Tribuna de opinión

Juan Antonio Vila. Profesor de Historia. Miembro del Grupo Economía del Bien Común.

El Coliseo de la Ópera italiana

Como si fuese un guiño para reescribir su intrigante historia una elegante fachada neoclásica aparece semiescondida tras los muros del antiguo colegio Jaime Balmes

En 1739 Joseph Jordán, miembro de la numerosa colonia genovesa asentada en la ciudad, solicitaba licencia para construir un Teatro de Ópera italiana. Parece ser que el edificio empezó a construirse en madera pero la Comunidad de Hermanos de San Juan de Dios se opuso y logró del Ayuntamiento la no concesión del permiso refrendando el privilegio que la Comunidad tenía desde el siglo XVII que todas las obras teatrales representadas en la ciudad se realizasen en la Casa de Comedias y con un porcentaje de la venta de entradas se obtenía financiación para el mantenimiento del Hospital de la Comunidad.

Hacia 1760 comenzó la construcción del Coliseo de la Ópera de Cádiz. Disponemos de pocos datos sobre el edificio. Un informe del Personero Francisco Guerra de la Vega recogido en un Acta Municipal de 1768 nos aporta algunos datos. El empresario Joseph Darbricio costeó su construcción "con limosnas de algunos aficionados, y empréstitos de otros". El coste de la obra se cifró en 21.000 pesos. También sabemos que poco tiempo después se tuvo que hacer cargo de su administración D. Miguel Alesio por una intervención extrajudicial provocada por el empeño que tenía la empresa con muchos de sus prestamistas y con el carpintero y pintor de fábrica. En cuanto a elementos descriptivos, con todas las precauciones que se debe tener con esta misma fuente, es que disponía de 58 palcos y una capacidad que señalaba la venta en el día más concurrido de los bailes de Carnaval del año de 1768 de milsetecientos boletines.

Pocas referencias teníamos sobre su verdadera ubicación. El arrabal de Santiago sufrió una amplia remodelación durante el siglo XVIII provocado fundamentalmente por una nueva perspectiva urbanística al establecerse la construcción de la nueva Catedral.

Este recorte de un plano francés de comienzos del siglo XVIII nos señala que al Este el arrabal quedaba cerrado por el amplio conjunto del Convento de los Carmelitas Descalzos señalado con el número 32 y que incluía la actual Plaza de Abastos (entonces huerto del cenobio) y la zona del actual edificio de Correos y antiguo Teatro Andalucía en donde estaban situadas las dependencias monacales y la Iglesia de la mencionada orden. El número 33 señala las Escuelas de los Jesuitas que funcionaba desde finales del siglo XVI.

En la nueva ordenación urbana del siglo XVIII aparecen por tanto dos calles en sentido Norte Sur que se corresponden con las actuales Obispo Urquinaona y Arbolí. Ésta, entonces denominada del Empedrador, sirve como linde occidental de una manzana irregular con edificios que disponen entradas por Compañía- Plaza de las Flores al Sur, Libertad al Este y Desamparados al Norte y que contaba con un amplio solar central.

La maqueta de Cádiz que se encuentra en el Museo Municipal fue construida entre 1773 y 1776 y nos muestra ese espacio señalado con la letra B, la calle Empedrador a la altura de la Camorra con la letra C y con la letra D se muestra un edificio con vertiente a dos aguas en la zona más cercana a la Plaza de las Flores. Puede ser una pista para la ubicación del Coliseo de la Ópera Italiana pero la certeza de la fuente queda en entredicho cuando sabemos que la maqueta quedó abandonada durante mucho tiempo y reconstruida durante el siglo XX con unos criterios a veces no coincidentes con la realidad.

Pero este plano firmado por el Ingeniero José Cavallero realizado en 1772 y que me ha aportado Juan Ramón Ramírez Delgado, ratifica la ubicación de la Casa de la Ópera Italiana (en el recuadro numerado con el 95) disponía fachada directamente a la Plaza de las Flores.

El Coliseo de la Ópera de Cádiz disponía de una compañía propia de instrumentistas, los censos establecen hasta 26 músicos. Fundamentalmente la orquesta disponía de instrumentos de cuerda. Uno de los más conocidos fue Carlos Moro que tocaba un famoso violoncelo construido en 1720 por Antonio Stradivarius. Este chelo, en la actualidad propiedad del mexicano Carlos Prieto, estuvo casi sesenta años en Cádiz y probablemente participó en otros acontecimientos musicales como el estreno mundial de "Las Siete Palabras" de Haydn en la Santa Cueva. Parece ser que la Empresa también disponía de un cuerpo propio de tramoya y de grupo de bailarines que fueron menos estables que los músicos pues cambiaron varias veces de conjunto coreográfico.

Los cantantes provenían de Compañías italianas que habitualmente realizaban giras por la Península actuando además en otras plazas como Madrid, Lisboa, Valencia y Barcelona. Cotarelo y Mori señala en los trece años de actividad de la Empresa de la presencia de al menos cuatro compañías diferentes destacando al sopranista Felipe Elisi.

Hemos encontrado impresas hasta 25 óperas especialmente realizadas para las representaciones gaditanas. Casi todas realizadas en la Imprenta Real de la Marina de Manuel Espinosa de los Monteros y en edición bilingüe. Parece ser que era moda que las letras en italiano se memorizaran. En la traducción al español destacó el poeta gaditano Juan Pedro Maruján que probablemente también estaría en la nómina de la Compañía. En los años 1761 y 1762 realizó al menos ocho transcripciones. El Conde de Mérito realizó una crítica a las traducciones realizadas y fueron contestadas en verso en un documento realizado por el propio Maruján y también impreso por Manuel Espinosa de los Monteros. Se representaron tanto Dramas como Óperas cómicas o bufas. El autor más interpretado Metastasio, libretista de moda en toda Europa, con obras como Antígono, El Siroe, La Buena Hija o el Demoofonte.

Entre los asistentes a estas representaciones destacaban la presencia de las diferentes colonias foráneas, preferentemente italianos. El propio Gobernador, Sentmenat, al elaborar un informe indicaba que en el año 1766 de los 58 palcos sólo unos quince eran de abono para la temporada completa y que de estos sólo dos eran abonados españoles. El referido documento intentaba demostrar que una denuncia sobre falta de moralidad de los espectáculos operísticos desarrollados en el Teatro no tenía ninguna base, pero el propio obispo de la ciudad acompañó a la denuncia presentada al Consejo de Castilla un escrito que señalaba lo siguiente:

" ...Es tal el atractivo de las actoras que arrastra no sólo a los jóvenes sino también a los ancianos, advirtiéndose muchos matrimonios en inquietudes por la inconsideración de las mujeres, que careciendo aún de lo preciso fatigan a sus maridos por las óperas. Se nota que muchos acaudalados disipan sus haberes en estos pasatiempos y que varias familias pobres procuran conseguirlos por ilícitos medios …"

La llegada a la Presidencia del Consejo de Castilla del Ilustrado Conde de Aranda favoreció la realización de Bailes de Carnaval que tuvieron excelente acogida en este espacio durante los últimos años de funcionamiento del Coliseo. Sería motivo de un más amplio estudio pero probablemente tendríamos que analizar que tanto la ópera italiana como los bailes de máscaras desarrollados en el Teatro de la Opera Italiana pudieron convertirse en el origen del Carnaval gaditano. Aspectos como el sentido de la ironía junto al espectáculo visual de los disfraces y el acompañamiento músical con gran predominio de los instrumentos de cuerda en las orquestas de las agrupaciones son claramente coincidentes.

Después de 13 temporadas de actividad operística el Coliseo gaditano cerró sus puertas en 1773. Varios debieron ser los factores para su desaparición. El primero su elevado coste económico. La empresa debía mantener una amplia nómina propia de músicos, bailarines, y tramoya, y disponer también el pago de los artistas de las compañías italianas que realizaban las representaciones. A ello habría que añadir el pago del mantenimiento de un local tan amplio y del diezmo cultural que suponía la obligatoriedad de aportar un diez por ciento al Hospital de San Juan de Dios del total de las entradas vendidas.

En segundo lugar, una amplia competencia. En esos años Cádiz llegó a contar con hasta tres Teatros: El Principal de la Plaza del Palillero en el que se representaba fundamento obras clásicas españolas, el mencionado Coliseo de la Ópera Italiana que hemos analizado y a partir de 1768 el Teatro de la Comedia Francesa ubicado en el barrio del Mentidero en el mismo lugar donde se ubica actualmente Diario de Cádiz (Calles Ceballos y Hércules).

Abandonada la actividad teatral como hemos visto en 1773, en 1783 la propiedad del Coliseo pedía permiso para su demolición y destinar el local a juegos de billar y bocha (parecido a la petanca). Además las reformas realizadas por O´Reilly en el Teatro Principal de la Plaza del Palillero sobre esas mismas fechas permitían la posibilidad de que las Óperas fueran representadas en dicho espacio como se evidencia en sus programas ya desde finales del siglo XVIII.

El excelente trabajo de Juan Antonio Fierro publicado en el Diario de Cádiz el pasado día 15 de agosto nos hace reflexionar sobre la importancia dentro del patrimonio tanto arquitectónico como cultural de esa manzana de viviendas situada en la cercanía de las Plazas de las Flores. Personalmente creo que los restos aparecidos en el Centro Municipal Arbolí pertenecen a la fachada del Teatro de la Casa de la Camorra, nombre con el que se conoce al edificio labrado probablemente en la década de los ochenta del siglo XVIII por un conjunto de ciudadanos extranjeros, preferentemente franceses e italianos. Entre sus muros se desarrollaron multitud de experiencias asociativas a lo largo de más de doscientos años que incluye a la Sociedad Económica Gaditana de Amigos del País, diversos Liceos y Ateneos, Sociedades Musicales y Teatrales, Escuela de Comercio, Colegio de los Coros de la Purísima Concepción o Casa del Pueblo por poner algún ejemplo.

Aprovechando la favorable acogida que está teniendo últimamente el tema Patrimonial en la ciudad debería plantearse por quien corresponda, la posibilidad de puesta en valor de este espacio, auténtico santuario de la cultura y la educación en la ciudad desde al menos hace 260 años. La Camorra esta enladrillada quién la desenladrillará.

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