La nueva Tribuna del estadio Carranza fue testigo, en su estreno, de la victoria de la selección española olímpica frente a la de México (1-0) en un choque que fue de más a menos, con una primera parte entretenida y una segunda para tirar a la basura. Los alumnos de la absoluta sólo ofrecieron algunos destellos de calidad y un fútbol de toque impreciso acompañado de falta de puntería en el remate. El balón parado le dio el triunfo a una Rojita muy alejada del ejemplo marcado por los mayores.

Tras la derrota cosechada el viernes anterior ante Senegal, al menos los jóvenes olímpicos se marcharon con la sonrisa del triunfo en el último test antes del estreno olímpico contra Japón el próximo día 26 en la ciudad escocesa de Glasgow. La misma sonrisa se llevaron los más de 20.000 seguidores, en su mayoría vestidos con la camiseta de la selección, que disfrutaron de un estadio terminado y de un encuentro que perdió gas con el paso de los minutos.

Los cachorros de Luis Milla pudieron adelantarse en el marcador a los cinco minutos cuando Isco, solo ante Corona, disparó al muñeco con toda la portería para él después de recibir en el área un preciso centro de Montoya. El tiqui taca no es el único recurso de la selección, como quedó demostrado siete minutos más tarde cuando Javi Martínez, en el segundo palo, cabeceó al fondo de la portería un saque de esquina lanzado por Mata.

Los campeones de Europa sub'21 cobraron pronto ventaja ante una combativa México débil en defensa y con brotes de calidad en ataque. Héctor Herrera y Aquino pusieron en apuros a la zaga española, aunque fue Giovanni Dos Santos el que tuvo el empate en sus botas (minuto 20) evitado por De Gea con una rápida salida.

Del posible 1-1 se pasó al casi 2-0 cuatro minutos después. Montoya, un Ferrari por el carril derecho, se internó en el área como Pedro por su casa y su misil cruzado lo repelió un acertado Corona.

La Rojita cedió terreno, dejó que los mexicanos atacaran y encontró a la contra agujeros como la capa de ozono en la zaga visitante. Adrián, en el 35, tuvo tiempo hasta de tomarse un café solo ante de Corona, pero el gallego se confió, no atinó en la definición y regaló el esférico al cancerbero.

Los mexicanos fabricaron ocasiones claras para igualar la contienda. En el 38, Aquino desbordó en carrera a Jordi Alba y, una vez en el interior del área, obligó al meta español a emplearse a fondo para desviar con un pie el potente derechazo del hombre más peligroso del combinado americano. Tras el rechace, Marco Fabián cabeceó con suavidad junto a un palo.

España tuvo la última palabra justo antes del descanso con una internada de Tello que Adrián no acertó a culminar.

Mariño sustituyó a De Gea tras el intermedio en una segunda parte que perdió intensidad. Isco y Montoya se encargaron de animar el cotarro con chispazos de calidad, del primero, e internadas del segundo, pero poco más. Milla movió el banquillo en busca de una frescura que se había quedado en el vestuario en el descanso y los minutos corrieron en contra del espectáculo. Los mexicanos tampoco inquietaron salvo en alguna intentona esporádica.

Y en esto que apareció Jordi Alba. El flamante campeón de Europa dejó para la galería una galopada, mediado el segundo acto, que espoleó a una afición que disfrutó como nunca con olas, palmas acompasadas y cómo no, los clásicos cánticos de apoyo al Cádiz.

El carrusel de cambios restó vistosidad a un partido que no pasaba de ser un ensayo, el último, para los Juegos Olímpicos. Azpilicueta fue el jugador español que más cerca vio el gol, aunque su cabezazo lo atajó Corona (78'). Álvaro y Montoya también vieron puerta, pero se tropezaron con un portero que causó una grata impresión.

Al final, todos contentos con el triunfo, aunque España debe mejorar si quiere aspirar a un lugar del podio en los Juegos.