Comparado con el BOJA hablado que era antes esta ceremonia, en la que un secretario de voz monocorde leía los decretos de concesión de cada medalla, lo de ahora es como la gala de los Grammy Latinos. De hecho, lo de este 28 de Febrero ha sido una extensión de la campaña 'Andalusian crush' de la Consejería de Turismo con la intención emocional, e ideológica, de los anuncios de Cruzcampo. Orgullosos de nuestro acento.
Tan es así que la gala la ha abierto la banda gaditana de Nuestra Señora del Rosario, la misma que le pone música cofrade al anuncio de la Consejería de Turismo. Llegó precedida, además, del canto de un martinete y una toná interpretada por Manuel Cuevas. Hubo llantos y abrazos, recuerdos para los guardias civiles asesinados en Barbate, para María Jiménez, una soleá de José Mercé, la canción de Jarcha, un himno de Andalucía con la voz quebrada de un Pablo López que apenas pudo terminar la letra a capella y un discurso en ocasiones almibarado de Juanma Moreno en sintonía con una gala en la que todo ha ido al unísono con el espíritu de este 28-F a excepción de las acostumbradas salidas de tono de Eva González. Más andaluza que ninguna.
Andalucía es una comunidad donde sus habitantes se siente tan andaluces como españoles, pero muy andaluces, tanto que el 60% considera que en el sur se vive mejor que en los otros territorios de España. Ese orgullo de ser lo conoce Juanma Moreno y sus estrategas, como lo saben los publicitarios de las campañas de Cruzcampo. Estos últimos se han subido al carro de la resignificación de los símbolos de lo que para las generaciones de los años sesenta, setenta y ochenta era la Andalucía kitsch para dotarlos de modernidad. Lola Flores y las muñequitas de Marín como máxima expresión.
Tan emocional ha sido que la faceta reivindicativa de todo 28-F ha ocupado un tercer o un cuarto lugar. No se trataba de eso ahora, Juanma Moreno sabe que la gente está cansada de crispación, que no escucha las diatribas de los políticos y que prefiere el tono sereno y respetuoso. Por eso lo ocurrido en la gala no es banal, toda ella tiene su sentido, se trata de liderar un sentimiento común donde va a encontrar a mucha gente. Al fin y al cabo eso es lo que hacen los nacionalismos históricos, explotar la emocionalidad y los símbolos autorreferenciales.
Al presidente del Parlamento andaluz, Jesús Aguirre, que abrió los actos del Día de Andalucía con su discurso en el Parlamento, se le fue la mano con el guion, y le dio por citar a todos los actores y directores de Hollywood que han pasado por Andalucía -Orson Welles, Steven Spielberg, Clint Eastwood y Sergio Leone-, y es que el cordobés, emblema del juanmismo por su bonhomía, no está para esas filigranas.
Moreno lo expresó mejor: "Andalucía es comprender de qué va la vida", "Andalucía es un crujío interior", "aquello que no se sabe explicar y en lo que nos va la vida". "Andaluces y andaluzas -clamó el presidente al final de su discurso- vamos a lo nuestro, vamos a ser andaluces".
En este contexto llamó la atención por su belleza ligera la alusión que Santiago Muñoz Machado, presidente de la Real Academia de la Lengua e Hijo Predilecto de Andalucía, hizo al poeta sevillano Andrés Fernández de Andrada, autor de un único poema, pero obra cumbre de la literatura española del siglo XVII. En su Epístola moral a Fabio, escribeEpístola moral a Fabio: "Una mediana vida yo posea, un estilo común y moderado, que no le note nadie que le vea".
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