Al Carnaval le quedan pocas horas, pero no hay problema: otra fiesta está a las puertas. Cuando todavía el Pierrot no se ha quitado el tipo ya tiene el horario de los besapiés de su cofradía. Mañana el Nazareno del Amor saldrá por las calles gaditanas en solemne vía crucis. Mucho respeto por favor y que nadie le pida a la capilla musical que lo acompañe que interprete el popurrí de Caleta, que ya no pega.

Y para que esto no me ocurriera, el pasado domingo aprovechando que iba para ver la cabalgata magna con mi mujer y los niños intenté acoplarme para la venidera semana de pasión. Salí desde la plaza de San Antonio con los niños disfrazados de polillas, a los sones de A ti Carapalo. Así llegué hasta la calle Ancha, donde a la altura de San Pablo mecí el coche Jané unos segundos para no perder el estilo genuino gaditano, sin arrastrar los pies.

Entramos en Palillero con la marcha Madrugá de Quiñones, enfilando calle Montañés noté como al más chico de mis niños le rozaba el palo, y ordené tocar Batato de mi vida que es más alegre. En Candelaria no toqué nada porque todavía estaban los hipis borrachos. En Santiago entré señorialmente hasta la Catedral, y llegando a este punto emblemático le pedí a mi señora que tarareara con la trompeta de mi Javi la marcha A ti, Tio de la Tiza, y no precisamente porque amenazara agua sino porque en Arquitecto Acero estaba cantando un coro con tres bizcos desafinaos ¡Pa correr! Pasé de puntillas dejando la calle Cobos a la izquierda para seguir por Pelota con los sones de Soledad de Pelahigo llegando así hasta la plaza de San Juan de Dios. O sea, el mismo recorrido que quiere hacer la borriquita pero en versión cabalgata. Subimos la cuesta de las Calesas con más pena que Gloria, en donde me paré para comprarme un pionono porque estaba esmallao. Todo esto hasta llegar más allá de comisaría sin pensar en los costaleros. Así que toma nota, amigo Luis Rivero.