Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Cuchillo sin filo

Francisco Correal

Aviones sin periódicos

ENTRE los supervivientes del accidente aéreo de Barajas hay un niño de 8 años de mi pueblo que ha perdido a su padre en el siniestro. Jesús Alfredo Acosta nació en Puertollano y vivía en Torralba de Calatrava, donde muy pronto irrumpirá el ritual de la vendimia. Su madre también viajaba en el avión y figura entre las personas hospitalizadas. A los niños les encantan los aviones. Tengo un amigo, Dani, piloto de Ryanair, que de niño se pasaba el tiempo pintando aviones, unos cuadros muy ingenuos que conserva Susi, su madre, como una especie de preludio de las alturas. La única vez que mis hijas han cogido un avión fue para ir a Canarias de vacaciones. De Sevilla a Santa Cruz de Tenerife. El día de la partida, repartieron los periódicos con los rostros desquiciados de los dos hijos de Sadam Hussein, que habían muerto en un ataque de las tropas norteamericanas. Ayer Iberia no repartió periódicos. Sigue siendo estadísticamente el medio de transporte más seguro. Aunque decirlo hoy es como afirmar que han muerto menos personas devoradas por leones que cayéndose de un andamio. Hacía 25 años que no se producía en España una catástrofe de estas dimensiones. Recuerdo la desazón de Enrique Tierno Galván, alcalde de Madrid en 1983, pidiéndole a ese año como único deseo que se acabara cuanto antes. El mismo día que eliminamos a Croacia en baloncesto y a Corea en balonmano pusimos 153 cruces junto al medallero. A los niños les encantan los aviones. Leonardo no podía estar equivocado. Nunca olvidaré mi primer viaje en avión. Era en un permiso de la mili. A un chiquillo que debía tener muchas horas de vuelo le divertía la zozobra de aquel estúpido viajero que miraba a uno y otro lado de la ventanilla y que se sumía en la lectura de las últimas páginas de Paradiso para encontrar en la prosa musical de Lezama Lima alivio contra ese pavor estratosférico. Barría en las librerías un libro de Erika Jong titulado Miedo a volar.

Hay que mirar al cielo que no cruzaron y vivir por ellos. Y sacar la lección suprema. Esta tragedia debería empitonar la humildad de terroristas, maltratadores, secuestradores, fanáticos, psicópatas. Que aprendieran que la muerte se basta a sí misma para hacer su trabajo y no necesita de mamporreros que la ayuden. La muerte es la única constatación empírica de la vida. En el funeral de la madre de Rafael Gordillo, le comentaba a Sebastián Alabanda, héroe de la final del 77, que si miramos a nuestro alrededor, casi todo lo que vemos, casi todo lo que somos nos lo dieron personas que ya no viven. El miércoles alguien se saltó el orden de partida. Y nos cogió con las defensas bajas, plañideras pequeñoburguesas quejándonos del euríbor y los precios del crudo. Y la muerte, que no entiende de protocolos, nos enseñó ayer que vivir es siempre lo más grande.

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