Tiovivo soberanista

El nacionalismo que no sabe parar nunca, aunque los políticos nacionales estén deseando rendirse.

El animal totémico de los nacionalistas catalanes está muy bien escogido. Ellos, en vez del toro bravo, se, han escogido un burro o, mejor, por eso de la paridad, una burra. Por la paridad y porque refleja su estrategia política que podría resumirse en "Y otra vez la burra al trigo". Y donde digo trigo digo referéndum.

El nacionalismo no atiende a razones jurídicas, históricas ni, incluso, electorales. Plantearon las últimas elecciones como un referéndum solapado por la independencia y hubo más apoyo de voto popular para los partidos no independentistas, pero da igual, como dio igual el fiasco del referéndum previo de cartón. Quieren por otro.

Si yo fuese ateo, pensaría que el maravilloso episodio de las murallas de Jericó, que cayeron cuando los israelitas les dieron siete vueltas tocando las trompetas, en realidad fue una táctica de un catalanista que se puso a dar vueltas y más vueltas y otra más y tocando el trombón hasta que los de Jericó, exhaustos, dejaron caer los brazos y los muros. ¿Diría que intentan hacer esto con nosotros? Incluso yo, que amo a España de punta a punta, estoy aburrido y prefiero hablar de las cenas de Navidad que de la cercada y sobada soberanía nacional.

Aunque el de Jericó no fue un nacionalista: dio sólo siete vueltas. Y estos no saben pararse. Me temo que Rajoy y Soraya estaban ya groguis. ¿Qué es si no esa apelación al diálogo y ese despacho que la Vicepresidenta se abre en Barcelona y no en ninguna otra ciudad española? Pero estos catalanistas siempre acaban dando una vuelta de tuerca más de la cuenta, por fortuna. Están forzando tanto las cosas (fotos del rey, insultos a la Guardia Civil, convocatoria de un nuevo -y dale- referéndum) que no dejan opción. Atosigan tanto que ni aire para rendirse ofrecen al gobierno central. Eso hay que agradecérselo, porque siempre he pensado en la cara de tontos que se les tuvo que quedar a los de Jericó con el truco de las siete vueltas aburridoras.

Al final, de tanto llamar al resto de España "caraanchoa", el nacionalismo va encontrarse con lo del Youtuber famoso. Un sopapo. Jurídico e institucional, entiéndanme. Habrá que recurrir alguna vez al pie en pared, en la pared de la ley y la igualdad de todos y la Constitución. Yo, al pomposamente llamado "problema catalanista", no le veo más salida. O nos aburren de una vez o paramos pronto el tiovivo nacionalista. Porque no hay quien lo aguante.

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