EL pasado sábado un nutrido grupo de portuenses nos fuimos al parque del Guadalete a plantar árboles y arbustos para iniciar la recuperación del que será uno de los mayores parques urbanos de la ciudad. La mayoría de los que lean esta columna no tendrán ni idea de a qué parque me estoy refiriendo.

Hace veinte años el Ayuntamiento autorizó a una empresa privada para que utilizara las marismas situadas en la margen derecha del Guadalete como vertedero de escombros. Las continuas denuncias llevaron al cierre de esta impresentable escombrera, pero nadie se responsabilizó del desaguisado y tuvo que ser la Junta de Andalucía la que invirtiera más de cinco millones de euros de la Unión Europea para convertirla en un parque en base a una propuesta de los ecologistas. El antiguo equipo de gobierno de IP y PSOE se opuso a esta iniciativa, pero al final el proyecto siguió adelante, se retiraron los residuos tóxicos, se plantaron 160.000 árboles y arbustos, se instalaron farolas con energía solar, se construyeron kilómetros de carriles y un gran mirador al río y al Parque Natural de la Bahía de Cádiz.

El parque se inauguró el 1 de febrero de 2006, con la presencia de la consejera de Medio Ambiente. Se traspasó al Ayuntamiento que, en vez de mantenerlo, lo abandonó y cerró; y todo por la inoperancia del concejal de Medio (muy medio) Ambiente. Casi todas las plantas se secaron. La Junta volvió a replantarlo, y el señor García de Quirós a dejarlo secar. Ahora los ciudadanos de forma altruista vuelven a repoblarlo.

Si a los ciudadanos se nos exigen responsabilidades cuando causamos daños a bienes públicos, más hay que exigírselas a los que ostentan cargos públicos. Ahora, en tiempos de crisis, más que nunca hay que mirar por el dinero público y exigir a Ignacio García de Quirós que pague los daños que ha causado a este parque. La Ley contempla esta posibilidad. Cuando un ciudadano no paga al Ayuntamiento, lo embargan; pues que le embarguen el ostentoso sueldo que cobra de Diputación por no hacer nada e, incluso, la asignación al grupo municipal socialista. A ver si así algunos políticos aprenden que están en sus cargos para gestionar nuestros intereses y patrimonio, y que el dinero público es sagrado. Si no son capaces de hacerlo bien, que se vayan a su casa.