Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

Reserva de discapacidad

SE han convocado las oposiciones para maestros en Andalucía. Como siempre, hay una reserva de plazas para personas con discapacidad. Se trata de una discriminación positiva -muy ligera- que está más que justificada. Digo "ligera" porque lo es: se les exigen los mismos requisitos que al resto de aspirantes y los ejercicios, salvo que resulte imprescindible alguna adaptación específica, serán idénticos. Según les dicen, este año, como novedad que ha generado cierta desazón, se añade un requisito más: un certificado expedido por el órgano competente en el que conste que se reúnen las condiciones físicas y psíquicas compatibles para impartir las enseñanzas asignadas.

Si el aspirante ganó su título universitario de maestro, ¿qué más tiene que certificar; además de aprobar, naturalmente, las oposiciones? Las condiciones psíquicas para impartir enseñanzas, ya puestos a amarrar, nos las podían pedir a todos. Pero se dan por supuestas.

En cualquier caso, que la aspereza propia de las oposiciones, su dificultad y las ganas de superarlas de los aspirantes no nos hagan perder de vista a quienes son los verdaderos privilegiados por la existencia de esta reserva de discapacidad. Serán los alumnos que tendrán a esos maestros. No aprenderán sólo las materias. Recibirán de primera mano, implícitos y en directo, valores palpables y lecciones de superación insuperables. Y así, con el ejemplo, es como calan. La situación les exigirá a esos alumnos, tal vez, un pequeño plus de responsabilidad y de madurez, y les vendrá de lujo. Será una enseñanza en la excelencia.

Además, aunque por lógica no queda más remedio que poner unos límites muy estrictos de tantos por ciento de discapacidad y de tribunales médicos, sabemos por experiencia propia que la vida no es así. Cualquiera carga con sus limitaciones, y los alumnos son los primeros (siempre) en darse cuenta. No pasa nada. Como digo, que ellos vean que las barreras -sean las más serias o, incluso, las más cotidianas- se encaran y se superan, y que, encima, nos ayuden a hacerlo, es, sin duda, una ventaja educativa. Chesterton aseguraba que lo más importante que se aprendía en la escuela era a convivir con los diversos caracteres, personalidades, peculiaridades y circunstancias de los docentes. Con reserva de discapacidad o sin reserva, reconocidas o no, las limitaciones de los profesores son, en el fondo, un enriquecimiento de los alumnos.

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