El maestro que no hacía ruido

Joaquín Ramírez deja un recetario de gran importancia para la provincia y letras grandes para la hostelería

Montó su primer negocio propio en 2012, a los 53 años, cuando en unión de sus hijos, Joaquín y Daniel, abrió el restaurante Los Rescoldos en el Camino de los Enamorados, una calle, sin duda alguna, muy apropiada porque este cocinero de El Puerto de Santa María era un enamorado de su profesión y enamoraba con muchos de sus platos. Siempre, igual que él, con una técnica depurada, con una presentación elegante, pero buscando sobre todo el fondo, el sabor… sin pamplinas.

Fue un empresario tardío porque casi toda su vida profesional, 22 años, la desarrolló como jefe de cocina del restaurante del hotel Monasterio, donde fue uno de los pioneros en la provincia en realizar cocina con toques imaginativos y donde demostró su buena mano para los pescados. Jamás olvidaré su pescado de roca con crema de puerros y fino de El Puerto, un plato que he copiado malamente en unas pocas de comidas familiares.

Joaquín Ramírez, que falleció ayer, ha sido uno de los grandes cocineros de la provincia de Cádiz, uno de los grandes clásicos. En el hotel Monasterio tuvo ocasión de cocinar para lo más grande de la sociedad española que pasaba por este restaurante de lujo.

Ramírez ha dejado un recetario de gran valor para la provincia: su forma de tratar el pescado, su famosa crema de galeras o sus tortitas de rabo de toro se convirtieron en recetas de manual, de esas que consulta cualquiera que quiere ser algo en la profesión.

Empezó a trabajar a los 12 años en el Oasis de El Puerto. Se formó a si mismo, pero luego fue también uno de esos formadores de cocineros a los que siempreestuvo dispuesto a facilitar sus secretos y recetas sin nada a cambio.

Siempre creyó en el producto y, especialmente, en el producto de la provincia de Cádiz. Fue generoso al darle protagonista a lo suyo igual que fue generoso en la vida, en la que siempre era alguien que estaba dispuesto. Muchos compañeros de profesión acudían siempre a él cuando tenían una duda técnica o incluso una duda empresarial y siempre, sin hacer ruido y con mucha discreción estaba dispuesto a ayudar.

Joaquín Ramírez deja un recetario de gran importancia para la provincia de Cádiz y letras grandes para la hostelería de El Puerto de Santa María a la que dio mucho brillo, especialmente en sus etapas en El Monasterio y también en sus Rescoldos, donde demostró que tenía muchísimo fuego dentro.

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