Presidente de Thinking Heads

"No importa nuestra imagen, importa que tengamos algo que aportar"

  • El constructor de líderes Daniel Romero-Abreu explica cómo se fabrican los mensajes que son útiles como verdadero valor del "mercado de las ideas"

En 1997 alguien hizo un sesudo estudio que concluyó que el dominical del New York Times de la época, que era bastante tocho, contenía más información que toda aquella que pudiera alcanzar a lo largo de toda su vida un ciudadano occidental medio del siglo XIX. Y eso era 1997. Y eso era antes de Youtube y de las redes sociales. "¿Qué hacemos los seres humanos ante tal avalancha de información?", se preguntó Daniel Romero-Abreu, presidente de Thinking Heads, en la conferencia que abría la temporada del Foro Cádiz, que convoca periódicamente la Fundación Cajasol, el Casino Gaditano y el Grupo Joly. Él se contestó: "Abrumarnos". Una vez que nos hemos abrumado, algo más habrá que hacer. Lo siguiente es una selección inconsciente en la que filtramos información, "quedándonos primero con la que tiene relación con nuestra especialización, nuestro trabajo, y, a continuación aquello que tiene que ver con nuestro tiempo de ocio, nuestros hobbys".

El gaditano Romero-Abreu está al frente de una de las principales empresas del mundo en entrenamiento de posicionamiento personal. Dicho de otro modo: construye líderes. Su intervención ayer en la Casa Pemán llenó la sala porque de lo que él vive es de saber qué es lo que le interesa a la gente y quien puede construir un relato útil sobre esos intereses. Es lo contrario del ruido de las redes sociales y, en ese sentido, su mensaje es esperanzador. Tarde o temprano, ese ruido acabará o, al menos, no lo escucharemos tanto.

"Primero tiene que ser la aportación, el conocimiento, luego llegará la retribución"

Y este apocalipsis del vocerío tiene una lógica que resumiríamos en una frase interesante: "Si no tienes nada que decir, ahórrate expresarlo en palabras". Gran parte de los millones de tuits que circulan por las redes se pueden englobar en esta categoría. Sobre eso, o en parte sobre eso y cómo evitarlo, versó la charla. "Existe un error en la definición clásica de lo que es marca personal. Según esta definición, esa marca funciona a partir de la imagen que los demás perciben de nosotros. Ese es el valor. Eso lleva a que la gente grite en los múltiples canales para ser percibido, pero eso que gritan carece por completo de valor. La verdadera marca personal no está en la imagen, sino en lo que tú puedes aportar". A esto es a lo que se ha llamado mercado de las ideas, no entendiendo necesariamente las ideas como mercancía de compra venta, de consumo rápido, sino mercancía en relación con su utilidad y su permanencia.

Sobre este método, sobre el cómo llegar a ese valor real de esa 'mercancía' llamada idea, lleva Romero-Abreu y su equipo trabajando quince años. Dice Romero-Abreu que a él sus amigos le reclaman para cuatro cosas. Una es para preguntarle por emprendimiento, otra es para informarse sobre posicionamiento personal, una tercera es para saber en qué bares de Cádiz se toma mejor pescado y una cuarta es para saber dónde se bebe mejor cerveza en Berlín. Son sus cuatro puntos básicos en las que se le puede considerar un experto. "En realidad, todos somos expertos en algo y ser expertos nos convierte de cara a un tercero en útiles. Esa es nuestra marca personal".

Cuando a Thinking Heads llega un cliente que quiere mejorar su posicionamiento personal, y en este caso estamos hablando de gente de cierto nombre en la empresa, la política, el deporte o cualquier otro campo, el equipo de Romero-Abreu le hace realizar un ejercicio, según ayer trasladó a la audiencia que le escuchaba con hipnótica atención. Este ejercicio tiene tres partes. El primero tiene que ver con la biografía profesional. Consiste en detectar a lo largo del año cuáles han sido los principales logros conseguidos y cómo se ha llegado a esos logros. Lo segundo es saber a qué asunto, a qué pasión, a qué afición, se le han podido dedicar más de 10.000 horas en los últimos cinco o seis años. Si alguien le dedica 10.000 horas a algo en concreto debe ser considerado un experto en eso, sea eso lo que sea. A alguien le interesará. El tercer ejercicio es ése que Romero-Abreu ya ha detectado sobre los bares de Cádiz: ¿Para qué te llaman los amigos? Con esta fórmula se conocen las potencialidades de un futuro líder. "Un líder no es alguien que tiene una imagen, un líder es alguien que tiene un conocimiento del que los demás carecen".

Romero-Abreu, por ejemplo, conoce bien el mundo de los influencers, siguiendo el nuevo agot. Son iconos utilizados por las empresas para vender cosas. Está bien ser un icono y ha existido siempre, lo hemos llamado gente que está de moda y, como la propia palabra moda indica, pasan de moda. "Es un mundo demencial. En cinco años esos influencers de hoy no serán nada, serán sustituidos por otros a los que llamaremos de otro modo, y no habrán aportado nada, entretenimiento, nada más".

En contraposición puso nombres a otros modos de posicionamiento. Uno de esos nombres es uno de sus mayores errores en su carrera profesional. Se llama Leopoldo Abadía y era un economista jubilado cuando su nombre empezó a sonar. A Abadía su hijo le montó un blog en el que él quiso explicar, completamente gratis, qué estaba sucediendo con la crisis de las hipotecas subprime en el año 2007, un año antes de que todo estallara. Una de sus entradas se hizo viral en tiempos en que la viralidad no era lo que es hoy. Hablaba de la crisis ninja. A Romero-Abreu un colaborador suyo le dijo que podrían ficharle como conferenciante y Romero-Abreu pensó que ese ancianillo no daría una conferencia en su vida. Abadía acabó convirtiéndose en la imagen de los anuncios de Repsol y uno de los conferenciantes más solicitados. "Y lo hizo porque era capaz de explicar un problema complejo de forma sencilla gracias a sus conocimientos, a haber estudiado exhaustivamente algo que a los demás se nos escapaba".

Otros casos son los de Steve Paulina, que inició su carrera profesional en la cárcel y dedicó más de 10.000 horas a estudiar cómo convetirse en mejor persona, y el de David Allen, un historiador que en 35 años había pasado por 35 trabajos y dedicó más de 10.000 horas (muchas más, quince años) a crear un método de organización eficaz del trabajo que, plasmado en un libro, Getting things done, es hoy el libro de cabecera de cualquier emprendedor.

Hay un denominador común en estos tres casos. Ninguno de ellos tenía como objetivo inicial lucrarse con los conocimientos que habían obtenido. Los aportaron gratuitamente y las retribuciones vinieron después. En este mundo a toda velocidad se pretende que todo ocurra al revés. "Si su conocimieto era retribuido se debía a que era útil, sabían transmitirlo y tenían suficiente público interesado en esa materia".

Ahora el que es conocido como "gurú de gurús" en posicionamiento personal trabaja en un "método Ikea" de hágalo usted mismo. Es decir, un manual para hacer en casa lo que sus clientes hacen en Thinking Heads, que tiene sedes en Madrid, Lisboa y Miami y en breve se extenderá a Brasil.

En la construcción de esa marca personal pueden tener su importancia las redes sociales, pero "las redes son instrumentos para algo. Si no sabes para qué, no te sirve de nada el instrumento". Fue la contribución de anoche de Daniel Romero-Abreu a reducir el ruido, a que esta inundación de información en la que falta el agua potable sea más vivible sin que te conviertas en cartujo.

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