Capitalismo ebrio

A un colectivista le cuesta mucho ver la responsabilidad individual con la nitidez con que la ve un liberal

Luis García Montero es comunista de campanillas, poeta exitoso y ensayista probado. Su estudio sobre Bécquer es extraordinario. A mí me cuesta entender que se pueda ser poeta y comunista, siendo una cosa el éxtasis de la personalidad y de la expresión del alma humana y lo otro la apoteosis del colectivismo y de la reducción al materialismo. Yo estoy más con Mario Quintana, el humilde poeta brasileño, que susurraba: "La poesía es un síntoma de lo sobrenatural. Incluso aquellos que se juzgan materialistas han de sentirse ingenuamente aludidos". Pero el problema debe de ser mío, porque poetas de izquierda hay a patadas, e incluso algunos buenos, aunque quizá mejores en campos alejados a su ideología, como la nostalgia de España de Rafael Alberti, la angustia existencial de Blas de Otero o la pasión conyugal de Miguel Hernández.

García Montero ha escrito una columna que ha causado un alboroto. Con ocasión del asesinato del niño Gabriel Cruz, ha afirmado que "todos somos Ana Julia Quesada" (sic) y ha arremedito contra "el capitalismo ebrio" (sic), que es el que de verdad mata, dice.

García Montero es víctima de su ideología. Se muere por fustigar al capitalismo a siniestro y a siniestro y por hacer la reforma del sistema, que es su negociado. Y no era la ocasión. A un colectivista le cuesta mucho ver la responsabilidad individual con la nitidez de un liberal y, no digamos ya, de un personalista. Le pirra la culpa colectiva y la solución súper estructural a toda revolución. Véase este párrafo suyo: "La sociedad capitalista que padecemos tiene poderosísimos medios de control y producción de seres humanos. Y su programa desquiciado invita al mal, a la avaricia, a la soledad, a la traición, al maltrato, al hambre de unos y a la ambición insaciable de otros. Saca lo peor de nosotros mismos. Creer que existe una condición humana no gobernada del todo por el poder, es la única manera de sentir y pensar que la bondad, nuestra bondad, tiene todavía posibilidades en este mundo".

Yo creo siempre en las posibilidades de la bondad; y, por tanto, previamente, en la libertad, que implica la responsabilidad penal. Y creo, además, que García Montero es buena gente, pero su ideología ha sacado lo peor de él, y lo ha hecho también el capitalismo, sí, se lo concedo. Ay, esta necesidad neoliberal nuestra de entregar la columna al periódico puntualmente, que nos precipita, nos precipita.

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