MIENTRAS que ZP y Rajoy inician la campaña electoral oficial, Raúl y Luis Aragonés tratan de cerrar heridas antiguas con una comparecencia pública. El debate nacional de la vuelta del delantero madridista debería ayer haberse cerrado con esta rueda de prensa que no sirvió para nada.

Raúl quiere volver a la selección y Luis Aragonés no quiere llevarle. El poder lo tiene el de Hortaleza, mientras que el favor popular lo tiene el delantero de muchos aficionados y periodistas que clamaron hace años para que lo sacaran de la selección.

Raúl ha intentado tender una trampa sibilina al seleccionador. Ha sido el que ha tenido la iniciativa para tener el encuentro y ha desmentido que haya cualquier tipo de enfrentamiento con Luis Aragonés. Pero con ello lo que ha hecho es dar un paso adelante para meter aún más presión sobre el seleccionador español, que tendrá que enfrentarse de nuevo a los demonios con la nueva lista de convocados frente a Italia.

Raúl ha quedado como un auténtico señor en una jugada que ahora mismo supone dar un paso atrás para dar dos adelante en el futuro. Aragonés es cabezón y en este tema tiene puesta una venda, porque ahora mismo el delantero madridista, por primera vez en varios años, está haciendo merecimientos para enfundarse la roja. Sin embargo, a partir de ahora ya no tiene la excusa de que algo pasó durante el Mundial de Alemania para dejar fuera al delantero del Real Madrid.

Lo de ayer fue la escenificación de algo muy poco creíble. Los dos pedían paz con la bandera blanca encima de la mesa y las pistolas enfundadas en sus cintos. Uno no tiene la más mínima intención de convocar al otro, y el madridista lo que ha hecho es aumentar aún más el debate.

Si España queda campeona en la Eurocopa nadie se acordará de Raúl. Si nos eliminan, lo más probable, los buitres se encargarán del cadáver deportivo de Luís.