Cuando yo era pequeño los niños de mi generación creíamos que más allá del año 2000 los coches volarían. No nos equivocamos. Estamos en el 2007 y los autos están por las nubes. Como los alimentos, cuyos precios se han disparado en época prenavideña. El timo del euro recrudece las economías de los hogares. Si a la compra nos acompañara un traductor de euros a pesetas, lloraríamos como niños chicos. El inventor de la moneda única fue un gran tunante. La clave está en las cifras. Un euro, dos euros, tres euros... suenan a poquito. Y soltamos las monedas convencidos de que lo que estamos adquiriendo no está mal de precio. Sólo reparamos en la estafa al comprobar como, por ejemplo, una cerveza a 1,50 son cincuenta duros de antaño. Como para que encima te la sirvan caliente y con mucha espuma.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios