Provincia de Cádiz

El fuerte de Santa Catalina, un BIC maltratado a la espera de rehabilitación

  • El deterioro del conjunto defensivo es evidente, mientras se aguarda el proyecto redactado por Costas para ejecutar mejoras

El Puerto tiene enclaves de un gran valor histórico pero a la vez muy poco valorados por buena parte de la población. Es el caso del antiguo fuerte de Santa Catalina, una construcción defensiva que data del año 1587 y que fue desmantelado en 1810, tras el asedio de las tropas de Napoleón.

La parte más reconocible de este conjunto es la muralla de piedra que da a la playa del mismo nombre, un impresionante muro que ya el pasado verano fue objeto de una inspección técnica, tras denunciar un bañista la presencia de grietas en la estructura.

El fuerte se incluyó hace seis años en el catálogo de sitios históricos vinculados con 1812

Un simple paseo por los restos de este conjunto defensivo basta para atestiguar el abandono que sufre, con pintadas y grafitis que se prodigan por las antiguas piedras sin respetar en absoluto su historia.

Desde hace años se viene hablando de un proyecto para recuperar esta parte del pasado local, si bien hasta ahora la falta de presupuesto había sido el principal obstáculo para ello. En el año 2012, y al rebufo de los fastos del 12, la Junta de Andalucía incluyó esta fortificación en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural (BIC), con la tipología de sitio histórico, por ser considerado un legado patrimonial relacionado con la Constitución de 1812 y las Cortes de Cádiz. No obstante, el monumento ya contaba con la consideración de BIC desde al año 1985.

Ya en 2012 se barajaban varios proyectos para su recuperación, de manera que los restos se sometieran a una rehabilitación y pudieran hacerse visitables, sin descartar otras actuaciones como la creación de un auditorio al aire libre. La falta de disponibilidad económica fue entonces el obstáculo, aunque ahora parece que se abre una nueva puerta de la mano de una actuación impulsada por la Demarcación de Costas, que el pasado mes de septiembre presentaba un anteproyecto para la rehabilitación del fuerte.

Según dicho anteproyecto, que debe ser aún estudiado por la Comisión Provincial de Cultura antes de que se elabore el proyecto definitivo, supondría una inversión de 800.000 euros.

El historiador Hipólito Sancho, en su libro Historia del Puerto de Santa María, relata que la costa portuense siempre estuvo en el punto de mira de posibles incursiones, siendo una de las más recordadas la que se produjo en el año 1562, cuando trece navíos turcos, después de fracasar en su intento de saquear Cádiz, desembarcaron a sus tripulaciones en la zona de Santa Catalina, llegando los intrusos hasta el centro de la ciudad. Tras ese episodio se construyó una torre de vigilancia en la actual playa de La Muralla, aunque no fue hasta 1586 cuando se concluyeron las obras de construcción del fuerte de Santa Catalina. Ya en el año 1702, contando la fortaleza con 20 cañones, desembarcó en la zona la flota anglo-holandesa, destruyendo en parte el castillo que existía. El último episodio que se recoge en los libros de investigación data de 1810, durante el asedio de Cádiz durante la Guerra de la Independencia, cuando la fortificación fue utilizada por las fuerzas napoleónicas, aunque fue recuperada por el ejército español en 1812.

Parte de lo queda del conjunto defensivo, como la antigua torre de vigilancia, es aún bien visible desde el mar, si bien la parte más reconocible por los portuenses es lo que queda en pie de la antigua muralla.

Actualmente las pintadas y grafitis restan majestuosidad al conjunto, que en el verano del año 2012 se pudo visitar en alguna ocasión de la mano de las rutas organizadas por la Concejalía de Patrimonio Histórico. También en el verano de 2015 se celebró en este enclave una recreación histórica de los acontecimientos ocurridos en 1810, con exhibición de uniformes de la época y disparos de salvas.

Se trata, en definitiva, de un conjunto que pese a su deterioro, aún puede tener un digno futuro si las administraciones competentes detienen su ruina progresiva y se ejecuta el proyecto previsto de rehabilitación, recuperando así una parte de la historia de la ciudad.

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