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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

‘Extra Sánchez nulla salus’

Un día Patxi López dice que las discrepancias entre el PSOE y Junts a propósito de la transferencia de las competencias en materia de inmigración a Cataluña se deben a las prisas con que se hicieron las cosas: “el papel estaba redactado de aquella manera y por eso existen estas interpretaciones que tenemos unos y otros”. Es decir que las cuestiones más importantes que afectan al Gobierno de la nación, y por lo tanto a todos nosotros, el sostén del propio gobierno y la agónica aprobación de lo que pretenda sacar adelante dependen de un papel redactado de aquella manera. Esto es alta política, acuerdos meditados, negociaciones serias y concesiones debidamente sopesadas.

Otro día Pedro Sánchez, citando a Aristóteles quizás vía Perón, dice: “lo más relevante es saber que en la vida como en la política la verdad es la realidad”. Sin comentarios.

Otro día más, al ser preguntado por el cuestionamiento de la proposición de ley de amnistía por los letrados del Congreso, Bolaños ha dicho: “las opiniones doctrinales son libres, pero la realidad es incontestable”. Y la realidad, añadió, es que “la política que hace el Gobierno está consiguiendo que la situación [en Cataluña] mejore cada día”. En esto tiene razón: cuando se le da al perro el hueso que pide y al niño el capricho que exige dejan de ladrar y de llorar, y la situación desde luego mejora, qué duda cabe. Frente a esta verdad que es la realidad o esta realidad que es la verdad poco importan “las opiniones doctrinales” de los letrados del Congreso.

Entre papeles redactados de aquella manera y la realidad –única verdad– por encima del informe de los letrados, Felipe González ha dicho que la Constitución “está amenazada” y es objeto de “ataques despiadados”. Inmediatamente un opinador en turno de guardia progresista le ha acusado de ser portavoz de la derecha y no representar al PSOE. Aquí no se libra nadie. Una vida entera dedicada al PSOE, incluida la renovación que lo condujo a la victoria en el 82, no significa nada si se está en desacuerdo con el líder. Esto sí que es tradición de la izquierda: el famoso revisionismo que tantas vidas se cobró y fue la versión marxista –especialmente en el comunismo– de la herejía cristiana. González es un hereje, un revisionista. Ha dicho lo intolerable: “si cambia mi partido, no estoy obligado a cambiar”. Ignora que extra Sánchez nulla salus socialista y progresista.

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