Cádiz

Un parque arqueológico para el olvido

  • Los restos fenicios inicialmente protagonistas del parque de Varela se encuentran en estado de abandono El recinto ha quedado para uso casi exclusivo de los perros

En los primeros años de la década pasada se iniciaba en Cádiz el proyecto que debía sustituir a los antiguos cuarteles de Valera. Se trataba de una amplia zona verde, la tercera en extensión en aquella época. No sería, sin embargo, hasta 2005 cuando los gaditanos pudieron disfrutar de un parque que gozaba, por entonces, de altas expectativas.

En el transcurso de la demolición de los antiguos cuarteles y la edificación del nuevo espacio se habían encontrado restos fenicios y romanos desde el siglo VI antes de Cristo hasta el tercero después de esta era cristiana. Un hallazgo que varió por completo la naturaleza del parque, pasando a considerarse una especie de museo arqueológico abierto en el que el ciudadano podía pasear por el pasado de la ciudad.

El parque Kotinoussa -nombre que procede de la mayor de las antiguas Islas Gadeiras- debía ser un punto de referencia para el turismo con sus más de 10.000 metros cuadrados de zona verde y el contenido arqueológico.

Casi diez años después, se puede decir que las intenciones quedaron en eso solamente. El estado en el que se encuentra tanto el parque como los restos arqueológicos que, en teoría, debían significarlo están muy lejos de las expectativas iniciales. El paso del tiempo ha condenado a un parque que ni se ha consolidado como zona verde ni como lugar de reclamo cultural.

Los restos de la necrópolis gaditana se encuentran totalmente descuidados. La mayoría de ellos están rodeados de hojas muertas y de desechos. Además, su acceso se hace complicado debido a las pésimas condiciones en las que se encuentra la vía romana desde la que se llega a ellos. La irregularidad del terreno junto a la presencia de piedras y ramas hace que sea misión imposible para personas mayores o con movilidad reducida. Muchas de las tumbas guardan en su interior desechos; y en otras el efecto de la lluvia ha sido bastante dañino.

Como cualquier espacio con intención divulgativa, la importancia de los carteles informativos es fundamental. En este caso, algunos de ellos están cubiertos de graffitis. Uno, incluso pintado totalmente de blanco.

El suelo del acceso al recinto desde la Avenida de Andalucía presenta amplios claros de cemento, debido a la ausencia de albero. Y en las calles interiores se pueden observar grandes boquetes en el terreno.

Por otro lado, lo que en un principio debía ser un césped verde y sano, hoy no es más que un irregular solar amarillento colmado de hojarasca, arena y ramas. Solo las zonas donde la sombra de los árboles protege del sol la hierba conserva su color característico.

Sin embargo, el peor compañero para este legado histórico son los excrementos de los nuevos inquilinos del parque. En noviembre de 2011, el Ayuntamiento decidió que el denominado Parque de Varela Sur era, junto al Foso del Pelícano, el lugar ideal para que los perros de Cádiz pudieran campar a sus anchas.

Desde hace años, este parque ha sido el preferido por muchas personas para pasear a sus mascotas. En la mayoría de los casos, los perros trotan por el lugar sin correa ni bozal. Perros y dueños son, en la actualidad, los que más uso dan a este extenso recinto. La amplia presencia de animales dan algo de vida a un lugar que, posiblemente, no sea el más adecuado para ello. Una estampa que contrasta con la abundante presencia de niños en el parque vecino.

Hoy, a pesar de que son muchos los que hacen buen uso de esas papeleras, son abundantes las heces que se reparten por todo el lugar. Tristemente, muchas de ellas se encuentran peligrosamente cerca de las reproducciones de restos fenicios y romanos que, en teoría, debían atraer a los turistas de la ciudad. No se hace difícil imaginar a algunos de estos animales haciendo sus necesidades junto a una sepultura púnica.

El Parque de Varela es un ejemplo de lo que pudo ser y no fue. Lo que debía ser un pulmón de la ciudad, una zona de esparcimiento y cultura, donde la historia de Cádiz debía ser protagonista, hoy es un lugar deshabitado, descuidado y olvidado. Solo los perros parecen apreciar hoy el valor de este amplio espacio abierto.

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