San Fernando

Un yacimiento de singularidades

  • Eduardo Vijande, responsable de las excavaciones arqueológicas del campo de hockey, expone en una conferencia algunas de las conclusiones de los estudios, que todavía siguen realizándose

El 25 de julio de 2007 un redactor de este periódico acudió a los terrenos de Camposoto donde se construía el nuevo campo de hockey para comprobar cómo marchaban los trabajos. Se topaba entonces con la maquinaria parada, ni rastro de actividad y lo más importante: la noticia de la aparición de restos arqueológicos. Poco ponía imaginarse entonces que el yacimiento depararía grandes sorpresas. De ello habló el martes Eduardo Vijande Vila, que dirigió entonces las excavaciones, durante la conferencia Hace 6.000 años... que ofreció en la Academia de San Romualdo.

El lugar donde aparecieron los vestigios de un poblado del Neolítico medio (avanzado, cuando la agricultura y la ganadería eran las principales actividades) era un solar de la zona de Camposoto donde se empezaba la construcción del campo de hockey. Sin catas arqueológicas previas, las máquinas comenzaron a remover la superficie y provocaron destrozos en la huella histórica de la zona. "Antonio Sáez, subdirector del Museo Municipal, se da cuenta y se paran las obras", detallaba sobre aquel 2007. El daño era irreversible y según los cálculos se llevaron por delante en torno a 40 enterramientos. "La maquina cortó muchas estructuras: un pozo, un hogar, un fondo de cabaña", añadió. Poco después se inician unos trabajos arqueológicos de urgencia que duraron diez meses sin que se puediera excavar todo el solar. El ejemplo claro de lo mucho que quedó por hacer son las más de 30 tumbas que no se tocaron o los cuatro pozos de los cinco existentes en la zona central del poblado que se excavaron, pero, por cuestiones económicas, no hasta la base, lo que "hubiera sido interesante para saber su funcionalidad", justificaba.

A pesar de estas vicisitudes el Yacimiento Neolítico de Campo de Hockey deslumbra. De los estudios posteriores sale la mayor parte de la información que lo hace destacable, apuntaba el conferenciante. No es menos cierto, sin embargo, que ya sobre el terreno se descubrió como un espacio único por los elementos singulares que fueron saliendo a la luz. La necrópolis resultaba "especial" por sus diferencias con las documentadas en Andalucía y en la Península Ibérica. "Lo normal era que los enterramientos fueran colectivos, osarios, con restos de 70, 80, 90 personas, aquí son tumbas en su gran mayoría individuales", explicaba. Su extensión la hace diferente, se excavaron unas sesenta tumbas.

Otra "rareza" es que los ajuares estuvieran in situ, porque normalmente en las tumbas grupales están mezclados y se desconoce a qué individuo pertenece. Aquí eso no ocurre. Un niño tiene un collar de conchas. "Sabemos que es un collar porque lo tiene al cuello", matizaba Vijande. Aparecen productos exóticos, es decir realizados con materias primas que no existen en la zona: hachas de sillimanita procedente de la zona central de la Península Ibérica, colgantes de ámbar que no había ni en la Península en ese tamaño o cuentas de collar de variscita y turquesas. Sólo los individuos de enterramientos monumentales, no así los simples, cuentan con este tipo de adornos, "lo que demuestra que ya en esa época había desigualdades".

Esa es, precisamente, para Edudardo Vijande lo que otorga al yacimiento su gran categoría: la cantidad de información que aportan los restos. Porque, declaró, las piezas que se recopilan en una excavación son el medio para "reconstruir la historia". "Recuperamos 903 dientes, de los pueden salir mucha información, también ADN", puso de ejemplo. La defensa de esta arqueología social que realizó sirvió para resaltar el trabajo del equipo interdisciplinar que ha aglutinado en casi una década las investigaciones para conocer cómo eran y vivían en la prehistoria los primeros pobladores de la Isla de León. "El polen fosilizado recuperado de los enterramiento nos permite conocer, tras los análisis hechos en Alcalá, cómo era el paisaje de la época, muy parecido al del actual Doñana", explicaba. Los estudios sobre los recursos marinos de la UCA muestran que explotaban un número de especies muy amplio. "Los estudios de antrolopogía física, realizados por la Universidad de Granada, son los que han aportado los datos más relevantes", reconocía este doctor en Historia. Sin publicar aún, sí dio algunos datos: en los 60 enterramientos había 76 individuos; sufría caries en sólo un 4% de la población; eran individuos con un esqueleto pos craneal muy robusto, con el mentón cuadrado y las fosas caninas muy marcadas, "nada que ver con las poblaciones más graciles existentes en el Neolítico en el resto de la Península Ibérica". Esas características indican que era un población negroide, procedentes de zona subsahariana de África. Un dato como este necesita contrastarse y de ahí que hayan empezado un proyecto con el Instituto de de Biología Evolutiva de Barcelona y con la Universidad de Harvard. Eduardo Vijande no quiso dejar pasar la oportunidad para lamentar la poca importancia que se da al patrimonio, a la conservación de los restos arqueológicos, frente a la moda de los grandes centros de interpretación.

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