EN el fútbol hay que vivir y valorar los momentos. El actual del Cádiz permite soñar. Y es así porque nunca desaparece la esperanza de hacer un final de Liga que sea la envidia del resto del grupo.

El equipo que tiene a sus órdenes Calderón está viviendo su particular fotosíntesis, por la cual los nuevos elementos deben proporcionar otro producto tras unos meses de competición. Esos elementos no han llegado por arte de magia. Detrás de los fichajes del mercado de invierno hay que poner un nombre: José Manuel Barla. El secretario técnico está dando la cara, demuestra que el cargo para nada le viene grande, que sabe lo que se trae entre manos y que su reconocida trayectoria como jugador profesional, en Primera y Segunda A, le abren hoy muchas puertas. Descolgar el teléfono diciendo: "hola, soy Barla", tiene su peso, le pese a quien le pese.

En verano vivió a la sombra de Félix Carnero, que se equivocó plenamente al no otorgarle la confianza adecuada. Si la opinión y el pensamiento de Barla hubieran contado, algunas cosas serían ahora diferentes. Pero entre todas, seguro que Chico no hubiera sido 'castigado' con una ilógica cesión al Portuense, por ejemplo. Si se cierra el mercado de invierno, Barla abre el siguiente planificando desde ya la próxima temporada. Que Kosowski, Natalio y Bangoura son jugadores interesantes y que de verdad mejoran el nivel de la plantilla, nadie lo puede discutir. Que Barla es el gran artífice, tampoco.

Es hora de dar a cada uno lo que se merece y corresponde. El secretario técnico ha acertado plenamente en sus primeras decisiones en solitario. Por ser ex cadista, gaditano y enemigo del abrazo barato no hay que maltratarle.