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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La verdad sobre los Reyes Magos

Pocas tareas tan importantes como enseñar a los hijos, cuando dejan atrás la infancia, que los Reyes Magos existen

Pocas tareas tan importantes como hacerles comprender a los hijos, cuando se adentran en esa tierra de nadie que media entre la infancia y la adolescencia, la verdad de que los Reyes Magos existen. La mentira de que no existen ya se encargará de decírsela su entorno, sobre todo los amigos que han dejado la infancia a patadas y disfrutan contagiando la decepción que los ha hecho prematuramente cínicos. Y no precisamente de la escuela de Diógenes, que ya se encargarán de que lo desconozcan los planes de estudio que marginan la filosofía y las humanidades que hoy se consideran tan inútiles, fantasiosas y poco productivas como la religión. Se diría que quienes los redactan siguen los criterios pedagógicos del Thomas Gradgrind de Tiempos difíciles de Dickens que exhortaba así a los maestros: “Lo que yo quiero son realidades. No les enseñéis a estos muchachos otra cosa que realidades. En la vida sólo son necesarias las realidades. No planteéis otra cosa y arrancad de raíz todo lo demás. Las inteligencias de los animales racionales se moldean únicamente a base de realidades; todo lo que no sea esto no les servirá jamás de nada”. Cuales sean estas realidades lo deciden, por supuesto, quienes las imponen.

Los padres no creyentes pueden transmitir a sus hijos, en versión laica Zero Dios, que los Reyes Magos son el símbolo de algo tan real como el amor que les tienen. Los padres creyentes tienen la obligación de enseñarles que son mucho más que un símbolo porque remiten a la realidad histórica de “unos magos procedentes de Oriente” que, llegados a Belén, “vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron sus tesoros y le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra”. Esto tiene para un creyente la realidad y la verdad superiores a cualquier otra realidad o verdad de ser Palabra de Dios. Para la Iglesia, como se dice en el Catecismo, los Reyes Magos tienen la enorme trascendencia de ser “representantes de religiones paganas de pueblos vecinos” que, adorando al Niño junto a los pastores israelitas, manifiestan que “la multitud de los gentiles entra en la familia de los patriarcas y adquiere la israelitica dignitas (dignidad israelítica)”, dando su plenitud de sentido a la Epifanía como manifestación a todos, judíos y gentiles, de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Y nada hay más real y más cierto que esto para un creyente.

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