Además de ser el verdadero culpable de la desatinada subida de precios que está sufriendo el bolsillo español, junto a otros factores de esa ciencia oculta que se llama macroeconomía, el euro está produciendo en la ciudadanía en general, la que no viaja a Europa y no puede calibrar sus ventajas para moverse por el continente, más de un quebradero de cabeza en comercios que actúan de manera arbitraria y al margen de la ley. Lo denunciaba hace unos días una señora en una llamada a este periódico: en un supermercado gaditano le habían rechazado un billete de 500 euros para pagar su considerable compra. A la mujer le fallaron los reflejos y no pidió, exigió, a la cajera la hoja de reclamación en la que dejar constancia de una negativa tan absurda como ilegal. El dinero es dinero. Y si tienen miedo de que sea falso, que arbitren medidas para descubrirlo. La próxima vez, señora, pague en céntimos.
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