Dos de ellas conclusas y muy diferentes aunque enhebradas por el factor común del oro, han marcado con tintas de novela lo sucedido en la pasada quincena: la desaparición del Códice Calixtino del siglo doce, símbolo de Compostela,y el clamoroso triunfo de la selección española de fútbol. El primer tema tan novelístico que podríamos titular también como: " El de la quinta del sol", según llamaba Alfonso X al valor de la piedra aurífera. Las dos historias acaban bien afortunadamente y gracias a la gestión policial en el caso del libro perdido y hallado sin deterioro en sus unciales ni en las letras escritas hace tantos siglos por algún monje cuidadoso, miniadas y cromáticas como aquellas que contemplamos a través de las cristaleras. Alguien dijo que la pérdida de aquel objeto era como perder la Alhambra Puede que no estuviera equivocado. El oro futbolístico no tiene nada que ver con la anterior historia, aunque la base sea en parte económicamente sobreabundante. Se trata de entregar el esférico de oro al héroe de la selección española. Debe tratarse de un globo neumático porque no es un metal que, como todos ustedes saben, pesa lo suyo. Casillas nos ha recordado, por contraste, al anterior aclamado David Beckham, hoy por hoy alejado y tristón según apreciamos en sus entrevistas televisadas, quizás porque el suelo que pisa no está recubierto de césped, sino de las alfombras rojas de las pasarelas. También, y no es mi intención verter en las escasas líneas de mi comentario el agua rancia de la moraleja, corre el peligro que podría llamar de sacralización, o eligiendo el término eclesiástico, decir que está en proceso de beatificación gloriosa. No obstante, las jornadas de todos aquellos que han participado en la competición europea han hecho que disfrutemos de ratos extraordinarias apasionantes y también liberadores. Lástima que tengamos que esperar tanto para una nueva convocatoria.