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Columna vertebral

Ana Sofía Pérez / Bustamante

Autorretrato de Centauro con Mezquita al fondo

EN Estambul adquirí una pequeña caligrafía árabe sin saber qué decían sus estilizadas letras en forma de mezquita: dos altos alminares con una cúpula en medio y, entre ambos, dibujado, un rosal. Me quedó la curiosidad, porque además el motivo de la rosa entre dos lápidas recordaba a algunas viejas tumbas que habíamos visto en el cementerio de una mezquita, acaso la de Solimán el Magnífico. Llegué a pensar si no sería una especie de epitafio. Meses después, cuando llegamos en el temario del programa al apartado "poesía visual", aprovecho que se ponen a tiro dos amables colegas de árabe y les pido que me traduzcan el texto. Resulta que se trata de la Sura 108,2 del Corán: "Doblégate a la voluntad del Señor y reza", o bien "Ora, pues, a tu Señor, y ofrécele sacrificios". Como una es fantasiosa y novelera, la traducción se superpuso a mi primera impresión de que la caligrafía era una imagen doble. Entonces pensé: Sacrificar(se), un templo como una tumba, una vida inmolada como condición del paraíso. ¿Tendré como adorno en las paredes de mi pacífico hogar (es un decir) no ya un "memento mori" sino incluso una invitación fundamentalista al suicidio? ¿Y quién será o sería este Bedriye que, en caligrafía romana, firma el dibujo en 2005? Desde luego que la intención con que trazaron estas elegantes letras nunca la conoceré, pero entonces me pregunto: ¿cambiaría algo si la conociese? Y me sorprendo pensando que no. No, por muchas razones. Porque es un objeto positivamente bello, y no renunciaría a él, como no me desharía de una sortija con resorte que escondiera veneno. No, porque su hallazgo encierra una mañana luminosa en el hipódromo y la Mezquita Azul. Y no, porque nada que sea humano deja de ser doble, pues doble es nuestra naturaleza de centauros y nadie está libre de incertidumbre, muerte ni pecado: "En el cerco de la indolencia,/ un hombre se viste de centauro,/ retrocede en la arena,/ y rueda por un eco de piedra,/ por un helado filo, llamándose a sí mismo.// Todo lo ignora a excepción de la noche,/ a excepción de ese ritmo caníbal que desboca/ los ríos de luciérnagas, y los estrella contra/ los diminutos corazones del invierno".

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