Fiestas Todas las ferias en la provincia de Cádiz para este mayo de 2024

La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Encuentros con Norman Jewison

Fuimos descubriendo a Jewison en el Palacio Central, el Álvarez Quintero, el Rialto y el Imperial

Una de las realidades más hermosas del disfrute de la cultura es la abolición del tiempo y la distancia. Leemos, oímos o vemos hoy lo escrito, compuesto, pintado o filmado lejos y hace siglos –o muchos años, en el caso del cine– gozándolo como un descubrimiento personal que se ancla al lugar y al tiempo del encuentro. Cada obra nace cuando un nuevo lector, un nuevo oyente o un nuevo espectador la descubre. En la experiencia cultural la pólvora se descubre todos los días. Lo más remoto se hace próximo y lo más conocido sorprende como una experiencia personal nueva. De aquí al fin de los tiempos –si la catástrofe educativa no lo impide poniéndose solo al servicio de los saberes considerados productivos y desterrando los tenidos por inútileshabrá jóvenes que descubran el inmenso legado de todos los campos de la creación, desde los tesoros de la llamada alta cultura a los de la cultura popular de masas. Y en cada descubrimiento se abolirá el tiempo y la distancia en el ahora, el aquí y el tú y yo del encuentro personal con el autor y la obra. La cultura vive en el eterno presente del sucederse de quienes la descubren y la gozan.

En la muerte del casi centenario realizador Norman Jewison quiero recordar los lugares de los encuentros personales entre sus películas mayores y quienes fuimos coetáneos de sus estrenos en los cines en las que se convirtieron en una experiencia personal ligadas a un tiempo y un lugar. La desaparición de las salas de cine dotadas de su propia personalidad arquitectónica supuso, además de una catástrofe patrimonial, la pérdida de la memoria, tan importante, de los lugares del encuentro con las películas y del asombro y el placer de su descubrimiento.

Descubrimos a Jewison –que es de lo que trato aquí, de su obra lo hago en las páginas de cultura– en cines que quedaron para siempre unidos a sus obras: El rey del juego en el Palacio Central, En el calor de la noche en el Álvarez Quintero, El caso de Thomas Crown en el Rialto y El violinista en el tejado y Jesucristo Superstar en el Imperial. Quienes vivimos aquellos estrenos oímos, como un lejano eco, a Ray Charles cantando In the Heat of the Night, a Noel Harrison The Windmills of Your Mind, a Topol If I Were a Rich Man o a Yvonne Elliman Don’t Know How to Love Him cuando pasamos ante sus puertas, hace tantos años cerradas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios