Parecía que la marca Guardiola, sinónimo de calidad taurina o futbolística, se abría hueco también en la galaxia política, con una nueva estrella popular: María Guardiola, jefa del PP extremeño, segunda en las votaciones del 28-M en su región, que había hecho unas declaraciones muy europeas contra la intransigencia reaccionaria de Vox: que usa el trazo grueso, deshumaniza a los inmigrantes, niega la violencia de género o el cambio climático y tira a la basura la bandera LGTBI. Se vislumbraba un ala liberal (a la gaditana) en el tradicional partido conservador católico español. Guardiola dijo que jamás incorporaría a su gobierno a gente de Vox, levantando un cordón sanitario a la alemana a la extrema derecha.

Pero fue una estrella fugaz. Se le echó encima el castizo PP madrileño de Aguirre y Ayuso y los presuntos moderados gallegos o andaluces hicieron un dontancredo de la escuela marianista. Más sola que la una, Guardiola, visiblemente atribulada, se tragó ayer todas sus palabras y levantó el veto a Vox, que a su vez rebajó su pretensión de una vicepresidencia y dos consejerías, para conformarse con una carterita: gestión forestal y mundo rural, con competencias en caza, pesca, toros, incendios forestales e infraestructuras rurales. Es una consejería menor, como el Ministerio de Consumo de Garzón en el Gobierno, pero con un área mayor; la forestal es el 65% de la superficie de Extremadura.

Hace diez días, Guardiola llegó a afirmar que no pensaba regalar consejerías y que si tenía que ir a nuevas elecciones en Extremadura iría. Los últimos sondeos apuntaban a una bajada del PP y un aumento del voto al PSOE, que podría conservar la Junta de Extremadura en caso de nuevos comicios. Ayer sostuvo que sus palabras son menos importantes que el futuro de los extremeños y que da su brazo a torcer para combatir el paro, la pobreza, la falta de oportunidades y la despoblación. Vox también se apunta el tanto de medidas escépticas sobre el cambio climático, al estilo de la legalización de los regadíos ilegales de la corona norte de Doñana a la que ha arrastrado al PP andaluz. En el acuerdo de gobierno extremeño se incluye la intención de eliminar las trabas medioambientales del sistema europeo de espacios protegidos, Red Natura, y revisar las políticas verdes o la Política Agraria Común para apartar cualquier estorbo burocrático o legislativo en materia climática “que afecte a la prosperidad del campo o la libertad de los extremeños”.

Poco a poco, Abascal gana posiciones políticas e ideológicas en el escenario popular.