EL ALAMBIQUE

Diego / Mora

Solsticio de invierno

MÁS de la mitad de la Humanidad celebra en estos días las fiestas de Navidad, para conmemorar el hecho más grande que vieron los siglos: el nacimiento de Jesús y del cristianismo. Ésta no es la noticia que quiero comentar y que me ha producido sorpresa, risa e indignación: un edil del Ayuntamiento de Sevilla ha presentado, de manera formal, ante el Consistorio la propuesta de cambiar el nombre de Navidad por el de solsticio de invierno, es decir, pretende sustituir un nombre lleno de contenido y de tradición, arte y cultura, por otro que, siendo un concepto real, no deja de ser una pedantería usada coloquialmente. Supongo que el resultado de tan peregrina idea haya sido, como mínimo, nulo. Este señor concejal se ha fijado un objetivo inalcanzable. Estoy seguro de que a la mayoría de los lectores no se les escapa cual es la verdadera intención de esta propuesta, que en mi opinión no es otra que prescindir de Dios, de ignorarlo, de borrarlo, en una palabra, de la conciencia social. Otra pretensión absurda e inútil, pues como decía el sabio, "si Dios no existiera, habría que inventarlo". Todos los pueblos, en todas las épocas han adorado a Dios y lo han tenido presente a sus oraciones, en sus desgracias y en sus fiestas. Y la Humanidad entera no se puede equivocar en algo tan esencial. Otra cosa es el hecho evidente de que es obligación de todos intentar descontaminar a la Navidad del paganismo que la invade y la ha convertido ya, o está a punto de conseguirlo, en una carrera desenfrenada de consumismo. Lo que hace más evidente la injusticia de un mundo en el que se derrocha a raudales, mientras la mitad de la población mundial pasa hambre e ingentes cantidades de alimentos se queman e inutilizan para que no suban los precios, que es lo que promueven las multinacionales y la globalización. Mientras hay miles de familias y de pensionistas que cada mes han de hacer verdaderos milagros para comer los últimos diez días, o lo que es peor cuando hay miles de niños y personas adultas que carecen hasta de agua potable. Para terminar, quiero enviar un saludo especial a todas aquellas familias que en estos días festivos sufren especialmente la pérdida de un hijo o un ser querido. Os invito a todos a permanecer unidos en el dolor y la Esperanza.

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